Si
encuentras un guru que en algún momento te dice: “Yo te mostraré a Dios”,
deshazte de él. Un guru te puede guiar en el camino, pero tú tienes que andar.
Nadie puede hacerlo por tí.
Cuando
hay un anhelo verdadero, un fuerte deseo de encontrar el propósito de la vida,
la misma fuerza de ese deseo te atraerá hacia lo que te mostrará el camino.
Todo
el conocimiento del universo está contenido en tí.
Esa
sabiduría y conocimiento están siempre
ahí;
eternos, sin principio ni fin.
Cuando
un alumno está preparado, el maestro está ahí; y el maestro viene en muchas
formas y figuras. Todo el propósito del guru externo es despertar el guru
interno.
Como
guru, yo soy sólo un canal, un medio. Llegará un día en que no necesitaréis el
guru externo porque se habrá despertado el guru interno.
La
cosa más grande que puede hacer un guru es activar la fuerza espiritual que ya
está en tí. En un nivel sutil, activa esa fuerza de modo que sientes algo.
Cuando sientes ese algo, comienzas a tener fé. No fé en el hombre, sino en las
enseñanzas y en lo que representa. La fé puede mover
montañas.
Habrá
muchos que duden. Que duden, porque sus dudas también les guiarán.
Si
vas a hacer montañismo, el montañero experimentado va delante de tí. Cuando
llegas a un lugar difícil, extiende su mano y te sube. Ahora bien, tú no estás
adorando al montañero, pero tienes que confiar algo en él: “Sobre este
precipicio está cogiendo mi mano y subiéndome, no va
a
soltar mi mano y dejarme caer en el precipicio.”
De
modo que hace falta ese poquito de confianza, hasta que la confianza se
confirma en tu mente y en tu corazón.
Se
desvanece el escepticismo de igual forma que la oscuridad se desvanece cuando
se enciende la luz.
Las
escrituras antiguas siempre aconsejan que las prácticas espirituales no se
deban tomar de los libros o de personas no cualificadas. Deben ser dadas por un
Guru y aceptadas
por
un chela. Sólo un Guru puede juzgar cuánta sensibilidad hay y cómo está
aumentando, cuando dar más gasolina al coche y cuando poner los frenos. Ese es
el trabajo del Guru.
Hace
esto siempre y con facilidad.
La
presencia del Guru es tan importante, no sólo porque trae con él sabiduría,
sino porque también trae una fuerza, de forma muy tangible, que nos ayuda a lo
largo del camino a una mayor y mayor alegría.
Cuando
subes las escaleras tienes la barandilla para agarrarte. Puede que seas lo
suficientemente fuerte como para subir las escaleras sin la barandilla, pero la
barandilla está ahí como una protección a la que agarrarte si tu pie resbala.
Todos
los verdaderos maestros viven primero sus enseñanzas y luego enseñan. De otra
forma sus enseñanzas no van acompañadas por la convicción.
Todo
en la vida es un guru: todo en la vida enseña algo.
Cada
palabra que yo digo viene de una profunda experiencia. Yo no hablo de algo que
no haya experimentado por mí mismo. Si hablase de algo que no he experimentado
yo mismo, eso invalidaría el propósito de presentar la esencia de la verdad.
El
deber del maestro es dar lo que tiene; y depende enteramente del aprendiz de la
sabiduría tomar lo que pueda. El maestro viene y va dando sus enseñanzas, y
cuanto más iluminado es, más profunda es la sabiduría. El viento sopla aire
fresco, nosotros decidimos si abrimos las ventanas.
Yo
hago mi deber; y mi misión en la vida es dar lo que he obtenido. Si he obtenido
alegría, doy alegría. Si he obtenido sabiduría a través del poder de la
Divinidad, es mi dharma impartir esa sabiduría. Si estoy lleno de amor, es mi
deber dar ese amor. Así, la vida misma no es nada más que
compartir.
