Muchas
veces nos encontramos frente a un cierre de algún ciclo y podemos reaccionar de
diferentes formas, pero muchas de ellas incluyen un porcentaje de resistencia a
ese final.
Si
nos detenemos un poco a mirar cada una de las experiencias de nuestras vidas,
podemos hacer una pausa para analizar qué encerró para nosotros cada final y
mirar cómo, luego de cada uno de ellos, sobrevino el comienzo de algo.
No
importa qué haya terminado, siempre representa el inicio de otra etapa, de otra
forma de vida, de un nuevo estado, de algo que diferente. Que no necesariamente
es positivo o negativo en relación a lo anterior, simplemente es nuevo. Porque
incluso si volvemos a experimentar estados de nuestro pasado, fácilmente
podemos darnos cuenta de que esta vez es diferente, por el simple hecho de que
nosotros no somos los mismos que en la anterior oportunidad.
Aprendamos
a no sentir tanta resistencia a los finales. A veces alargamos un estado de
agonía y de sufrimiento por no darle paso a un final que viene pidiendo pista
desde hace mucho.
Veamos
el ciclo continuado de todo. Incluso nuestra muerte es el inicio de un ciclo en
otro plano, al que entraremos llevando con nosotros el regocijo de nuestra alma
por todo lo vivido y lo que la hizo más grande.
Pero
sin pasarnos al otro plano, entendamos que nuestro tiempo es quizás el recurso
más valioso que tenemos. No podemos estimar de cuánto tiempo disponemos para
esta experiencia, pero hacer uso de manera inteligente del tiempo, nos
permitirá sacar el mayor provecho a la experiencia.
No
postergues un final, tú sabes cuándo es necesario, cuándo es inevitable, ¿por
qué extender una situación? ¿Por qué no cerramos una etapa por todo lo alto y
le damos la mejor bienvenida posible a lo que sigue?
Dejemos
los miedos a un lado, lo que termina es porque ya dio lo que tenía que dar, ya
compartimos lo que debimos, ya aprendimos lo necesario, ya no vibramos en la
misma frecuencia… Cerremos el capítulo con agradecimiento por lo vivido y con
gran entusiasmo por lo que vendrá. A veces ya tenemos ciertos indicios del
nuevo capítulo y en otras será una total sorpresa.
Sea
como sea, nunca perdamos de vista la continuidad de nuestra historia de vida,
luego de algún punto, vendrá otra idea, luego de un capítulo vendrá otro… Así,
hasta lo que creemos el final, que no será otra cosa que terminar nuestro
libro, para comenzar otro… Con una maravillosa pausa en medio para comentar y
disfrutar de lo aprendido con el que recién hemos cerrado.
Así
es la vida, eterna y continuada, de lo micro a lo macro… Los finales son solo
una ilusión y nuestra mente suele alterarse más de la cuenta con estos
espejismos. Haz lo posible para que se calme, para que se relaje y disfrute de
la experiencia, porque cada día cuando termina, le da paso a un nuevo amanecer
y cada instante que muere, le da paso al siguiente… Y en cada uno de ellos,
siempre hay una nueva oportunidad.
Por:
Sara Espejo – Rincón del Tibet
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