OH
LUZ!
—Maestro,
mi madre me enseñó una oración que reza así: «Oh Luz, pido dentro de mí:
Entendimiento para respirar el aire. Sabiduría para beber el agua. Temor para
respetar la vida de todo ser viviente. Paralítico y ciego estoy si no anda ni
ve mi espíritu. Obedezco, no ordeno. A ti que me has dado todo, todo te lo
devolveré con el conocimiento que traes hasta mí a cada instante».
Y
mirando tiernamente al maestro, le rogó:
—Tráeme
claridad sobre esta oración para que cuando la rece lo haga con toda mi
esencia.
Y
él así le decía:
—No
es «el entendimiento del respirar», sino las leyes que gobiernan la toma
adecuada del aliento, que es el aire. Es la mufla que aviva el fuego interno.
No
es «la sabiduría para beber», sino comprender las leyes de la naturaleza y
aplicarlas a uno mismo.
No
es «el temor para respetar la vida», sino lo que da la vida; porque con qué
derecho quitar algo que no se puede devolver. Y si se quita por necesidad, al
menos se ha de saber elevar en uno mismo.
«Paralítico
y ciego estoy si no anda ni ve mi espíritu», porque es el «Yo Soy» en mí el que
anda y ve a través del papel que hace en cada existencia.
«Obedezco,
no ordeno», porque has de saber que más mérito tiene ante el Cielo aquel que
sabe obedecer que aquel que sabe mandar. Y el final entiéndelo así: solo puedes
pagar con la moneda que tú mismo con tu esfuerzo ganas.
Cayetano
Arroyo
Fuente:
El Cielo en la Tierra
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