Expertos de la salud
han señalado a varios culpables en nuestras dietas como posibles explicaciones
del rápido aumento de las tasas de enfermedades crónicas en los países
industrializados, incluidos el azúcar, las grasas saturadas, y los aceites de
semillas industriales.
Daños a la salud
causados por los aceites de semillas industriales
Sin embargo, un
alimento comúnmente consumido que se encuentra en las dietas de millones ha
recibido sorprendentemente poca atención: los aceites de semillas industriales.
Contrariamente a lo que
se nos ha dicho, los aceites de semillas industriales como la soya, la canola y
los aceites de maíz no son “saludables para el corazón” ni beneficiosos para
nuestros cuerpos y cerebros; de hecho, extensa investigación indica que estos
aceites nos están enfermando. [¹]
Sigue leyendo para
conocer la historia de la industria del aceite de semilla industrial, los
efectos adversos para la salud del consumo de estos aceites y qué grasas
dietéticas debes consumir como reemplazo.
¿Qué son los aceites de
semillas industriales?
A diferencia de las
grasas tradicionales como el aceite de oliva, el aceite de coco, la
mantequilla, el ghee y la manteca de cerdo, los aceites de semillas
industriales son una adición muy reciente a la dieta de los humanos.
De hecho, los aceites
de semillas industriales, los aceites altamente procesados extraídos de la
soja, el maíz, la colza (la fuente del aceite de canola), la semilla de algodón
y las semillas de cártamo, se introdujeron en la dieta estadounidense apenas a
principios del siglo XX.
Entonces, ¿Cómo
llegaron estos aceites a ocupar un lugar tan influyente no solo en la dieta
estadounidense estándar sino en las dietas “occidentalizadas “en todo el mundo?
La historia es realmente extraña.
En la década de 1870,
en Cincinnati, Estados Unidos, dos fabricantes de jabón, William Procter y
James Gamble, decidieron iniciar negocios juntos. Si bien el jabón se había
fabricado históricamente con grasa de cerdo procesada, Procter y Gamble eran
una pareja innovadora y decidieron crear un nuevo tipo de jabón a partir de
aceites vegetales.
Casi al mismo tiempo,
se descubrió petróleo en Pennsylvania; reemplazo rápidamente el aceite de
semilla de algodón, que se había utilizado durante mucho tiempo para la iluminación,
como fuente de combustible.
El aceite de semilla de
algodón simplemente se envió a la categoría de “desecho tóxico” hasta que los
emprendedores Procter & Gamble se dieron cuenta de que todo ese aceite de
semilla de algodón no deseado podía usarse para producir jabón.
Pero había otra ventaja
que apelaba a su sensibilidad comercial: el aceite podía modificarse
químicamente mediante un proceso llamado “hidrogenación” para convertirlo en
una grasa de cocina sólida que se pareciera a la manteca de cerdo.
Así es como un aceite
anteriormente clasificado como “desecho tóxico” se convirtió en una parte
integral de la dieta estadounidense cuando Crisco se introdujo en el mercado a
principios del siglo XX.
Pronto, se produjeron
otros aceites vegetales. La soja se introdujo en los Estados Unidos en la
década de 1930, y en la década de 1950, se había convertido en el aceite
vegetal más popular del país. Los aceites de canola, maíz y cártamo aparecieron
poco después.
El bajo costo de estos
aceites de cocina, combinado con el marketing estratégico por parte de los
fabricantes de aceite, los hizo muy populares en las cocinas estadounidenses a
pesar de que su uso no tenía precedentes en la historia de la humanidad.
Nuestro estilo de vida
moderno está causando estragos en nuestra salud. Ya sea por nuestros niveles de
estrés, nuestra falta de sueño y movimiento, o las dietas pobres en nutrientes,
muchos de nosotros vivimos de una manera que afecta negativamente nuestra
salud.
