Por años, hemos
escuchado los peligros de exponernos al sol: algunos de ellos asociados al
cáncer de piel o al envejecimiento prematuro. Pero, ¿qué ocurre con los
innumerables beneficios que existen cuando nos asoleamos correctamente? Simple:
se produce la vitamina D y con ella disminuye el riesgo de padecer varias
enfermedades.
En la actualidad, una
de las vitaminas que más escasea en nuestros cuerpos es la D. Y esto no se debe
a una mala alimentación, sino simplemente a la baja exposición que tenemos a la
luz solar, dado que los rayos UVB del sol son la fuente principal de esta
vitamina.
La baja exposición que
hoy mantenemos se debe, en parte, a que por años hemos venido escuchando los
peligros de exponernos al sol. Esto, sumado a una disminución de la capa de
ozono, alarma aún más a la población, que busca evitar la luz solar y, de lo
contrario, usar bloqueadores con Factor de Protección Solar (FPS), los cuales
impiden que la piel entre en contacto con los rayos UVB, responsables de la
producción de esta vitamina.
Sin embargo, en la
actualidad, se hace sumamente necesario recibir los rayos del sol para no
perjudicar la producción de esta vitamina, generadora de miles de beneficios
para nuestra salud. Pero, ¿qué impacto tiene en nuestra salud la muchas veces
olvidada vitamina D? La respuesta es una: ser un agente natural que previene
enfermedades.
Al respecto, el Doctor
Luis Toro Cabrera, Médico Internista y Doctor en Ciencias Médicas del Hospital
Clínico de la Universidad de Chile, explica que “la Vitamina D es una molécula
importante en el organismo. Se produce en el cuerpo humano a partir de otra
molécula, que al exponerse a la luz solar en la piel, cambia su estructura. Luego
pasa por el hígado y el riñón, que la transforman en vitamina D activa. También
se puede obtener de alimentos como pescados grasos o aceite de pescado; sin
embargo, el aporte es bajo para completar las necesidades normales”.
A esto, el Doctor Toro
agrega que la vitamina D tiene múltiples funciones, siendo la más importante su
acción en “la formación y mantención de los huesos, porque aumenta la absorción
del calcio en los alimentos que uno come y permite que se fije en los huesos,
haciéndolos más fuertes”. Por lo mismo, aclara que para las personas que tienen
baja cantidad de calcio en los huesos, como sucede en la osteoporosis, se suele
recetar un suplemento. Además, añade que la vitamina D tiene otros efectos
beneficiosos en el sistema inmunológico, los músculos y el cerebro.
La falta de sol y su
impacto en la vitamina D
Por esta y otras
razones, el déficit de vitamina D es preocupante, ya que en adultos puede
producir osteoporosis y osteomalacia, mientras que en niños se pueden observar
casos de raquitismo, lo que provoca dolor, reblandecimiento muscular y
anormalidades estructurales de los huesos largos. Y esto se presenta como
primeras consecuencias, ya que existen otras enfermedades asociadas a la falta
de este nutriente tan relevante.
Incluso, el impacto de
la vitamina D en nuestros cuerpos es tal que, según un estudio realizado por la
Universidad de Cambridge a casi medio millón de personas, se demostró que los
rayos del sol durante el segundo trimestre del embarazo provocan efectos
positivos a largo plazo, razón por la cual los niños –sobre todo las mujeres-
que nacen en verano tienen más probabilidades de ser adultos sanos.
Los investigadores de
la Universidad de Cambridge analizaron si el mes de nacimiento tiene efecto
sobre el peso del recién nacido, en el inicio más temprano o tardío de la
pubertad y en la estatura durante la adultez, tomando en cuenta cómo se ven
afectados los huesos cuando escasea la vitamina D.
Los resultados
arrojaron que los nacidos en verano tenían mayor peso al nacer, mayor estatura
al ser adultos y una pubertad más tardía, versus los nacidos en los meses de
invierno.
Por ello, el exponerse
al sol adecuadamente hace bien, y pese a que algunas personas buscan suplir la
generación de esta vitamina consumiendo pescados, huevos, lácteos y cereales,
entre otros, el efecto es mucho menor.
