La semana
pasada se publico la primera parte. Esto se lee, se medita, se da tiempo a
similarlo en la mente y en el corazón. Asi hacemos conciencia. Son 7 partes. Aquí
va la segunda.
Secreto 1
– El misterio de la vida es real
La vida
que conoces es una delgada capa de acontecimientos que cubre una realidad más
profunda. En ésta, eres parte de cada experiencia que ocurre, ocurrió y
ocurrirá. En la realidad profunda sabes exactamente quién eres y cuál es tu
propósito. No hay confusión ni conflictos con ninguna persona.
Tu
propósito en la vida es fomentar la expansión y crecimiento de la creación.
Cuando te miras, sólo ves amor.
Sin
embargo, el misterio de la vida no reside en estas cuestiones sino en cómo
sacarlas a la superficie. Si alguien me pidiera una prueba del misterio de la
vida, la más clara sería la enorme distancia entre la realidad profunda y la
vida cotidiana. Desde que nacemos recibimos constantes señales que sugieren la
existencia de un mundo distinto en nuestro interior. ¿Has experimentado estos
momentos de asombro? Ocurren al escuchar música hermosa o cuando el esplendor
de la naturaleza nos provoca un estremecimiento. También cuando vemos con el
rabillo del ojo algo familiar (la luz del amanecer, un árbol meciéndose con el
viento, el rostro de un ser querido mientras duerme) y sabemos que en ese
instante la vida es más de lo que parece.
Hemos
pasado por alto innumerables señales porque no forman un mensaje claro. He
conocido a un número prodigioso de personas con experiencias espirituales
asombrosas: de niños vieron el alma de su abuela elevarse al momento de su
muerte o seres de luz durante una fiesta de cumpleaños, viajaron más allá de
sus cuerpos físicos o fueron recibidos tras acudir a la escuela por un familiar
que acababa de morir en un accidente automovilístico. (Un hombre me contó que
había sido un “niño de la burbuja” durante los primeros diez años de su vida:
viajaba en su burbuja sobre la ciudad y hacia tierras desconocidas.) Millones
de personas -no exagero, es el testimonio de encuestas públicas- se han visto
cubiertas por una luz blanca iridiscente; o han escuchado una voz que saben
proviene de Dios; o tuvieron guardianes invisibles en su infancia, amigos
secretos que los protegían durante el sueño.
Con el
tiempo me di cuenta de que son más las personas que han tenido estas
experiencias (viajes a una realidad separada de ésta por un tenue velo de
incredulidad) que quienes no. Para correr el velo debes cambiar tus
percepciones.
Se trata
de un cambio personal, totalmente subjetivo, pero muy real.
¿Cómo
empezarías a resolver un misterio que está en todas partes pero que, de alguna
manera, no forma un mensaje articulado? Un gran detective como Sherlock Holmes
partiría de una deducción elemental: algo desconocido quiere darse a conocer.
Un misterio renuente a mostrarse se retiraría cada vez que nos acercáramos. El
misterio de la vida no se comporta así: sus secretos se revelan inmediatamente
si sabes en qué dirección mirar. Pero, ¿cuál es ésta?
La
sabiduría del cuerpo es un buen punto de acceso a las dimensiones ocultas de la
vida: es totalmente invisible, pero innegable. Los investigadores médicos
empezaron a aceptar este hecho a mediados de los años ochenta. Anteriormente se
consideraba que la capacidad de la inteligencia era exclusiva del cerebro, pero
entonces se descubrieron indicios de inteligencia en el sistema inmune y luego
en el digestivo.
Ambos se
valen de moléculas mensajeras especiales que circulan por todos los órganos
llevando información hacia y desde el cerebro, pero que también actúan de
manera autónoma. El glóbulo blanco que distingue entre bacterias invasoras y
partículas inofensivas de polen realiza una decisión inteligente pese a que
viaja en el flujo sanguíneo lejos del cerebro.
Hace diez
años parecía absurdo hablar de inteligencia en los intestinos. Se sabía que el
revestimiento del tracto digestivo posee miles de terminaciones nerviosas, pero
se les consideraba simples extensiones del sistema nervioso, un medio para
mantener la insulsa tarea de extraer sustancias nutritivas del alimento. Hoy
sabemos que, después de todo, los intestinos no son tan insulsos. Estas células
nerviosas que se extienden por el tracto digestivo forman un fino sistema que
reacciona a sucesos externos: un comentario perturbador en el trabajo, un
peligro inminente, la muerte de un familiar. Las reacciones del estómago son
tan confiables como los pensamientos del cerebro, e igualmente complicadas. Las
células de colon, hígado y estómago también piensan, sólo que no con el
lenguaje verbal del cerebro. Lo que llamamos “reacción visceral” es apenas un
indicio de la compleja inteligencia de estos miles de millones de células.
