Absolutamente todo lo que conocemos
en el mundo físico se encuentra en constante vibración, inclusive lo que
categorizamos como inanimado. Todo está compuesto de partículas subatómicas y
ellas se encuentran en constante vibración.
La vibración podemos llamarla el
lenguaje del universo. Atraemos a nuestras vidas todo aquello que se encuentre
vibrando en la misma frecuencia que nosotros… Y nuestra frecuencia está ligada
en un gran porcentaje a nuestro estado emocional.
Es por ello que cuando sentimos
tristeza, pareciese que se abriera ante nosotros un mundo de infinitas
posibilidades para mantenernos en ese estado vibratorio. Mientras que si nos
sentimos bien, todo parece confabularse para que sigamos sintiéndonos en este
estado.
Lamentablemente tenemos una curiosa
facilidad para mantenernos en estados que nos hacen vibrar a una frecuencia
baja, porque solemos enfocar nuestra atención de la forma más perjudicial
posible.
Si nos observamos por un período de
tiempo determinado, con la mayor objetividad posible, podríamos notar que
nuestros pensamientos normalmente se enfocan en aquello que no nos gusta, en
añorar aquello que no tenemos y en evitar que nos ocurran cosas no deseadas.
Se nos facilita ver el punto negro en
una inmensa hoja blanca, a veces nos escudamos en ser perfeccionistas,
detallistas, realistas. Pero la verdad es que nos estamos perdiendo de
disfrutar muchas cosas alrededor, por distraernos justamente con lo que no nos
gusta y por ello dejamos de apreciar un sinfín de cosas, de momentos, de
cualidades y para completar, activamos
nuestra atracción hacia lo que no nos agrada.
Miramos lejano aquello que nos
gustaría tener, lamentándonos de su ausencia y dejamos de apreciar la
abundancia en la que estamos inmersos, algunos acá dirán ¿cuál abundancia? Y
esto solo demostrará la poca apreciación de lo que se tiene, el poco valor que
se le da a un cuerpo maravilloso, que hace millones de cosas de manera
automática y precisa, todo lo tenemos, por poco que lo consideremos, cuando lo
enumeramos nos damos cuenta de lo inmenso del inventario, de lo que somos…
inclusive del planeta tan rico que habitamos… Esa es nuestra abundancia y si no
sabemos agradecerla, aquello que queremos, no nos encontrará.
Adicionalmente nuestra mente
intentando ser positiva, se la pasa evitando los peores resultados y con ello
solo logramos enfocarnos en ellos y así terminamos por atraerlos. Debemos
enfocarnos en lo que sí queremos, no lo que no deseamos. Tampoco debemos desear
dejar un estado, sino llegar a otro, parece lo mismo, pero no lo es, en cuanto
a atracción se refiere. No es lo mismo decir, espero que no haya tráfico a
espero llegar a tiempo, tampoco es lo mismo deseo que salir de la pobreza a
desear prosperidad.
Finalmente, ¿Cómo elevas tu
frecuencia vibratoria? Con lo que hemos mencionado, tú podrías responderlo,
pero ante la duda:
Enfocándote en lo que te agrada.
Valorando lo que tienes.
Esperando los mejores resultados de
todo lo que hagas.
No es complicado, solo es cuestión de
habituarnos. Recuerda que tu sistema de referencia son tus emociones, si te
sientes mal, estás vibrando a una frecuencia baja y desde allí estás creando
tus experiencias futuras, así que ocúpate en sentirte bien.
Sara Espejo
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