Protección natural
contra enfermedades
Conocer los niveles de
vitamina D que tiene cada uno es muy fácil. Basta con hacerse un examen de
sangre, siendo los niveles óptimos entre 40 y 60 ng/ml. Para alcanzar un nivel
sérico de 40 ng/ml, la organización Grassroots Health (dedicada a combatir la
deficiencia de la vitamina D) sugiere que los adultos necesitan alrededor de
8.000 UI por día de vitamina D.
Este requerimiento se
debe simplemente a que la vitamina D en un agente que protege contra las
enfermedades. Las investigaciones muestran que esta vitamina puede ayudar a
mejorar la diabetes tipo 1 y 2, las enfermedades cardíacas, el alzheimer, las
infecciones bacterianas y virales, la depresión, la enfermedad de Crohn y el
cáncer de mama.
Sobre la enfermedad de
Crohn, diversas investigaciones han arrojado que los niveles de la vitamina son
muy menores en las personas que padecen esta enfermedad. Una vez que se
aumentan dichos niveles, comienzan a mejorar algunos de los síntomas.
En cuanto al cáncer de
mama, una investigación realizada por la Escuela de Medicina de la Universidad
Creighton en Omaha, Nebraska, Estados Unidos, que analizó a mujeres
menopáusicas del área rural de Nebraska por más de cuatro años, reveló que
tomar suplementos de vitamina D junto con calcio disminuye en alrededor del 60%
el riesgo de cáncer, incluidos el cáncer de mama, de pulmón y de colon.
Otro estudio de 2007,
publicado en la revista norteamericana sobre nutrición American Journal of
Clinical Nutrition, descubrió que después de cuatro años de seguimiento, la
sobrevivencia al cáncer fue del 77% mayor en las mujeres que recibieron 1.100
UI de vitamina D y 1.450 mg de calcio por día, en comparación con las que
recibieron ya sea un placebo o solo calcio.
Según Carole Baggerly,
fundadora de Grassroots Health, prácticamente un 90% del cáncer de mama normal
podría de hecho estar relacionado con la deficiencia de vitamina D. Incluso se
ha descrito el cáncer de mama como un “síndrome de deficiencia de vitamina D”,
al igual que la gripe.
Un artículo realizado
en 2009 titulado: “La Vitamina D para la Prevención del Cáncer: Perspectiva
Global”, publicado en Annals of Epidemiology, establece que “los niveles séricos
más altos de la principal forma circulante de vitamina D, 25-hidroxivitamina D
(25 (OH) D), se asocian con tasas de incidencia sustancialmente más bajas de
cáncer renal, de colon, de mama, de ovario, de páncreas, de próstata agresivo y
otros. Hallazgos epidemiológicos combinados con mecanismos recientemente
descubiertos sugieren un nuevo modelo de etiología del cáncer que explica estas
acciones de 25 (OH) D y calcio. Sus siete fases son la disyunción, la
iniciación, la selección natural, el crecimiento excesivo, la metástasis, la
involución y la transición (abreviado en inglés DINOMIT). Los metabolitos de la
vitamina D previenen la disyunción de las células y son benéficos en otras
fases. Se prevé que aumentar el nivel sérico mínimo de vitamina D, 25-hidroxivitamina
D (25 (OH) D) de 40 a 60 ng/mL (100-150 nmol/L) durante todo el año evitaría
aproximadamente 58.000 nuevos casos de cáncer de mama, 49.000 nuevos casos de
cáncer colorrectal cada año y tres cuartas partes de las muertes por estas
enfermedades en los Estados Unidos y Canadá, según estudios observacionales
combinados con un ensayo aleatorio”.
La deficiencia de
vitamina D también se ha visto asociada a la demencia y el alzheimer. Según un
estudio desarrollado por la Universidad de Exeter y publicado en Neurology,
“las personas con niveles bajos tuvieron un riesgo mayor de 53 % de demencia, y
un riesgo mayor de 70 % de Alzheimer, mientras que quienes tienen una
deficiencia grave tuvieron un riesgo mayor de 125 % de demencia y un riesgo
mayor de 120 % de Alzheimer”.
Además, un estudio de
ocho años de duración, efectuado por el Rush University Medical Center, arrojó
que los niveles más altos de depresión se traducen en un mayor riesgo de
demencia en el futuro y de mayor rapidez en el declive de la memoria. De
acuerdo con el investigador principal de este estudio, Robert S. Wilson, “estos
resultados sugieren que la depresión realmente es un factor de riesgo para la
demencia, y si podemos atacar y prevenir o tratar la depresión y las causas de
estrés, podríamos ayudar a las personas a mantener sus habilidades de
pensamiento y de memoria durante la vejez.”
