Las oportunidades suelen presentarse
una sola vez, en cada uno de nosotros está la decisión de tomarlas o dejarlas
pasar. Muchas veces tenemos la opción de elegir una opción y sencillamente bajo
la realidad del momento y las prioridades que establecemos, decidimos enfocar
nuestras energías en otro camino.
Evidentemente cada decisión por
simple que parezca, lleva consigo un riesgo, consecuencias que debemos
responsablemente asumir e inclusive llevan consigo la posibilidad del
arrepentimiento por haber desechado una oportunidad que a posterior nos pudiese
interesar.
Es imposible saber a ciencia cierta
cuál será la opción más conveniente para nosotros cuando tomamos una decisión,
aun cuando se realice el mejor análisis, aun cuando se proyecten los diferentes
escenarios y aun cuando tratemos de ser lo más objetivos posibles. No hay
manera de prever el futuro, no hay forma de adelantarnos a los acontecimientos,
solo podemos suponer, pronosticar y evidentemente esto tendrá asociados
márgenes de desviación con respecto a los resultados que obtendremos.
Cuando raras veces nos equivocaremos,
será cuando hagamos una pausa en nuestro proceso mental y demos entrada a la
estrella de las decisiones, que nos invita a diario a andar sin miedo, a
confiar en que damos los mejores pasos, la que le resta el drama a todo
escenario y solo nos pide que la escuchemos y decidamos desde el corazón.
Esta estrella no es otra que nuestra
alma, que viene acumulando sabiduría en cada una de nuestras experiencias, que
sabe a dónde debemos ir para aprovechar mejor este tránsito, la que lo entiende
y lo sabe todo, pero no encuentra la manera de que la dejemos ser por un
instante… Instante en el cual realmente somos de forma integral, volvemos a
nuestra esencia, nos abrazamos como un todo.
Así que cuando debamos decidir algo
que puede ser trascendental en nuestras vidas evaluemos de manera racional
tanto como queramos, pero demos un campo de acción a ese silencio mental que
nos otorga todas las respuestas, a esa fuente que solo está esperando que
recurramos a ella y será la única manera de garantizar que no tenderemos que
arrepentirnos por no haber tomado o por no haber dejado pasar alguna
oportunidad.
Asumamos las consecuencias de lo que
decimos cada día, entendamos que muchas veces no podremos tener todo lo que
queremos en un momento determinado y tendremos que soltar algo, para tomar otra
cosa, porque en ese momento creeremos que esa es la mejor opción, puede ser que
el tiempo nos dé la razón o no las quite, pero lo realmente importante será
vivir a plenitud cada experiencia y sacar de ella el mayor provecho.
Por: Sara Espejo –
Fuente; Rincón del Tibet
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