La revolución
industrial nos trajo increíbles eficiencias en la producción, pero eso ha
tenido un impacto negativo en la calidad general de gran parte de los alimentos
disponibles para su consumo. El precio que pagamos por consumir alimentos de
baja calidad, incluidos los aceites de semillas industriales, es la inflamación
e incidencia de enfermedades crónicas.
Muchos factores
dietéticos pueden contribuir a la inflamación. Estos incluyen el consumo de
aceites de semillas industriales, pero también el consumo de gluten y exceso de
azúcar refinada.
El efecto de estos
alimentos en nuestra salud puede variar desde tener menos energía y más niebla
cerebral hasta el desarrollo de enfermedades crónicas debilitantes como la
esclerosis múltiple y mayores complicaciones en el manejo de la diabetes.
¿Cómo se hacen los
aceites de semillas industriales?
El proceso general
utilizado para crear aceites de semillas industriales es cualquier cosa menos
natural. Los aceites extraídos de la soja, el maíz, las semillas de algodón,
las semillas de cártamo y las semillas de colza deben ser refinados,
blanqueados y desodorizados antes de que sean aptos para el consumo humano.
Primero, se recolectan
semillas de las plantas de soja, maíz, algodón, cártamo y colza.
Luego, las semillas se
calientan a temperaturas extremadamente altas; Esto hace que los ácidos grasos
insaturados en las semillas se oxiden, creando subproductos que son
perjudiciales para la salud humana y animal.
Luego, las semillas se
procesan con un solvente a base de petróleo, como el hexano, para maximizar la
cantidad de aceite extraído de ellas.
A continuación, los
fabricantes industriales de aceite de semilla usan productos químicos para
desodorizar los aceites, que tienen un olor muy desagradable una vez extraídos.
El proceso de desodorización produce grasas trans, que se sabe que son bastante
perjudiciales para la salud humana.
Finalmente, se agregan
más productos químicos para mejorar el color de los aceites de semillas
industriales.
En conjunto, el procesamiento
industrial de aceite de semilla crea un aceite denso en energía y pobre en
nutrientes que contiene residuos químicos, grasas trans y subproductos
oxidados.
De desechos tóxicos a
“buenos para el corazón”: la historia de los aceites de semillas
¿Cómo pasaron los
aceites de semillas industriales de ser clasificados como “desechos tóxicos” a
disfrutar del título de grasas “saludables para el corazón”? La historia
involucra una combinación escandalosa de donaciones a organizaciones médicas,
dudosas investigaciones científicas y declaraciones de marketing sin
fundamento.
A fines de la década de
1940, un pequeño grupo de cardiólogos que eran miembros de la relativamente
nueva Asociación Americana del Corazón (AHA) recibió una donación de $ 1.5
millones de dólares por parte de Procter & Gamble.
Gracias a esta generosa
transferencia de efectivo de los creadores de Crisco, la AHA ahora tenía fondos
suficientes para hacer crecer su perfil nacional como organización de médicos
dedicada a la salud del corazón.
También se apresuró a
respaldar los aceites de semillas industriales, más amablemente denominados
“aceites vegetales”, como una alternativa más saludable a las grasas animales
tradicionales.
Casi al mismo tiempo,
un ambicioso fisiólogo e investigador llamado Ancel Keys presentó su hipótesis
de la dieta y los lípidos, en la que presentó datos que parecían sugerir un
vínculo entre la ingesta de grasas saturadas y colesterol y las enfermedades
del corazón.
Ya que las grasas
animales son una rica fuente de grasas saturadas y colesterol en la dieta,
rápidamente se convirtieron en objeto de burla para él.
Citando las grasas
animales como “no saludables”, Keys recomendó el consumo de ácidos grasos
poliinsaturados (AGPI), que investigaciones preliminares habían asociado con la
reducción del colesterol y el riesgo de enfermedades del corazón.
