“Del
mundo interior ha llegado un cambio de energía que forma parte del despertar
global y de la evolución de la conciencia: la transición de la humanidad a una
conciencia de unidad. Pero ha existido también un oscurecimiento de la luz que
era un catalizador para estos cambios, un oscurecimiento del que es un reflejo
directo nuestra continua devastación ecológica”.
Llewellyn
Vaughan-Lee
¿Cuál es
nuestra responsabilidad en este tiempo de crisis global? ¿Cómo podemos
constelar paz en medio de fuerzas antagónicas? ¿Cómo podemos traer nuestros
ideales espirituales al escenario mundial o introducir la luz de nuestros
corazones en medio de esta creciente oscuridad? Es fácil sentirse aislado o
inútil en estas situaciones, pensar que el destino del mundo está en manos de
políticos cegados por el poder o de terroristas atrapados por ideales de
martirio. Sin embargo, hay una manera en que podemos participar. Hay una forma
en que podemos traer luz a la oscuridad y trabajar para el despertar del
planeta.
“La red
global de luz y amor es muy poderosa; se puede oponer a las ególatras fuerzas
destructivas del mundo. Nos puede llevar más allá del enfrentamiento de los
opuestos hacia la unidad que es la fuente de la vida.”
En todo
tiempo de crisis real, nuestro trabajo es dirigir la mirada más allá del plano
de acción y reacción, hacia donde provienen la ayuda y gracia reales. A través
de nuestras plegarias y devoción, nos alineamos con el amor y el poder divinos,
sin los cuales, somos abandonados a nuestros propios conflictos
autodestructivos.En nuestro camino interior nosotros experimentamos que los
tiempos de crisis son también tiempos de oportunidad. Cuando fuerzas poderosas
se constelan, ellas llevan el potencial tanto para la transformación como para
la destrucción. Lo que es verdad en nuestro camino individual, es también
verdad para el planeta. La tremenda confrontación de opuestos, luz y oscuridad,
que están amenazando con destrucción y que darían la impresión de que están
polarizando al mundo, corresponde a los dolores de parto de una transformación
global. Pero para que esta transformación sea exitosa se necesita de nuestra
atención. Se necesita de la participación de aquellos que están comprometidos a
servir, aquellos cuya conciencia pueda ser alineada con algo mayor que tan sólo
su propio bienestar personal.
Lamentablemente,
tendemos a dar lugar a la oración y a la devoción, únicamente, dentro de
nuestra esfera personal en relación con Dios, sin reconocer la dimensión más
amplia que concierne al bienestar de la Totalidad. Sin embargo, hemos podido
apreciar el inmenso poder de la plegaria en el contexto mundial. Después de la
tragedia de las torres gemelas tuvimos la experiencia tangible de personas de
todo el mundo orando, trabajando para mantener un espacio de amor y recuerdo de
Dios de modo que la energía de la divinidad pudiese ayudar a reparar la trama
de vida que había sido brutalmente desgarrada por los actos de violencia. Ese
momento global de recuerdo de Dios a través de la plegaria no duró mucho pero
apuntó a lo que es posible cuando dirigimos nuestra atención hacia una
totalidad más abarcante.
Sólo Dios
puede sanar y transformar el mundo. Las fuerzas antagónicas en el planeta están
demasiado poderosamente consteladas como para que nosotros podamos hacer algo
por nuestros propios medios. Pero Dios necesita de nuestra participación,
nosotros somos los guardianes del planeta. Trabajando juntos con el poder y el
amor de la Divinidad, podemos ayudar a transformar este momento de crisis en un
tiempo de despertar global. ¿Y cuál es la naturaleza de este trabajo? En
nuestra cultura masculina nosotros identificamos trabajo con “hacer” y
actividad. Pero para mantener un espacio abierto para Dios requiere de la
cualidad femenina de “Ser”. A través del simple vivir nuestra conexión interna
con Dios, nosotros unimos los mundos interno y externo.
El
aspecto central de esta transformación y despertar es la unión del mundo
interior con el mundo exterior. Gran parte de la situación actual proviene que
prácticamente nos hemos olvidado de la presencia del mundo interno, por
habernos aislado demasiado en el mundo físico externo. Sin embargo, es siempre
desde el interior desde donde provienen la gracia divina y la sanación.
Aquellos que se han comprometido con el trabajo espiritual se han vuelto hacia
sí mismos, y a través de la meditación, la oración, el análisis de sueños, y
otras prácticas, han comenzado a reclamar el mundo interior.
“Dios
necesita de nuestra participación, nosotros somos los guardianes del planeta.
Trabajando juntos con el poder y el amor de la Divinidad, podemos ayudar a
transformar este momento de crisis en un tiempo de despertar global.”
Si uno
mirase hacia el interior en este momento, podría tener una vislumbre de algo
maravilloso: Una red de luz y amor que ha sido tejida alrededor del mundo. Esta
red ha sido entretejida durante las últimas dos décadas por los maestros de
amor y sus ayudantes, aquellos que se encargan de cuidar y mantener el
bienestar espiritual del planeta. Este es el receptáculo para nuestra
transformación global y para el despertar del mundo; y ahora necesita de ser
traído a la conciencia. Esta red es la interconexión de la luz espiritual de
aquellos que se han entregado en servicio a Dios. Su estructura es similar a la
red de Internet pero está hecha de luz y existe en los planos interiores.
Nosotros estamos internamente vinculados a través de esta red, y es a través de
nuestras plegarias y devociones que podemos traer la luz de Dios a donde se
necesita, tanto en el mundo exterior como en el interior. Esta red global de
luz y amor es muy poderosa; se puede oponer a las ególatras fuerzas
destructivas del mundo. Nos puede llevar más allá del enfrentamiento de los
opuestos hacia la unidad que es la fuente de la vida.
Pero para
trabajar con esta red, necesitamos darnos cuenta que nosotros somos la conexión
de amor que une los mundos interno y externo. Llevamos el potencial para la
transformación global en nuestros propios corazones, viviendo nuestra conexión
con Dios. Necesitamos dar un paso fuera del estrecho mundo de nuestra
aspiración individual para poder reconocer esta mayor dimensión de nuestra
práctica espiritual. Dondequiera que estemos podemos conectarnos
conscientemente con esta red de luz. Cuando esto suceda, la energía de Dios
fluirá libremente desde el interior hacia el exterior, y nuestro actual tiempo
de crisis podrá transformarse en una nueva era de conciencia global.
Llewellyn Vaughan-Lee
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Llewellyn Vaughan-Lee :
es Doctor
en filosofía de psicología junguiana, conferencista internacional y autor de
numerosos libros sobre sufismo, mística, estudio de los sueños y
espiritualidad. Es, asimismo, maestro sufí, sucesor del linaje de la orden de
sufismo Naqshbandiyya-Mujaddidiyya.
goldensufi.org
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