Yo
les digo a mis maestros, aquí y en todas partes, que las semillas que estáis
plantando no son para que las disfrutéis vosotros. Disfrutar de la fruta no es
vuestro dharma; esa no es vuestra ambición; ese no es vuestro propósito en la
vida.
Servid
a la humanidad, plantad la semilla del amor, abrid los corazones de la gente de
modo que sus ambiciones también se puedan volver hacia arriba.
¡Yo
me ocupo de cada pelo de la cabeza de todos los meditadores! Es responsabilidad
mía cuidar de que se abran y desarrollen la alegría inherente en ellos,
apreciando la Divinidad que hay en su interior.
A
cada palabra que os digo, yo añadiría: “No aceptéis lo que no es apropiado para
vosotros.
Aceptad
únicamente lo que es ahora apropiado para vosotros. Sólo aceptamos las cosas
según nuestra comprensión.”
Dentro
de años, cuando os crucéis otra vez con las mismas palabras, encontraréis en
ellas significados diferentes.
Cuando
tenía veinte años y leí el Gita, comprendí algo. Cuando tenía veinticinco y lo
leí otra vez, encontré un
significado
más profundo en las mismas palabras.
Cuando
tuve treinta, el significado se hizo aún mayor.
A
pesar de ello, el libro no había cambiado, era yo el que
había
sufrido el cambio.
Según
se ensancha vuestra comprensión, aumentará vuestra comprensión de la Biblia, el
Gita y todas las escrituras.
El
no ser crítico no implica ninguna adoración. No necesitáis adorar gurus. ¡No!
¡Es erróneo! ¿Por qué vais a adorar gurus? Pero podéis estar dedicados a un
guru, si lo queréis, y esa devoción se experimenta cada día; es un cosa muy
natural.
Estáis
dedicados a vuestros niños, estáis dedicados a vuestra madre, estáis dedicados
a vuestro padre y podéis estar dedicados a un amigo. ¿Después de todo, quién es
un guru?
Es
un amigo que dice: “Mira, yo he estado en este camino. ¿Quieres viajar por él?
Ven, coge mi mano, yo te mostraré.
Conozco
las dificultades ocultas porque ya he cruzado esta carretera.”
Eso
es todo. Es tán sencillo. Y cuando tienes un poquito de devoción al coger la
mano, la confianza y la fé aumentan.
Encontraréis
que la enseñanza de un verdadero maestro espiritual siempre será universal.
Cada
principio que presentamos puede ser verificado por cada religión. No estudiamos
dogma o la estrecha
filosofía
de una persona particular, sino que en todas nuestras charlas, en todas
nuestras enseñanzas, tomamos la esencia de la verdad que está contenida en el
interior de cada religión y
de
cada enseñanza.
La
cualificación necesaria para presentar las verdades
filosóficas
más altas a su forma más sencilla es que el profesor debe saber lo que está
diciendo.
Un
verdadero maestro, de la clase de Budha, Cristo o Krishna, siente el dolor de
vuestro agarre.
Por
esto dicen las escrituras: “El murió por vuestros pecados; él sufrió por
vuestros pecados.”
La
devoción y el amor se sienten en el interior.
El
verdadero maestro los siente y los ve inmediatamente,
y
no hace falta decir ni una sola palabra.
El
Guru es un canal y tiene la habilidad de verter a través de sí mismo todas las
energías que esa persona requiere. Pero el que las recibe también tiene que
tener ciertas cualidades.
No
podemos pedir a un profesor que haga pasar a un niño a la universidad, si
todavía no ha pasado el sexto grado.
El
estudiante, o el chela, también necesita ciertas cualidades. En nuestro campo,
el campo espiritual, esas cualidades son sinceridad y honestidad.
Un
ser humano necesita el toque humano, el impulso humano, para obtener el máximo
beneficio.
Cuando
te sientes enfermo llamas al médico.
Aún
así, no hay médico que te pueda curar: tu cuerpo
tiene
en su interior todos los elementos para curarse a sí mismo. El médico puede
diagnosticar el origen de la enfermedad y la medicina que te prescribirá será
el factor que equilibrará las fuerzas en tu interior. Te ayudará en el proceso
de curarte a tí mismo. Esto es todo lo que hace el Guru.