Las conclusiones de
Keys estaban en sintonía con los motivos de la industria del aceite de semilla
industrial: ¡hacer que la gente consuma más aceites de semilla! Pronto, la
margarina que era anunciada como “saludable para el corazón” (una forma sólida
de aceite vegetal) y otros aceites de semillas se volvieron comunes, y las
grasas saludables y tradicionales fueron olvidadas.
Si bien ahora se sabe
que la hipótesis de los lípidos de Keys estaba basada en una investigación
defectuosa, sus ideas, sin embargo, impregnaron la comunidad médica.
Pronto, muchas
organizaciones médicas, incluido el Programa Nacional de Educación sobre el
Colesterol y los Institutos Nacionales de Salud, se habían unido al movimiento
contra la grasa animal.
Entonces se hizo eco de
los consejos de la AHA de que las personas deberían evitar la grasa animal y en
su lugar consumir aceites vegetales poliinsaturados como Crisco y otras
mantecas, aceite de soja y aceite de maíz.
Esta confluencia de
eventos e intereses mutuos condujo a la sustitución radical de las grasas
dietéticas naturales como la manteca de cerdo y la mantequilla con aceites de
semillas industriales insaturados, cambiando indeleblemente la composición del
panorama alimentario estadounidense (y eventualmente global).
Apenas en años
recientes se ha cuestionado seriamente la validez de las declaraciones sobre
las propiedades saludables asociadas con los aceites de semillas industriales.
Un metaanálisis de 2014 no encontró ningún beneficio para la salud general de
reducir las grasas saturadas o aumentar los niveles de AGPI de los aceites
vegetales.
Además, la evidencia no
respalda las pautas dietéticas actuales que instan a las personas a reemplazar
las grasas saturadas con aceites vegetales.
6 razones por las
cuales los aceites de semillas industriales son terribles para tu salud
Existen seis problemas
principales con los aceites de semillas industriales:
El consumo de aceites
de semillas industriales representa un desajuste evolutivo.
Comer aceites de
semillas industriales aumenta nuestras proporciones de ácidos grasos omega-6 a
omega-3, y tiene consecuencias significativas para nuestra salud.
Los aceites de semillas
industriales son inestables y se oxidan fácilmente.
Contienen aditivos
nocivos.
Se derivan de cultivos
genéticamente modificados.
Cuando los aceites de
semillas industriales se calientan repetidamente, se crean aún más subproductos
tóxicos.
1. Son un desajuste
evolutivo
El desajuste evolutivo,
que es un desajuste entre nuestros genes y el entorno moderno, es el principal
promotor de las enfermedades crónicas en la actualidad.
Hay pocas áreas en
donde sea más evidente el desajuste evolutivo que en la dieta occidental
estándar; Las altas cantidades de carbohidratos refinados y las calorías de
esta dieta van en contra de nuestra biología ancestral, lo que nos hace sufrir
sobrepeso y enfermarnos.
Los aceites de semillas
industriales, como la azúcar refinada y el exceso de calorías, también
representan un desajuste evolutivo. Hasta la década de 1900, los humanos no
consumían aceites de semillas industriales.
¡De 1970 a 2000, el
consumo promedio de uno de los aceites de semilla industrial, el aceite de
soya, se disparó de apenas 2 kilos por persona al año a la increíble cantidad
de 12 kilos por persona al año!
Actualmente, el ácido
linoleico, el ácido graso primario en los aceites de semillas industriales,
representa el 8 por ciento de nuestra ingesta total de calorías; en nuestros
ancestros cazadores-recolectores, representaba solo del 1 al 3 por ciento del
total de calorías.
Los investigadores
conocedores del tema del desajuste evolutivo afirman que nuestros cuerpos
simplemente no están diseñados para manejar un consumo tan masivo de ácido
linoleico. Como resultado, nuestros altos niveles de consumo de aceite de
semillas industriales están causando que nuestra salud sufra.
2. Tienen una
proporción desequilibrada de Omega-6 a Omega-3
Los ácidos grasos
esenciales son grasas poliinsaturadas que los humanos no podemos producir
nosotros mismos y, por lo tanto, debemos consumir a través de nuestras dietas.
