“Buena
parte de las dolencias que padecemos tienen una causa emocional y de descontrol
de pensamiento”, señala Vallejo-Nágera. Esta es la premisa de la que parten las
técnicas de reducción del estrés basadas en la atención plena (o “mindfulness”,
en inglés) desarrolladas en la Universidad de Massachusetts (EEUU) hace más de
un treinta años.
Cuando
una persona tiene estrés, señala Vallejo-Nágera, lo primero que sufre es la
calidad de su sueño y, en segundo lugar, el aparato digestivo. Para los
pacientes que la psicóloga trata en el Centro Médico de Enfermedades
Digestivas, en Madrid, “la medicina tradicional no ofrecía soluciones”,
señala. La alternativa es este programa
en el que a lo largo de cinco semanas los pacientes aprenden técnicas que,
según explica, “les servirán para toda la vida”.
¿Cómo,
exactamente? Incorporamos a la medicina
tradicional occidental conceptos o hábitos que se vienen manejando desde hace
siglos en la medicina oriental. El cuerpo es la voz de un sistema emocional que
no puede expresarse más que a través de la mente. Como mente y cuerpo
pertenecen a misma persona, el beneficio de una repercute en beneficio de otra.
Y viceversa. El estrés se auto induce. Sus hermanas mayores son la ansiedad y
la angustia. El cerebro se va programando con amenazas externas que no suelen
ser tan amenazadoras en la realidad. Por eso hay que enseñar a las personas a
“desprogramarse”. No se trata de evadirte, al contrario. Se trata de hacer lo
mismo que todos los días, tus actividades cotidianas, pero con la conciencia
lúcida, con el sistema nervioso tranquilo. Plenamente atento y presente.
¿Qué
es lo que aprenden estas personas? La primera técnica es respirar. Cuando
decimos a los pacientes que les vamos a enseñar a respirar se frustran, porque
están esperando algo extraordinario. Pero cuando la persona está nerviosa
respira mal. Respira sólo con la zona clavicular, con lo cual el cerebro se
oxigena peor y se entumece. En segundo lugar, les enseñamos a meditar. No hay
nada aquí religioso ni evasivo. Es un ejercicio intelectual poderosísimo.
Cuando la persona está estresada, el cerebro se queda entumecido, y el problema
lo absorbe todo. Pero después de seguir el curso y aprender a meditar todos los
días, el cerebro sigue contemplando el problema, pero también las soluciones.
Lo prueban, por ejemplo, los experimentos deHerbert Benson (de la Universidad
de Harvard) sobre los efectos de la meditación en el cerebro.
Para
eso no hacen falta psicólogos... Las técnicas de la atención plena se
acompañan, en el contexto terapéutico, de terapia cognitivo-conductual:
orientas a las personas para que descubran cómo las emociones modifican el
pensamiento y este, a su vez, modifica la acción. El programa de reducción de
estrés consiste en saber qué hacer para pisar el freno, y encontrar ese espacio
necesario entre emoción, pensamiento y acción.
Antes
de actuar, frena. ¿Quién necesita frenar? En el contexto de este programa,
personas con trastornos digestivos y neurológicos, fibromialgias, dolores de
cabeza, alteraciones del sueño por estrés… El alumno pone en práctica en casa
todo lo que aprende en clase. La recompensa es una mejoría en su salud y, en el
caso de los enfermos con problemas digestivos, capacidad para alimentarse y
disfrutar de la comida, en lugar de engullir o utilizar la comida para
“anestesiarte”. Todos ellos aprenden a disfrutar las rutinas diarias. La ducha
de la mañana, por ejemplo, es un momento placentero, pero la persona estresada
no lo disfruta; está pensando en el
futuro. La meditación ayuda a disfrutar del momento presente.
¿Qué
piensa de esto la comunidad médica? En EEUU estas técnicas llevan muchos años
poniéndose en práctica. Pero España no es, precisamente, un país pionero en
este sentido. La comunidad médica va estando cada vez más preparada porque la
unión de cuerpo y mente es real, y los médicos son cada vez más conscientes. Algo
importante es que no se ha producido ni un solo caso en el que esta metodología
cause daños. Si no se practica, no se producen beneficios, eso es todo. En el
curso de verano organizado por la Universidad Autónoma de Madrid [donde
Vallejo-Nágera impartía un curso de estrés y deterioro cognitivo] con científicos de otras universidades, todos
coincidíamos en esto: la medicina contra el estrés se llama meditación.
Hay
quien dice que no tiene tiempo para meditar. No es más que una excusa. No tiene
que ver con el tiempo sino con estar presente. Su mente se proyecta en la
cantidad de cosas que tiene por hacer, y no está disfrutando de lo que está
tiene entre manos en este momento.
Y
hay quien desconfía de la palabra meditación. Los españoles tienen la idea de
que meditar es evadirse, o es cosa de vagos o de hippies. Pero esa creencia no
es real, es puro desconocimiento. Se trata de tomar conciencia de en qué y cómo
llevas a cabo tu rutina diaria. De prestar atención absoluta al cuerpo y a la
mente.
Fuente:
Templo del Alma
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