Cuando hablamos de
masajes, de acupuntura, de magneto terapia, de fototerapia, nos estamos
refiriendo a esta realidad energética del hombre, que no termina en la piel,
que no está dentro del ser, que establece una continuidad vibracional de este
con todo aquello que lo rodea y establece una interdependencia aún en un plano
físico o energético.
Conquistar este
territorio, es conquistar el territorio del chi o del qui, es conquistar el
territorio de las artes marciales, de la genuina botánica, no entendida como
componentes activos desde el punto de vista químico, sino como unidades
vibracionales, como portadores de una energía cósmica, vital; de una nueva
dietética, no basada en las calorías o en las proteínas, sino en la energía y
la información de los nutrientes.
Cuando hablamos de
esto, nos referimos también a las antiguas técnicas que modulan la energía a
través del movimiento; incluimos la ciencia de la respiración, que es la clave
de la maestría en los movimientos; pero estamos hablando también de la
moxibustión, de la acupuntura, de todas las técnicas de la medicina china y
descubriendo entonces, que buena parte de la propuesta de las medicinas
orientales, es la conquista de la interfase energética.
Hablamos de una
medicina energética cuando nos referimos a la medicina tradicional china; pero
si rescatamos el lenguaje de nuestra medicina tradicional americana, vamos a
encontrar esos mismos embriones de una medicina concebida desde el punto de
vista del campo energético y no desde el campo de la materia.
Es posible así desde la
Sintergética concebir una integración de medicina de la materia, con una
medicina de la energía; de integrar el cuerpo y la energía y encontrar que
todos los meridianos de acupuntura, son una interfase eléctrica, que produce un
campo magnético alrededor del cuerpo y permite la traducción entre el nivel
energético sutil y el nivel material que es un poco más denso.
En los organismos
vivos, como en el universo, nada está separado. La conectividad es su hilo
conductor. La materia vehicula la energía; la energía se vehicula
direccionalmente a través de un sistema de trayectos definidos de menor
resistencia eléctrica; los puntos de cruce de los vectores energéticos,
originan vórtices de energía o centros denominados chakras por los antiguos
médicos ayurvédicos, que a su vez están relacionados con una radiación cósmica,
que llamamos la dinámica de los siete rayos, e influyen sobre todo el sistema
glandular y torrente sanguíneo.
Vislumbramos, así,
campos energéticos densos, que pueden ser estudiados desde el punto de vista de
la ciencia convencional.
El estudio del campo
magnético y la resistencia eléctrica del punto de acupuntura, por ejemplo,
permite constatar que el punto emite energía y tiene un campo electromagnético
que le es propio. Sí penetráramos en el interior del punto, encontraríamos un
complejo sistema compuesto por una retícula de colágena en la que subyace una
glándula sudorípara, la cual tiene una arteria, una vena, una terminal del
sistema nervioso cerebroespinal, una terminal del sistema nervioso vegetativo y
además está produciendo neurotransmisores y neuropéptidos como Sustancia P,
bradiquinina y especialmente serotonina.
Todo ello implica que
el punto de acupuntura es un punto electrodérmico activo con una realidad
energética. histológica, anatómica, bioquímica, pues es productor de
neurotransmisores y neuropéptidos. El punto de acupuntura, que además hace
parte de un sistema arquetípico para disipar el calor del organismo pulsa como
un corazón; es decir se expande y se dilata o se contrae con relación a
coordenadas ambientales. Es en síntesis un micro cerebro periférico, con su
propio pequeño magneto-encefalograma específico para cada punto. Las líneas del
campo magnético emitido por el punto, se comportan como portadores de
información.
Dr. Jorge Carvajal
Posada
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