Vienen en dos variedades: ácidos grasos omega-6 y ácidos grasos omega-3.
Tras su consumo, los
ácidos grasos omega-6 dan lugar a ácido araquidónico y metabolitos potentes que
son principalmente de naturaleza proinflamatoria, incluida la prostaglandina E2
y el leucotrieno B4. Los ácidos grasos Omega-3 como el ALA, EPA y DHA, por otro
lado, dan lugar a derivados antiinflamatorios.
Se debe mantener un
equilibrio delicado entre los ácidos grasos omega-6 y omega-3 en el cuerpo para
promover una salud óptima. La proporción ancestral entre el omega-6 y omega-3
es de 1 a 1. Las dietas occidentalizadas, sin embargo, exceden en gran medida
este equilibrio, con relaciones de omega-6 a omega-3 en el rango de 10 a 1 y 20
a 1.
Una alta ingesta de
ácidos grasos omega-6, combinada con una baja ingesta de omega-3, conduce a un
desequilibrio en los mediadores proinflamatorios y antiinflamatorios. Este
desequilibrio produce un estado de inflamación crónica que contribuye a
numerosos procesos de enfermedades crónicas.
Los aceites de semillas
industriales son quizás el contribuyente más significativo al desequilibrio de
la relación omega-6-a-omega-3 característica de las dietas occidentalizadas y,
por lo tanto, juegan un papel importante en las enfermedades inflamatorias
crónicas.
3. Los aceites de
semillas industriales son altamente inestables
Los ácidos grasos
poliinsaturados en los aceites de semillas industriales son altamente
inestables y se oxidan fácilmente al exponerse al calor, la luz y los insumos
químicos. Cuando los aceites de semillas industriales están expuestos a estos
factores, se crean dos sustancias nocivas: grasas trans y peróxidos lipídicos.
Las grasas trans son
bien conocidas por su papel en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y
diabetes tipo 2; de hecho, por cada aumento del 2 por ciento en calorías de las
grasas trans, ¡tu riesgo de enfermedad cardíaca casi se duplica!
Los peróxidos
lipídicos, por otro lado, son subproductos tóxicos que dañan el ADN, las
proteínas y los lípidos de membrana en todo el cuerpo. La acumulación de
peróxidos lipídicos en el cuerpo promueve el envejecimiento y el desarrollo de
enfermedades crónicas.
4. Están llenos de
aditivos
Debido a que los ácidos
grasos en los aceites de semillas industriales son tan inestables, se agregan
antioxidantes sintéticos en un intento de prevenir la oxidación y la ranciedad.
Desafortunadamente, estos antioxidantes sintéticos tienen sus propios
problemas.
Los antioxidantes
sintéticos BHA, BHT y TBHQ tienen efectos disruptores endocrinos, cancerígenos
e inmunitarios. Además, se ha descubierto que el TBHQ aumenta la respuesta de
la IgE (inmunoglobulina E) a los alérgenos alimentarios, desencadenando una
liberación de anticuerpos y, por lo tanto, puede promover el desarrollo de
alergias alimentarias.
5. Los aceites de
semillas industriales provienen de plantas genéticamente modificadas
Además de ser pobres en
nutrientes y estar llenos de productos químicos desagradables y subproductos
tóxicos, la gran mayoría de los aceites de semillas industriales se derivan de
plantas genéticamente modificadas.
De hecho, las plantas
utilizadas para producir aceites de semillas industriales comprenden los
principales cultivos genéticamente modificados: maíz, soja, algodón y colza. En
los Estados Unidos, el 88 por ciento del maíz, el 93 por ciento de la soja, el
94 por ciento del algodón y el 93 por ciento de los cultivos de colza están
genéticamente modificados.
Se han realizado pocos
estudios sobre la seguridad a largo plazo del consumo de alimentos
genéticamente modificados, lo que nos da otra razón para evitar el consumo de
aceites de semillas industriales.