Si
el Guru te da una práctica que necesitas, específicamente hecha a medida para
tí, practícala con sinceridad y verdaderamente.
Y
si la practicas con sinceridad y no te hace bien, ¡Cambia de
guru!
El
maestro te enseña el camino, pero tú tienes que caminar con tus propios pies.
No hay otra forma.
Nadie
te puede hacer evolucionar, tienes que evolucionar por tí mismo.
Un
principio importante que siempre olvidamos: primero merece, luego exige.
Los
charlatanes llegan y prometen todo tipo de cosas. Nosotros no prometemos nada.
Las acciones hablan más fuertemente que las palabras y una persona en el camino
espiritual debe ser enseñada a actuar.
No
importa si una persona es crítica de lo que dice el maestro. Cada uno tiene su
nivel de comprensión.
Pero
una cosa es verdad: una vez que te has embarcado en la búsqueda de la verdad,
la búsqueda no cesa.
Una
vez que has comenzado en el camino espiritual, has comenzado... y eso es lo que
es importante.
Mucha
gente tiene el malentendido de que el chela, o alumno, acepta al profesor. Es
al revés.
Es
el Guru quien te acepta o quien te dice que hay otro camino para tí, y te lo
dirá siempre con amor.
El
desarrollo del chela se emprende desde tres aspectos.
La
mente adquiere una mayor conciencia, el corazón se abre en una mayor expansión,
y todo esto es respaldado por el impulso que el Guru transfiere, siempre para
acelerar el espíritu.
Para
servir al Guru, sé merecedor de las enseñanzas de ese Guru. Ese es el mejor
camino. Nada más. Sé digno de las enseñanzas del Guru, no por teorización
continua, (aunque ayuda a comprender cosas) sino a través de los aspectos
prácticos de la vida.
El
ser humano, debido a los problemas consigo mismo y a la falta de integración de
cuerpo, mente y espíritu atraviesa sufrimientos. Entonces llegan los grandes
maestros. Es su deber, su dharma, mostrar como restaurar el equilibrio entre la
mente, el cuerpo y el espíritu. Cuando una persona entiende eso, entiende
verdaderamente el significado de “Yo soy el Camino, Yo soy la Verdad, Yo soy la
Vida”.
¿Cómo
puede uno negar semejante maestro? ¿Se puede negar semejante maestro cuando él
te muestra el Camino? Su propia vida está modelada en el Camino para que le
sigan otros.
Dadle
a una persona sabiduría espiritual sin ninguna segunda intención o apego y esa
sabiduría se perpetuará. Crecerá.
La
sencilla ha sido planteada y continuará por vidas y vidas.
Nosotros
no hablamos para mostrar nuestra erudición, conocimiento o sabiduría. Hablamos
para transmitir un mensaje, y el mensaje sólo es totalmente transmitido si
puede penetrar la mente y el corazón. Incluso si la mente no aprecia toda la
implicación del mensaje, el corazón justamente
siente:
“Yo sé, (ésto es verdad), yo lo siento”.
Los
maestros a veces desarrollan orgullo espiritual.
Esto
no es bueno en absoluto, es antievolutivo en vez de evolutivo. Lo peor que
puede darse es el orgullo.
Una
persona puede alcanzar un nivel de evolución espiritual muy alto, pero si asume
cualquier tipo de orgullo, entonces no es un maestro espiritual porque, con su
orgullo, nunca será capaz de impartir nada a un chela.
Podemos
continuar describiendo las diversas características del hombre espiritualmente
desarrollado, pero la principal es que ama y ama y ama enteramente.
Con
ese amor hay sacrificio, hay entrega, hay devoción.
Un
verdadero Guru está más dedicado a su chela que el chela a su Guru, siempre.
Esa es la marca del hombre espiritualmente desarrollado.