En una
revolución médica radical, los científicos han accedido a una dimensión oculta
que nadie sospechaba: las células nos han superado en inteligencia durante
millones de años. De hecho, su sabiduría, más antigua que la cortical, puede
ser el mejor modelo de lo único anterior a ella: el cosmos. Quizá el universo
también nos supera en inteligencia.
Adonde
quiera que vea, puedo percibir lo que la sabiduría cósmica intenta. Es muy
similar a lo que yo pretendo: crecer, expandir, crear; la diferencia es que mi
cuerpo coopera con el universo mejor que yo.
Las
células no tienen inconveniente en participar en el misterio de la vida. La
suya es una sabiduría de pasión y compromiso totales. Intentemos relacionar las
cualidades de la sabiduría corporal con las dimensiones ocultas que deseamos
descubrir:
La
sabiduría que estás viviendo – La inteligencia del cuerpo
1. Tienes un propósito superior.
2. Estás en comunión con la totalidad de la
vida.
3. Tu conciencia está siempre abierta al
cambio: percibe momento a momento lo que ocurre en tu entorno.
4. Aceptas a los demás como tus iguales, sin
prejuicios.
5. Afrontas cada momento con creatividad
renovada, sin aferrarte a lo antiguo o lo gastado.
6. Tu ser se mueve al ritmo del universo. Te
sientes seguro y atendido.
7. Tu concepto de eficiencia es dejar que el
flujo de la vida te traiga lo que necesitas. Fuerza, control y lucha no son tu
procedimiento.
8. Sientes conexión con tu origen.
9. Estás comprometido con la generosidad,
fuente de toda abundancia.
10. Valoras todos los cambios, incluso el
nacimiento y la muerte, en función de la inmortalidad. Lo que menos cambia es
lo más real.
Ninguno
de estos temas son aspiraciones espirituales; son hechos cotidianos en el plano
de las células.
Propósito
superior:
Cada
célula del cuerpo acuerda trabajar por el bien del todo; el bienestar
individual es secundario. Si es preciso, morirá para proteger al cuerpo (lo que
ocurre con frecuencia). La vida de cualquier célula es muchísimo más breve que
la nuestra. Las células de la piel mueren por cientos cada hora, al igual que
las inmunológicas que combaten los microbios invasores. El egoísmo resulta
inconcebible, incluso cuando la supervivencia de las células está en juego.
Comunión:
Cada
célula permanece en contacto con todas las demás. Hay células mensajeras que
corren en todas direcciones para notificar a los puestos avanzados más lejanos
cualquier intención o deseo, por pequeño que sea. Retirarse o negarse a
comunicar resulta inconcebible.
Conciencia:
Las
células se adaptan a cada momento. Son flexibles para responder a cada
situación. Mantener hábitos rígidos resulta inconcebible.
Aceptación:
Las
células reconocen que cada una es igualmente importante. Todas las funciones
del cuerpo son interdependientes. Realizarlas de manera aislada resulta
inconcebible.
Creatividad:
Aunque
cada célula cumple funciones específicas (las células hepáticas, por ejemplo,
realizan 50 tareas distintas), éstas se combinan de manera creativa. Una
persona puede digerir alimentos que nunca había comido, concebir pensamientos
nuevos o bailar de un modo nunca visto. Aferrarse a conductas anquilosadas
resulta inconcebible.
Estar:
Las
células obedecen al ciclo universal de reposo y actividad. Aunque este ciclo se
manifiesta de distintas formas (niveles hormonales fluctuantes, presión
sanguínea, ritmos digestivos), su expresión más obvia es el sueño. Sigue siendo
un misterio por qué necesitamos dormir, pero si no lo hacemos sufrimos
disfunciones graves. El futuro del cuerpo se incuba en el silencio de la
inactividad. La actividad obsesiva o la agresividad resultan inconcebibles.
Eficiencia:
Las
células operan con la menor cantidad posible de energía. En general, sólo
almacenan tres segundos de alimento y oxígeno dentro de la pared celular. Confían
totalmente en que se les proveerá. El consumo excesivo de alimento, aire o agua
resulta inconcebible.