6. A menudo se
calientan repetidamente (y son extremadamente tóxicos)
Como si los aceites de
semillas industriales no fueran lo suficientemente malos para nuestra salud,
los restaurantes y los cocineros caseros a menudo participan en una práctica
que aumenta aún más sus efectos nocivos: calientan repetidamente los aceites de
semillas industriales.
Si bien el hábito de
reutilizar una y otra vez los aceites de semillas industriales (generalmente en
grandes freidoras, en el caso de los restaurantes) reduce los costos, da como
resultado un aceite repleto de subproductos tóxicos.
El calentamiento
repetido de los aceites de semillas industriales agota la vitamina E, un
antioxidante natural, al tiempo que induce la formación de radicales libres que
causan estrés oxidativo y dañan el ADN, las proteínas y los lípidos en todo el
cuerpo.
Estos efectos nocivos
explican por qué los aceites de semillas industriales que son calentados
repetidamente se asocian con presión arterial alta, enfermedades cardíacas y
daño intestinal y hepático.
Maneras en que los
aceites de semillas “saludables” nos están enfermando
Al contrario de lo que
muchas organizaciones de salud nos han estado diciendo durante años, los
aceites de semillas industriales no son alimentos saludables. Es más, su
consumo está asociado con una variedad de problemas de salud.
Asma
Consumir aceites de
semillas industriales puede aumentar tu riesgo de asma. Una alta ingesta de
ácidos grasos omega-6, como los presentes en los aceites de semillas
industriales, en relación con los ácidos grasos omega-3 aumenta los mediadores
proinflamatorios asociados con el asma.
Enfermedad autoinmune
Los aceites de semillas
industriales pueden promover la autoinmunidad al aumentar la proporción de
omega-6 a omega-3 del cuerpo y al aumentar el estrés oxidativo y la inflamación
crónica.
Cognición y Salud
Mental
Los aceites de semillas
industriales son particularmente dañinos para el cerebro. Una alta proporción
de ácidos grasos omega-6 a omega-3 predispone a las personas a la depresión, la
ansiedad, el deterioro cognitivo y la demencia.
El consumo de aceite de
canola está relacionado con el deterioro de la memoria y la capacidad de
aprendizaje que ocurre en la enfermedad de Alzheimer.
Las grasas trans, que
terminan de manera accidental en los aceites de semillas industriales, como
consecuencia del procesamiento químico y térmico, y de manera intencional,
durante el proceso de hidrogenación, están asociadas con un mayor riesgo de
demencia y, curiosamente, de agresión.
Diabetes y Obesidad
¿Los aceites de
semillas industriales nos están haciendo ser obesos y diabéticos ? La ciencia
ciertamente parece sugerir esto.
Investigaciones en
ratones indica que consumir altos niveles de ácido linoleico, el ácido graso
primario en los aceites de semillas industriales, altera la señalización de los
neurotransmisores, lo que en última instancia aumenta el consumo de alimentos y
la masa grasa.
En ratones, una dieta
rica en aceite de soja induce obesidad, resistencia a la insulina, diabetes y
enfermedad del hígado graso. Investigaciones en animales también sugieren que
el aceite de canola puede causar resistencia a la insulina.
Estudios en humanos
también señalan los efectos de los aceites de semillas industriales en la
diabetes y la obesidad, especialmente en niños.
Una dieta materna alta
en omega-6 en comparación con omega-3 se asocia con un mayor riesgo de
obesidad, un importante factor de riesgo de diabetes en niños. Una dieta
infantil con una alta proporción de omega-6 a omega-3 también puede provocar
resistencia a la insulina, prediabetes y obesidad en la edad adulta.
Cardiopatía
Contrariamente a lo que
la AHA nos ha estado diciendo durante los últimos 100 años, los aceites de
semillas industriales no son buenos para nuestros corazones. De hecho, los
ácidos grasos oxidados de los aceites de semillas industriales parecen jugar un
papel fundamental en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares.