El
Hombre de la Unidad, el Hombre de la Dicha de la Consciencia, el Hombre de
Dios, está contigo en tu sufrimiento. Sufre contígo aunque sabe que esto es
parte del paquete de leyes kármicas que tú mismo has creado.
De
modo que tú recoges lo que siembras. Pero incluso en la recolección hay
alegría: y eso es lo que enseña.
El
místico está preocupado con tu ser espiritual, porque a través de la
experiencia ha encontrado que: “Yo puedo sacar profundamente de mi interior
para regenerar todas mis actitudes mentales y traer alegría a mi corazón y a mi
mente, de modo que mi vida funcione bella y alegremente.
Ahora
bien, si lo he hecho por mí mismo, ¿Porqué no voy a impartir las bases a otros,
de modo que también puedan compartir la alegría y la dicha que yo
experimento?”.
El
mensaje de la verdad permanecerá eternamente siendo el mismo. Pero según
cambian los tiempos, se tiene que propagar de forma distinta, de modo que las
personas puedan entenderlo, aceptarlo y practicarlo. Cuando practican se
benefician. Cuando se benefician se están desarrollando,
toda
la alegría del universo es suya, y ese es, como siempre ha sido, el Camino.
Los
tiempos cambian. Las enseñanzas no cambian. Las verdades eternas permanecen
eternas, pero se deben presentar y enseñar en una forma apropiada para los
tiempos.
Es
verdad que muchos diablos vienen en nombre del Señor. ¡Lo hacen tantos! Eres
engañado por el diablo, pero la culpa no es suya, es tuya. ¿Porqué te dejas
engañar por el diablo?
¡Qué
comunicación tan bella puede producirse en estos satsangs, con el fluir de
corazón a corazón y las energías que emanan de todos nosotros se hacen una, se
funden, y el guru siente que es el chela y el chela siente que es el guru.
Hay
sólo un corazón!
El
corazón es el núcleo de la personalidad humana y es universal. Esto es la causa
de que se sienta tanto beneficio al reunirnos en los cursos de meditación,
donde esas energías son radiadas y concentradas, donde tantas mentes
individuales e intelectos se sintonizan con un propósito: conocer lo que
significa
realmente el mandato: “Hombre, conócete a tí mismo”
El
maestro dirige a la persona desde su sentido de dualidad y separación al
sentido de la unidad, de que todo el universo es uno. Cuando el ser humano
comienza a reconocer esa fuerza Divina interior, comenzará a reconocer la
Divinidad en otros. Sólo entonces puede practicarlo de “Ama a tu prójimo como a
tí mismo”. Otra cosa sólo es gimnasia mental.
El
hombre espiritualmente desarrollado tiene que ser un hombre humilde. Debe
conocer el verdadero valor de la humildad. Se puede identificar con el ser
altamente evolucionado y, al mismo tiempo, identificarse con el simple gusano
que se arrastra por el suelo.
Esta
identificación se produce porque ha reconocido la Divinidad existente en todas
las cosas: ha conocido el Dios inmanente en todas las cosas a su alrededor.
Un
verdadero maestro se vuelve más ordinario que ordinario. Esto es por lo que
Jesús se volvió extraordinario.
No
se sigue una enseñanza.
El
ideal es vivir la enseñanza y volverse la enseñanza.
¿Por
qué hubo un Buda? ¿Por qué hubo un Krishna, un Rama, un Cristo? Ellos eran
maestros... vinieron a despertar eso que está ya en el interior.
Hay
una comparación que explica la diferencia entre creencia, fé y conocimiento. Si
te sientas en una habitación con aire acondicionado, puedes creer que hay un
fuego ardiendo al otro lado de la puerta y que la habitación contigua está
caliente. CREES eso. Pero al acercarte a la habitación
contigua
y sentir cómo viene el calor, empiezas a tener FE, el fuego es caliente.
¡Cuándo entras en la habitación y realmente experimentas el fuego, entonces
CONOCES lo que es el fuego!.
GURURAJ
ANANDA YOGUI
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