Conexión:
Debido a
su herencia genética común, las células saben que, en esencia, son iguales. El
hecho de que las células hepáticas sean diferentes de las cardíacas, y las
musculares de las cerebrales, no contradice su identidad colectiva, que es
inalterable. En el laboratorio, una célula muscular puede transformarse
genéticamente en célula cardíaca refiriéndola a su origen genérico. Las células
saludables permanecen vinculadas a su origen sin importar cuántas veces se
dividan. Vivir en aislamiento resulta inconcebible.
Dar:
La
actividad principal de las células es dar, lo que mantiene la integridad del
resto. El compromiso total con la concesión produce automáticamente la
recepción, la otra mitad de un ciclo natural. El acopio resulta inconcebible.
Inmortalidad:
Las
células se reproducen para transmitir a su descendencia, sin restricciones, su
conocimiento, experiencia y talentos. Es una clase de inmortalidad práctica:
someterse a la muerte en el plano físico, pero vencerla en el no físico. La
brecha generacional resulta inconcebible.
Es lo que
mis células han convenido. ¿No es un pacto plenamente espiritual? La primera
cualidad – seguir un propósito superior – corresponde a los atributos
espirituales de renunciación o desprendimiento; dar es devolver a Dios lo que
es de Dios; la inmortalidad coincide con la creencia en la vida después de la
muerte. Sin embargo, al cuerpo no le conciernen los apelativos adoptados por la
mente. Para él, estas cualidades son simplemente la manera en que funciona la
vida, el resultado de la expresión biológica de la inteligencia cósmica a lo
largo de billones de años. El misterio de la vida manifestó su potencial pleno
con gran paciencia y cuidado: aun hoy, el acuerdo que mantiene unido mi cuerpo
parece un secreto porque, a juzgar por las apariencias, no existe. Más de 250
clases de células realizan sus actividades diarias (las 50 funciones que
cumplen las células hepáticas son exclusivas de ellas y no se superponen a las
de las células musculares, renales, cardíacas o cerebrales) y sería
catastrófico que tan sólo una de ellas se malograra. El misterio de la vida ha
encontrado el modo de expresarse perfectamente por mi conducto.
Relee la
lista de cualidades y presta atención a lo señalado como “inconcebible”:
egoísmo, incomunicación, aislamiento, consumo excesivo, actividad obsesiva y
agresividad. Si nuestras células no se comportan de este modo, ¿por qué lo
hacemos nosotros? ¿Por qué si la avaricia provoca la destrucción de las células
(la avaricia es el principal pecado de las células cancerígenas), la
consideramos buena para nosotros?
¿Por qué
nuestro consumo desemboca en una epidemia de obesidad mientras nuestras células
reducen el suyo al mínimo? La conducta que aniquilaría a nuestros cuerpos en un
día es la que los seres humanos hemos adoptado. Hemos traicionado la sabiduría
de nuestro cuerpo y, peor aún, ignorado el modelo de una vida espiritual
perfecta.
Este
libro no nació de la idea de que los seres humanos son débiles o incompetentes
en lo espiritual. Nació durante una crisis familiar que me infundió esperanzas
renovadas.
Mi padre
murió hace unos años cuando nadie lo esperaba.
Enérgico
a sus 81 años, había pasado ese día de enero viendo la investidura del nuevo
presidente estadounidense. Aunque se había retirado de su prolongada práctica
médica como cardiólogo, seguía activo y había pasado la noche discutiendo casos
clínicos con un grupo de alumnos.
Mi madre
dormía en otra habitación debido a su mala salud, y no escuchó cuando Krishan
se fue a la cama. Sin embargo, después de media noche, ella aún no podía
conciliar el sueño y él apareció en su puerta en ropa de cama apenas una tenue
silueta en la oscuridad – y le dijo que se iba. Mi madre comprendió
inmediatamente. Él le dio un beso y dijo que la amaba. Entonces, volvió en silencio
a su cuarto, donde sólo penetraban los sonidos nocturnos de los grillos, las
aves tropicales y la ciudad de Delhi. Se acostó, invocó a Dios tres veces y
murió.
La
confusión reinó en mi familia. Mi hermano menor y yo volamos de Estados Unidos
a India tan pronto como pudimos. Al cabo de unas horas, luego de vestir el
cuerpo de mi padre para el funeral y esparcir flores de caléndula sobre él, lo
bajamos por las escaleras hacia donde esperaba el cortejo en el cual se
mezclaban lamentaciones de mujeres con cantos sagrados. Poco tiempo después me
encontraba sobre una pila de cenizas en el ghatde incineración, en la ribera
del río, cumpliendo el deber del primogénito: hacer trizas con un palo los
restos del cráneo de su padre para liberarlo simbólicamente de los lazos con su
vida terrenal.