Recientemente
investigadores han presentado una teoría llamada “teoría del ácido linoleico
oxidado de la enfermedad coronaria” que vincula el consumo de aceites de
semillas industriales ricos en ácido linoleico con la enfermedad
cardiovascular. La teoría es así:
El ácido linoleico
dietético de los aceites de semillas industriales se incorpora a las
lipoproteínas de la sangre.
La inestabilidad del
ácido linoleico aumenta la probabilidad de oxidación de las lipoproteínas.
Las lipoproteínas
oxidadas no pueden ser reconocidas por sus respectivos receptores en todo el
cuerpo y, en cambio, activan los macrófagos, que inician la formación de
células espumosas, la aterosclerosis y la enfermedad cardiovascular.
Los aceites de semillas
industriales también contribuyen a la enfermedad cardiovascular al aumentar la
proporción de omega-6-a-omega-3. Una alta proporción de omega-6 a omega-3 es un
factor de riesgo establecido de la enfermedad cardiovascular porque el exceso
de omega-6 tiene efectos proinflamatorios y protrombóticos en el sistema
vascular.
Finalmente, otra teoría
emergente sugiere que los aceites de canola y soya pueden contribuir a la
enfermedad cardiovascular al inhibir los procesos que involucran la vitamina
K2, que es esencial para la salud del corazón.
SII y EII
La investigación
sugiere que los aceites de semillas industriales pueden dañar la salud
intestinal, contribuyendo a afecciones como el síndrome del intestino irritable
(SII) y la enfermedad inflamatoria intestinal (EII).
En un estudio, ratones alimentados
con una dieta alta en ácidos grasos omega-6 del aceite de maíz experimentaron
aumentos en las bacterias intestinales proinflamatorias; Estos cambios
favorecen el desarrollo de patologías gastrointestinales, entre muchas otras
enfermedades crónicas.
Estudios en humanos
también sugieren un vínculo entre los aceites de semillas industriales y las
condiciones gastrointestinales. Las mujeres con SII comúnmente muestran niveles
significativamente elevados de ácido araquidónico, un ácido graso omega-6
abundante en aceites de semillas industriales y metabolitos PUFA
proinflamatorios, en comparación con los controles sanos.
Además, un
desequilibrio entre los ácidos grasos omega-6 y omega-3 se correlaciona con la
EII.
Estos hallazgos
sugieren que el consumo de altos niveles de ácidos grasos omega-6 altera el
microbiota intestinal y promueve la inflamación gastrointestinal, lo que
contribuye al desarrollo del SII y la EII.
Dado que los aceites de
semillas industriales son la fuente más abundante de ácidos grasos omega-6 en
la dieta occidental estándar, lo más lógico es que las personas con SII e IBD
eviten estos aceites y en su lugar consuman grasas naturales de aceite de
oliva, aceite de coco, mariscos silvestres, nueces y semillas, y grasas
animales sanas.
Inflamación
Una alta ingesta de
omega-6 de aceites de semillas industriales promueve la inflamación crónica. El
consumo de aceites de semillas industriales parcialmente hidrogenados y de
aceite de soja no hidrogenado se asocia con elevaciones de la proteína C
reactiva, TNF-alfa e interleucina-6, que son biomarcadores de inflamación
sistémica.
Esterilidad
Aproximadamente el 9
por ciento de los hombres y el 11 por ciento de las mujeres en los Estados
Unidos tienen problemas de fertilidad. Si bien muchos factores están
contribuyendo a las altas tasas de infertilidad, una causa que se pasa por alto
puede ser el alto consumo de aceites de semillas industriales.
Los hombres infértiles
exhiben una proporción de ácidos grasos omega-6 a omega-3 significativamente
elevada en comparación con los hombres fértiles. En estudios en animales con
mamíferos hembras, una alta ingesta de ácidos grasos omega-6 causaba malos resultados
reproductivos.
