Desde el año pasado se
dicta en Medicina un curso de posgrado sobre terapias florales y salud. Opina
la directora Carolina Campra.
Desde marzo pasado se dicta en la Facultad de Ciencias
Médicas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) un curso de posgrado sobre
las esencias florales y el cuidado de la salud. Es el primero en su tipo en el
ámbito de la educación pública universitaria. Despertó tantas expectativas que
el cupo para sus clases se completó rápidamente, con una buena lista de espera
para una próxima oportunidad. “Estamos ante el principio de un cambio de
conciencia”, analiza la directora de esta formación, Carolina Campra, sobre
estas terapias avaladas por la Organización Mundial de la Salud.
Campra es fonoaudióloga
y terapeuta floral. “Sigo investigando y estudiando, porque todavía es un campo
nuevo”, dice respecto de las terapias florales, más conocidas como Flores de
Bach, en alusión al doctor Edward Bach (1886-1936), impulsor de estos cuidados.
También es la directora
del curso de posgrado “Las esencias florales en el cuidado de la salud” que
empezó a dictarse en marzo pasado en Ciencias Médicas (UNR). El recorrido para
que esta facultad aprobara su dictado tiene su larga trayectoria. La
especialista atribuye el visto bueno a una apertura, a una amplitud de miradas
sobre el campo del cuidado. “Es importante que, de alguna manera y aunque sea
desde un lugar muy pequeño, se reconozca a estas terapias que pueden ayudar a
la salud y tienen una explicación científica”, aprecia Campra y agrega que
actualmente “la física cuántica va explicando los procesos a través de los
cuales las esencias florales pueden armonizar, equilibrar y restablecer la
salud”.
Un remedio natural
Al curso sobre esencias
florales que se dicta en la UNR asisten graduados en diferentes disciplinas,
desde médicos y docentes hasta contadores y arquitectos. Está el requisito de
poseer un título de nivel superior ya que la formación depende de la Escuela de
Graduados de Medicina. Las clases son un sábado por mes y el programa de
formación es de un año (de marzo a marzo).
El recorrido del
sistema floral es relativamente nuevo y es atribuido al doctor Edward Bach,
hacia 1900. De manera muy general, las esencias son aguas impregnadas por la
energía de una flor, que se toman en gotas y funcionan como una terapia o
remedio natural.
¿Qué importancia tiene
que la Facultad de Medicina habilite en su ámbito el dictado de las terapias
florales?
Por un lado es muy
lindo y si Bach estuviese vivo creo que estaría alentándonos, ya que tuvo que
renunciar a su titulo médico porque fue muy perseguido. Pero también es real
que al no haber una ley nacional que enmarque nuestra práctica, genera un
movimiento de pensar que “ahora al estar en la Facultad de Medicina, todo lo
demás no va a valer nada”. Esto no es así. Lo que hace Medicina es ofrecer una
certificación de curso de posgrado, que no es un título habilitante. Es una
formación. Por tanto no vale más o menos que otra, porque todavía no hay una
ley que defina cómo debe ser la misma.
¿Y cómo es hasta ahora
la formación en terapias florales?
Ya hay una escuela a
nivel nacional que surge a partir de los discípulos de Bach. Esta escuela va
marcando pautas. Sí, las terapias florales están respaldadas por la
Organización Mundial de la Salud (OMS). La OMS contempla las terapias naturales
y tradiciones alternativas que existen en los distintos países, ya sea la
medicina china, taoísta, ayurveda o el reiki, entre otras. Es importante marcar
que no hay que ser profesional graduado para trabajar con esencias florales. Un
buen curso de terapia floral puede hacerlo cualquier persona mayor de edad y
trabajar de manera excelente con las flores. No hay que tener otros
conocimientos, hay que poder conectarse con la emoción del otro. Siempre
resalto, porque ha habido muchas confusiones, que esto no es psicoanálisis. No
estamos haciendo la tarea de un psicólogo, ni de un fonoaudiólogo, ni de un
médico. Es un trabajo complementario. Yo trabajo con psiquiatras, psicólogos,
médicos, pediatras que piden mi intervención en problemáticas puntuales.
A veces ocurren ciertas
tendencias a mirar estas terapias con cierto fundamentalismo: “No me vacuno”,
“No voy más al médico”…
—Esto es
complementario. Nosotros trabajamos con psicólogos, con médicos, con todas las
especialidades… Esto no intenta ser las flores o nada. Justamente el hecho de
que la Facultad de Ciencias Médicas esté propiciando a las disciplinas
holísticas, que nos esté permitiendo espacios para esto, implica que haya un
trabajo en equipo. Si fuera una cosa o la otra, nosotros no podríamos estar
participando nunca de un espacio que está formando médicos del futuro. Lo que
se intenta es que esto no sea una lucha, una cosa o la otra, sino que sea
complementario y que podamos entender que el ser humano es una integridad. Y
que muchas veces trabajando con terapias complementarias en el origen de un
desequilibrio, evitamos un tratamiento de mayor gravedad.
¿A qué atribuyes tanta
demanda para participar del curso abierto en Medicina?
Creo que estamos en el
principio de un cambio de conciencia. Creo que hay muchas sombras y cosas que
pasan que son dolorosas, pero por la misma cantidad de sombras que hay, hay
luz. Y creo que cuando las personas empezamos a tomar conciencia y nos
empezamos a cuidar y a descubrir que no nos queremos intoxicar, que queremos
trabajar antes de que nos enfermemos, eso empieza a contagiar como una masa de
energía -porque todos estamos unidos en una red de energía a través de nuestros
cuerpos. Es decir, cuando una persona toma conciencia empieza a conectarse con
otra persona que está en la misma vibración y esa información se traspasa a
otras personas, aunque no seamos conscientes. Si bien muchos opinan que esto
“se puso de moda”, eso es por algo. También están quienes se quedan con lo
negativo y te dicen que en esto “hay mucho chanta” o que “al final es todo lo
mismo”. Yo me quedo con lo positivo, con que hay una apertura, que hay una
energía que empieza a funcionar y que está habiendo un cambio de conciencia.
Eso es lo más emocionante.
Carolina Campra valora
que se abran posibilidades en el campo de la salud para mejorar la calidad de
vida, y que esta apertura considere a las terapias florales. “La idea es que
sea un abanico de posibilidades, porque los seres humanos somos únicos e
irrepetibles; un abanico desde el cual cada persona pueda proyectarse y elegir
lo que le hace falta en ese momento. Hay quienes vienen a la terapia floral,
pero me doy cuenta que no se terminan de conectar. Es ahí cuando les explico
que no es su momento y les sugiero otra alternativa, que quizás les resulte
mejor”.
Las terapias florales
se trabajan con niños, adolescentes y adultos. En cada etapa hay consultas que
son más comunes que otras. Por ejemplo, en la primera infancia las derivaciones
rondan sobre todo alrededor de los miedos nocturnos, los celos ante el
nacimiento de un hermano. Sin embargo, Campra apunta que en estos casos se
trabaja primero sobre el ambiente familiar, y si hay buena disposición de las
familias, en general no se llega a los niños. Desde la adolescencia y en
adelante, son muchas las consultas por la ansiedad. “Nosotros tenemos el trabajo
de desandar esa palabra, porque debajo de la ansiedad hay emociones”, dice y
menciona a las preocupaciones, los miedos o la inseguridad, que hacen de esa
persona alguien vulnerable.
Fuente: Mundo Nuevo
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