Estamos en un momento
en el que, con más motivos (aunque ya teníamos, y de sobra, desde hace tiempo)
y quizá con más motivación y urgencia, debemos asumir e integrar que nuestra
salud y la del planeta van inexorablemente unidas de la mano. No puede haber gente
sana en un planeta enfermo.
La salud del futuro:
integral, integrativa, preventiva y ecológica
Y, tanto en lo
referente a nuestra propia salud como a la del planeta, debemos hacernos
conscientes y responsables de ello: es necesario dejar de ser solo “pacientes”
en cuanto a nuestros procesos de salud-enfermedad y convertirnos en “sujetos
activos” en el proceso de curación, comprendiendo que nuestra forma de
alimentarnos, de respirar, de pensar, de sentir, de dormir…son fundamentales en
el mantenimiento y recuperación de nuestra salud. Y lo mismo en cuanto a
nuestro planeta y a nuestro modelo de sociedad; además de las urnas y de
reclamar a nuestros gobernantes nuevas políticas, podemos ser ya “actuantes”
con nuestros hábitos de consumo y con nuestra forma de vida.
El concepto del hombre
como un microcosmos, es decir, un cosmos en miniatura que refleja el universo
entero o macrocosmos, no es solo la base
de la obra de Hipócrates de Cos, padre de la medicina, sino que lo encontramos
en multitud de textos de todas las épocas y culturas: la filosofía
presocrática, la filosofía hindú, la china, en los textos sagrados de la
antigua Persia o en los “Upanishads” de la India, por ejemplo.
Nuestra salud y la del
planeta van inexorablemente unidas de la mano
También los últimos
descubrimientos de la ciencia demuestran esto y ya sabemos que nuestro
organismo es un “microuniverso” poblado de miles de millones de bacterias y de
virus que están en el digestivo, los pulmones, la piel… que son esenciales para
mantener el equilibrio con el exterior. Incluso el ADN humano tiene integrados
en su secuencia virus y bacterias.
El biólogo e
investigador, Máximo Sandín, doctor en Bioantropología y pionero en el mundo
científico, como defensor del papel fundamental de los virus en la evolución de
la vida, dice que, “las enfermedades no se producen “al azar”, sino que son
producidas por alguna agresión o desequilibrio ambiental”. Dice Sandín en el
prólogo a la segunda edición de su libro “Pensando la evolución. Pensando la vida”
que “las astronómicas cifras de bacterias y virus en que vivimos inmersos, en
nuestro interior y en nuestro exterior, en los mares y en los suelos, están
conectados en una compleja “red de la vida” que comunica el mundo orgánico con
el inorgánico y que convierte a la Naturaleza en algo vivo. Con ganas de vivir.
Pero nos la están matando”.
Se estima que en la
Tierra hay 10.000 millones más de bacterias y virus, que estrellas en el
Universo. Solo en una gota de agua de mar hay 1 millón de bacterias. Por otro
lado, solo somos un 10% de células humanas, el resto son microorganismos
que no están en nosotros al nacer.
Se estima que en la
Tierra hay 10.000 millones más de bacterias y virus, que estrellas en el
universo
Debemos pues
reflexionar respecto a la importancia de retomar el equilibrio perdido y
enfocarnos a una convivencia armónica con la naturaleza y una agricultura
ecológica como única opción para nuestra subsistencia.
Es también momento de
replantearnos cómo está siendo nuestra forma de vida y cómo estamos atendiendo
a nuestra salud: si tenemos una alimentación saludable, si descansamos lo
suficiente, si hacemos ejercicio, si tenemos contacto con la naturaleza (con la
tierra, el agua, el aire y el sol), cómo es nuestra respiración, cómo son nuestras
relaciones y nuestras emociones, cómo está nuestra energía vital y cómo podemos
armonizarla. Escuchar y cuidar a nuestro cuerpo y a nuestro planeta, educar a
los más pequeños en ello y hacer una medicina integrativa y preventiva son el
único camino para la salud.
Autora: Marta
Gandarillas, Periodista especializada en Salud Natural, Titulada superior en
Naturopatia y Terapeuta de Jin Shin Jyutsu.
Fuente: Bio Eco Actual
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