Degeneración macular
Los aceites de semillas
industriales pueden ser dañinos para los ojos. Una alta ingesta de ácidos
grasos omega-6 aumenta el riesgo de degeneración macular relacionada con la
edad, una enfermedad ocular que causa pérdida progresiva de la visión y ceguera
eventual.
Los niveles
desequilibrados de consumo de omega-6 pueden contribuir a problemas oculares al
promover la inflamación y al desplazar el ácido graso omega-3 DHA, que es
crucial para la visión.
Osteoartritis
En las personas con
osteoartritis, existe una asociación entre los ácidos grasos omega-6 y la
presencia de sinovitis, una inflamación de la membrana que recubre las
cavidades articulares. Por el contrario, se ha encontrado una relación inversa
entre el consumo de ácidos grasos omega-3 y la pérdida de cartílago en la
rodilla como lo indican resonancias magnéticas.
Dado que los aceites de
semillas industriales aportan una gran cantidad de ácidos grasos omega-6 a la
dieta, evitar estos aceites puede ser beneficioso para las personas que ya
tienen o que están en riesgo de osteoartritis.
Cómo evitar los aceites
de semillas industriales
El primer paso para
eliminar los aceites de semillas industriales de tu dieta es limpiar tu
despensa y deshacerte de cualquier botella de aceite de canola, maíz, algodón,
soya, girasol, cártamo o maní que tengas en tu cocina. Estos aceites no son
“saludables”, a pesar de las declaraciones engañosas que pueden aparecer en sus
etiquetas.
El paso número 2 es
dejar de comer alimentos procesados, ya que son una fuente importante de
aceites de semillas industriales. También trata de reducir tu consumo de
alimentos de restaurantes, que generalmente se cocinan en aceites de semillas
industriales que han sido calentados repetidamente.
Finalmente, el paso 3
es evitar comer carne de animales alimentados con granos, en la mayor medida
posible.
Hay evidencia que
sugiere que los animales alimentados con granos pueden acumular los
subproductos tóxicos de los aceites de semillas industriales, que comprenden
una gran parte de su dieta, en su carne; Cuando comes esta carne, tú también
puedes convertirte en un depósito de peróxidos lipídicos y otros subproductos
nocivos de los aceites de semillas industriales.
Cuando se trata de
Omega-6, la calidad importa
Si bien los aceites de
semillas industriales son ricos en omega-6, también hay muchos alimentos
enteros y frescos que naturalmente contienen ácidos grasos omega-6, como las
nueces, aves y aguacates.
El omega-6 de los
alimentos integrales no es ningún problema si se consume como parte de una
dieta balanceada con alimentos reales que contienen abundantes ácidos grasos
omega-3. Estas fuentes de ácidos grasos omega-6 de alimentos integrales
incluyen nutrientes que protegen el omega-6 de la oxidación, y tampoco están
expuestos a químicos y tratamientos industriales que hacen que los aceites de
semillas industriales sean tan tóxicos.
Seis grasas con las que
deberías cocinar
Ahora que has eliminado
los aceites de semillas industriales de tu cocina, ¿qué grasas deberías usar en
su lugar? Considera los tipos de grasas o aceites que nuestros antepasados
han usado durante miles de años: el aceite de oliva, el aceite de coco y las
grasas animales son fuentes naturales y saludables de ácidos grasos que nutrirán
nuestros cuerpos.
Este es un desglose
simple de los tipos de grasas más recomendadas.
1. Aceite de oliva
virgen extra
El aceite de oliva ha
sido parte de la dieta humana durante literalmente miles de años. Es rico en
vitamina E antioxidante y polifenoles con una amplia gama de propiedades
promotoras de la salud, incluidas propiedades cardioprotectoras y
antidiabéticas.
Una cucharada de aceite
de oliva contiene 1.9 gramos de ácidos grasos saturados (SFA), 9.8 gramos de
ácidos grasos monoinsaturados (MUFA) y 1.4 gramos de PUFA.
