CALMA, QUE NO CUNDA EL PÁNICO


Los cambios en el cerebro de los adolescentes explican el porqué de sus comportamientos

 

No hay época más difícil para un padre y una madre que la adolescencia de un hijo o hija. Y es que, como dicen expertos en la materia, el biólogo, genestista, especialista en neuroeducación David Bueno entre ellos, su cerebro madura. Ello se traduce en nuevas conexiones, como también en la eliminación de otras. Podría afirmarse que la naturaleza los emplaza a abandonar un territorio conocido para aventurarse en la vida adulta a través de la conformación de un cerebro modificado.

 

Bueno —en “El cerebro del adolescente” (Grijalbo)— ofrece información cuyo fin es dar pistas sobre cómo estimular y empoderar a los adolescentes, darles ejemplo y ser respetuosos con sus ritmos de maduración, así como el modo de apoyarlos emocionalmente y, finalmente, para entender la adolescencia como una etapa necesaria y extraordinaria tanto para quienes la transitan como para los que los acompañan. 

 

De entre tanto material, extraemos las siguientes claves.

 

La adolescencia es época de cambio, renovación y crecimiento del cerebro.

En la adolescencia debería construirse una identidad coherente, flexible y adaptable. Cualquier etiqueta que se le ponga a un adolescente puede restringir su capacidad de cambio.

El cerebro adolescente es más fuerte y más vulnerable, al mismo tiempo, en relación a cualquier otra etapa de la vida.

De adultos reinterpretamos nuestra adolescencia. No se la recuerda tal cual “fue”.

El modo en que vivieron su adolescencia los padres influye en cómo la viven sus hijos.

El sentimiento de soledad y desprotección emocional en los adolescentes pueden tener consecuencias muy negativas.

Los vínculos emocionales que se establecen en la infancia son claves en la adolescencia.

Los genes influyen, pero no determinan la conducta ni la personalidad.

Los adolescentes son (justificadamente) rebeldes con causa.

La biología los conduce a su comportamiento adolescente.

La adolescencia es el tiempo de ensayo y aprendizaje por excelencia.

Los adolescentes están más indefensos antes el estrés que los adultos.

A los adolescentes les encanta romper los límites prestablecidos. Ser autoritarios ante su comportamiento rebelde en nada ayuda.

La adolescencia es la época de las preguntas existenciales (quién soy, adónde quiero ir, etc.).

En clase están atentos a lo que les interesa. Hay que utilizar esa atención selectiva en su favor.

Necesitan retos y no hay que dárselo todo hecho.

Tienen gran capacidad para realizar aprendizajes transversales, aquellos que conectan y articulan los saberes de los distintos sectores de aprendizaje y dotan de sentido a los aprendizajes disciplinares, estableciéndose conexiones entre lo instructivo y lo formativo.

Hay que fomentar la cooperación, y no la competencia, en su educación.

Necesitan adquirir conocimientos aplicables a nuevos contextos.

En su formación la receta es “estímulo + apoyo + ejemplo”.

La adolescencia nos hace humanos.

 

Alejandro Ferro

 

Fuente.  Tu MISMO


 

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