También es bien sabido
que la serotonina, la hormona cerebral que se asocia con el estado de ánimo,
aumenta con la exposición a la luz brillante y disminuye con la poca exposición
al sol. En otras palabras, el trastorno afectivo estacional se produce por la
ausencia de luz, mejorando en las épocas de primavera y verano.
Cómo exponerse al sol
Sobre la base de que
los rayos del sol son beneficiosos para la salud, se debe considerar que las
personas deben tomar sol inicialmente por unos minutos, sobre todo si son de
piel clara. Así permitimos que los melanocitos aceleren su capacidad de
producir la pigmentación protectora que sirve de defensa ante una eventual
exposición excesiva, dado que elimina los excesos de radiación UV.
Para quienes tienen la
piel más oscura, esta exposición puede ser por unos 30 minutos, ya que por la
misma evolución del ser humano, la piel de las personas se adecuó ante las
condiciones de mucho sol y calor a través de la pigmentación, para así
protegerse de este exceso. Por lo mismo, los rayos UVB no llegan en este caso
como sí lo hacen en las pieles claras, necesitándose más tiempo de exposición
para generar cantidades adecuadas de vitamina D.
Hay que tener en
cuenta, además, que se deben proteger los ojos y la cara, ya que la piel de
estas zonas es más delgada y tampoco resulta un área tan extensa para la
producción de vitamina D. Por ende, el resto del cuerpo debe recibir los rayos
del sol.
La nutricionista de la
Clínica Alemana, Patricia Rodríguez, explica que la vitamina D forma parte de
un grupo de nutrientes, “de los cuales los más necesarios para los seres
humanos son la vitamina D2 y D3. La primera es sintetizada por plantas y la
segunda, en la piel al entrar en contacto directo con los rayos UVB del sol. Al
respecto, se dice que con 10 minutos de exposición diaria es suficiente”.
Otro factor que debemos
considerar a la hora de exponernos al sol es que en los días nublados o
lluviosos los rayos UVB no traspasan la atmosfera, al igual que no lo hacen
cuando el sol tiene un ángulo menor a 50° del horizonte. Es decir, es inútil
para la obtención de estos rayos, pero también es peligroso, ya que los rayos
UVA sí llegan y son los realmente dañinos para la piel y para el desarrollo del
temido cáncer y del fotoenvejecimiento.
Si las condiciones
meteorológicas son adversas, o la persona no quiere asolearse, existe una
alternativa para la obtención de rayos UVB: el solárium. Las lámparas de UV del
solárium cuentan con un porcentaje de rayos UVB. Sin embargo, es bueno
averiguar qué rayos se utilizan y en qué cantidad antes de ir al lugar, ya que
hay recintos con distintos estándares. De igual forma, con 20 minutos de
exposición es más que suficiente.
Otra forma de aumentar
los beneficios de tomar sol es no bañarse con jabón después de la exposición
solar en las áreas más extensas del cuerpo, ya que cuando los rayos UVB llegan
a la superficie de la piel, esta convierte un derivado de colesterol en vitamina
D3, la que no penetra de inmediato por el torrente sanguíneo, sino que lo hace
después de aproximadamente 48 horas, y el jabón simplemente elimina la Vitamina
D que aún no ha sido absorbida y que reside en el sebo de la piel.
Otra situación de la cual
hay que cuidarse es de no asolearse a través de ventanas, porque los rayos UVA,
de longitud de onda mayor, penetran los materiales más fácilmente, filtrando
más rayos UVA que UVB, lo que no sólo provoca problemas de salud, sino que
además los rayos UVA destruyen la Vitamina D.
Para el Doctor Toro,
las personas deben aprender que “la exposición al sol debe ser recreativa y hay
que evitar la exposición para tomar el sol y broncearse. Si bien a muchas
personas les gusta esta coloración, el bronceado realmente indica que la piel
se ha dañado con el sol. Este daño es acumulativo y causa arrugas, manchas en
la piel y aumenta el riesgo de cáncer”.
Alejandra Vidal de la
Cerda.
Fuente: Mundo Nuevo
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