2. Aceite de coco
El aceite de coco es un
superalimento con muchas propiedades promotoras de la salud. Contiene
triglicéridos de cadena media como el ácido láurico, un ácido graso que el
cuerpo usa fácilmente para obtener energía y tiene propiedades antifúngicas,
antibacterianas y antivirales. El aceite de coco contiene 90 por ciento de
grasa saturada, lo que lo hace muy estable al calor.
3. Mantequilla y Ghee
Si toleras los lácteos,
la mantequilla y el ghee pueden ser excelentes adiciones a tu dieta. La
mantequilla y el ghee de animales alimentados con pasto contienen ácido
linoleico conjugado, un tipo de ácido graso con propiedades anticancerígenas y
que promueven la salud metabólica.
Si bien la mantequilla
puede contener trazas de proteínas de la leche, el ghee suele ser una opción
segura, incluso para las personas sensibles a los lácteos, ya que todos los
componentes de la leche se eliminan durante su producción.
Tanto la mantequilla
como el ghee están compuestos principalmente de grasas saturadas. Una cucharada
de mantequilla contiene 7,2 gramos de SFA, 2,9 gramos de MUFA y 0,4 gramos de
PUFA, mientras que una cucharada de ghee contiene 8 gramos de SFA, 3,7 gramos
de MUFA y 0,5 gramos de PUFA.
4. Manteca de pastoreo
Esto puede ser una
sorpresa, ¡pero resulta que la manteca está compuesta principalmente de grasa
monoinsaturada, el tipo de grasa contenida en el aceite de oliva que ha sido
publicitada como “saludable para el corazón” por la comunidad médica
convencional durante décadas!
La manteca de cerdo, la
grasa producida por los cerdos, es alta en grasas saturadas y es un buen
sustituto de la mantequilla para tus recetas si no puedes tolerar los lácteos.
Una cucharada de
manteca de cerdo contiene 5 gramos de SFA, 6 gramos de MUFA y 1,6 gramos de
PUFA. La manteca de cerdo también contiene de 500 a 1000 UI de vitamina D por
porción, dependiendo de con qué fueron alimentados los cerdos y de si
estuvieron expuestos a la luz solar.
Si estás interesado en
obtener una buena dosis de vitamina D de la manteca de cerdo, elige la manteca
producida a partir de cerdos en pastoreo a los que se les haya permitido andar
al aire libre.
5. Sebo de pastoreo
El sebo es la grasa
extraída de la carne que no sea carne de cerdo, como la carne de res y el
bisonte. Tiene un alto punto de ebullición que lo hace ideal para cocinar a
altas temperaturas.
De hecho, la mayoría de
los restaurantes usaban sebo en sus freidoras hasta la década de 1970, cuando
la industria del aceite de semilla industrial usurpó la posición de las grasas
tradicionales en nuestras dietas. El sebo contiene 6,4 gramos de SFA, 5,3 gramos
de MUFA y 0,5 gramos de PUFA en una porción de una cucharada.
6. Grasa de pato
La grasa de pato es un
delicioso aceite de cocina tradicional que también tiene una gran versatilidad.
Tiene un alto punto de ebullición, lo que lo hace ideal para cocinar a altas
temperaturas, pero tiene un sabor delicado y un perfil de ácidos grasos similar
al del aceite de oliva.
Una cucharada de grasa
de pato tiene 4 gramos de SFA, 6 gramos de MUFA y 1,6 gramos de PUFA. Intenta
usar grasa de pato alimentado con pasto para asar papas; ¡nunca querrás usar
otra cosa para cocinar papas una vez que lo hayas probado!
Finalmente, asegúrate
de incorporar muchas grasas saludables de alimentos integrales en tu dieta. Las
nueces, el aguacate, el coco, el pescado graso salvaje, y las carnes de
animales alimentados con pasto y de caza silvestre son excelentes fuentes de
grasas saludables y pueden incorporarse a tu dieta de innumerables maneras.
Fiente: La Vida Lucida
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