No pude
evitar la idea de que él, la persona a quien más amé en mi vida y que jamás
pensé perder tan pronto, había desaparecido completamente. Sin embargo, la
conciencia tan clara y serena con la que murió nos evitó los dolores más
profundos del duelo. Aunque sabía que el cuerpo y la personalidad de Krishan
Chopra habían desaparecido, mis emociones no descansarían hasta comprender en
todo detalle en qué se había convertido. El misterio lo había transformado, y
me di cuenta de que yo y todos sufrimos esa transformación. El misterio nos
mantiene unidos y el misterio nos dispersa.
En lugar
de investigar el misterio de la vida en tanto aspecto íntimo de nuestro ser,
actuamos como si no existiera.
Todos
hemos sufrido por esta omisión, y en nuestro horizonte se perfila aún más
sufrimiento, quizá más intenso que el hasta ahora conocido. Mi padre partió de
un mundo hundido en las profundidades de la oscuridad. Para cuando comience el
noticiario de esta noche habrán surgido problemas en todas partes, como
siempre, y las explicaciones no se acercarán siquiera a la sabiduría de una
sola célula. Muchas personas se desaniman y evitan el desafío de tanto
sufrimiento.
Otras
suponen que deben cambiar su situación y buscar algo nuevo – relación, empleo,
religión o maestro – para sentirse vivos de nuevo.
¿Crees
que las células de tu cuerpo aceptarían esta lógica derrotista? Si el lugar en
que estás no es suficientemente bueno, el amor, la salud y Dios permanecerán
siempre fuera de tu alcance.
Después
de generaciones de vivir en el caos, ¿estamos preparados para permitir que el
misterio nos salve?
¿Hay
alguna otra manera?
CAMBIA TU
REALIDAD PARA ALBERGAR EL PRIMER SECRETO
A cada
secreto sigue un ejercicio que te permitirá aplicarlo en tu vida. La lectura
incide en el nivel del pensamiento, pero los niveles del sentimiento y la
acción permanecen intactos. Los tres deben fundirse para que tu realidad
personal cambie.
El primer
secreto consiste en dejar que la sabiduría del cuerpo señale el camino. Escribe
hoy mismo diez de las cualidades mencionadas y cómo pondrías en práctica cada
una.
Anótalas
en una hoja aparte que te guiará durante el día.
Puedes
dedicar una jornada a cada cualidad o escribirlas y practicar todas las que te
sean posibles. El propósito no es que seas “una mejor persona”; no partas de la
idea de que eres débil o incapaz. La intención es extender la zona de confort
de tu cuerpo hacia el comportamiento y el sentimiento.
Asegúrate
de que tus palabras expresen aspiraciones cercanas a tu corazón, que te hagan
sentir tú mismo. Por ejemplo:
Propósito
superior.
Estoy
aquí para servir. Estoy aquí para inspirar. Estoy aquí para amar. Estoy aquí
para vivir mi verdad.
Comunión.
Mostraré
mí aprecio a alguien a quien nunca lo he expresado. Pasaré por alto la tensión
y seré amigable con alguien que me ha ignorado. Expresaré al menos un
sentimiento que me ha hecho sentir culpable o avergonzado.
Conciencia.
Dedicaré
diez minutos a observar y guardar silencio. Me sentaré a solas con el único fin
de sentir mi cuerpo. Si alguien me molesta, me preguntaré qué hay detrás de mi
ira y no dejaré de prestar atención hasta que desaparezca la incomodidad.
Aceptación.
Dedicaré
cinco minutos a pensar en las cualidades de alguien que me desagrada. Leeré
sobre alguna comunidad que considero intolerante e intentaré ver el mundo a su
manera. Me miraré al espejo y me describiré exactamente como si fuera la madre
o el padre perfecto que me gustaría haber tenido (empezando con la frase: “Para
mí eres hermoso”.
Creatividad.
Imaginaré
cinco cosas que puedo hacer y que mi familia jamás esperaría, y realizaré al
menos una. Esbozaré una novela basada en mi vida (todos los sucesos serán
verdaderos, pero nadie adivinará que yo soy el protagonista). Inventaré algo
que el mundo necesita desesperadamente.
Ser.
Pasaré
media hora en un lugar tranquilo, percibiendo únicamente qué se siente existir.
Me recostaré en el pasto y sentiré cómo la tierra se remueve lánguidamente bajo
mi cuerpo. Inhalaré tres veces y dejaré que el aire salga lo más suavemente
posible.
Eficiencia.
Evitaré
controlar al menos dos cosas y veré qué sucede. Observaré una rosa y
reflexionaré en la posibilidad de hacer que se abra más rápida o bellamente de
lo que lo hace; luego me preguntaré si mi vida ha florecido con tal eficiencia.
Me acostaré en un lugar tranquilo cerca del océano o con una grabación de sus
sonidos – y respiraré a su ritmo.
Conexión.
Cuando
esté con alguien y mi mirada se desvíe, la dirigiré de nuevo a sus ojos. Miraré
con aprecio a alguien cuya importancia no he reconocido. Expresaré solidaridad
a alguien que la necesita, de preferencia a un desconocido.
Dar.
Compraré
el almuerzo y lo daré a una persona necesitada – o iré a una cafetería y comeré
con ella -. Elogiaré a una persona por una cualidad de la que se sienta
orgullosa. Dedicaré hoy a mis hijos todo el tiempo que deseen.
Inmortalidad.
Leeré un
texto sagrado sobre el alma y la promesa de la vida después de la muerte.
Escribiré cinco cosas por las que quiero ser recordado. Me sentaré y
experimentaré en silencio el lapso entre la inhalación y la exhalación,
sintiendo la eternidad en el momento presente.
Ejercicio
2:
¿Accidente
o inteligencia?
Cada uno
de los secretos de este libro se refieren a la existencia de una inteligencia
invisible que opera bajo la superficie visible de la vida. El misterio de la
vida no es la expresión de accidentes aleatorios sino de una inteligencia
omnipresente.
¿Es posible
creer en esta inteligencia, o seguiremos aceptando sucesos azarosos y causas
fortuitas? Lee los siguientes hechos inexplicados y señala si conocías o no la
existencia de esos misterios.
. Sí O No – Las aves que habitan el desierto
cercano al Gran Cañón entierran miles de piñones en lugares muy dispersos al
borde del desfiladero. En invierno, cada una encuentra los que enterró, aun
bajo una gruesa capa de nieve.
. Sí O No – Los salmones que nacen en una
pequeña corriente que alimenta el Río Columbia, al noroeste del Pacífico, nadan
hacia el mar. Luego de varios años de recorrer vastas extensiones del océano,
regresan para reproducirse justo al lugar donde nacieron, sin equivocarse jamás.
. Sí O No – A niños de distintos países se les
leyó un texto en Japonés y se les preguntó si consideraban que habían escuchado
palabras sin sentido o un bello poema en este idioma. Todos los niños japoneses
contestaron correctamente pero, de manera significativa, también la mayoría de
los de otros países, quienes nunca habían escuchado una palabra de este idioma
en sus vidas.
. Sí O No – Una persona siente el momento
exacto en que su gemelo idéntico muere en un accidente a miles de kilómetros de
distancia.
. Sí O No – Las luciérnagas de Indonesia, que
se cuentan por millones, son capaces de sincronizar sus destellos en un área de
varios kilómetros cuadrados.
. Sí O No – En África, ciertos árboles podados
en exceso pueden avisar a otros situados a kilómetros de distancia que
incrementen la cantidad de tanina en sus hojas, sustancia química que las
vuelve incomibles para los animales. Estos árboles reciben el mensaje y
modifican su composición química.
. Sí O No – Gemelos separados al momento de
nacer se encuentran años después y descubren que se han casado con mujeres del
mismo nombre y en el mismo año, y que tienen el mismo número de hijos.
. Sí O No – La hembra del albatros vuelve con
alimento al lugar de crianza y encuentra a sus polluelos entre cientos de miles
de aves idénticas en una playa atestada.
. Sí O No – Una vez al año, durante la luna
llena, millones de cangrejos herradura salen a la playa a aparearse. Todos
responden al mismo llamado desde las profundidades del océano donde la luz no
llega jamás.
. Sí O No
– Cuando las moléculas de aire hacen vibrar tus tímpanos – de manera similar a
un palo que golpea un platillo – escuchas voces que reconoces y palabras que
comprendes.
. Sí O No – Aislados, el sodio y el cloro son
venenos mortales. Combinados forman la sal, sustancia fundamental para la vida.
. Sí O No – Para leer esta frase, varios
millones de neuronas de tu corteza cerebral deben formar de manera instantánea
una estructura completamente original e inédita.
No hay
calificación para este ejercicio, pero tenlo a mano hasta que termines el
libro. Entonces reléelo y verifica si tus creencias cambiaron y puedes explicar
estos hechos con base en los secretos espirituales considerados.
Tomado de El Libro de Los Secretos – Descubre
quiénes somos, de dónde venimos y por qué estamos en esta vida.
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