Cada
persona acepta y vive según realidades ‘modelo-estándar’ , o bien despierta y
asume un rol activo en su vida eligiendo las realidades que experimenta. (DL
Zeta)
No
estamos limitados a una línea de tiempo particular, pero sí existen líneas más
o menos afines al plan original de nuestra alma. El “salón de revisión”, el
“plano sublime”, el “bardo” (existen distintos nombres para este espacio)… es
un lugar de descanso al que nos retiramos tras la muerte para hacer un repaso
de la vida que acabamos de dejar atrás. Y es también donde planificamos nuestra
siguiente encarnación. Allí, despojados del ego, sin juicio y con amor y
aceptación inefables, vemos lo que nos hicimos a nosotros y a los demás, las
oportunidades que fuimos creando y también las que no aprovechamos, así como
los asuntos que hemos dejado inconclusos, algunos con siglos de antigüedad. A
menudo se trata de asuntos sencillos como el orgullo, la soberbia, el no saber
expresar amor, la falta de perdón, la creencia de no ser merecedor de cosas
buenas…, los cuales trataremos de resolver en nuestra siguiente existencia.
En base a
esa revisión de nuestra última vida y de los asuntos pendientes diseñamos
líneas de tiempo potenciales. Así, dibujaremos una línea en la que nos topemos
con una determinada persona o evento con objeto de poder trabajar ese orgullo o
esa falta de perdón, etc. A esto lo llamamos destino: una línea de tiempo
predestinada, una línea potencial magnética en la que atraemos las
circunstancias idóneas para trabajar lo que aún está incompleto. El destino es
entonces una oportunidad que nos creamos. Cada asunto inconcluso el alma lo
registra como línea de destino.
En este
momento hay más planeamiento del alma en curso que en ninguna otra época de la
humanidad, porque antes de pasar el marcador [el 2012, el cambio de era] todo
era una simple repetición de la vieja energía. Ustedes vienen y se van, no
sucede gran cosa; vienen y se van, no hay gran cambio. Miles de años con las
mismas energías, las mismas guerras, el mismo odio, la misma naturaleza humana,
y de repente… el cambio. (Kryon)
¿Cómo
sabemos que no estamos siguiendo nuestra línea de tiempo predestinada? ¿Cómo
sabemos que no estamos viviendo nuestro propio guión, el que diseñamos para
nuestro mayor bien, sino viejos guiones pre-existentes, una repetición de la
misma vieja energía? Porque nuestra alma-conciencia nos lo hace saber, nos
habla con el lenguaje de los sentimientos, del corazón. Sentimos presión en el
pecho cuando vamos en contra de algo que hemos creado como oportunidad. De alguna
manera sentimos que hemos perdido la línea de tiempo predestinada.
Supongamos,
por ejemplo, que para trabajar el orgullo diseñaste una línea de tiempo en la
que creaste situaciones con las que volverte humilde, pero ante ellas, elegiste
de nuevo el orgullo, bien por la presión de un grupo, por la presión social,
por poder, popularidad, etc. Es decir, no tomaste en cuenta la necesidad de tu
alma, y en consecuencia algo se trabó. Escogiste un potencial no erróneo, ya
que el alma nunca juzga al humano en términos de correcto o incorrecto, pero sí
un potencial menos elevado para ti en términos de crecimiento.
¿Cuántas
veces hemos hecho esto? ¿Cuántas veces hemos ido en contra de nuestra línea
potencial más elevada? En miles e incluso cientos de miles de vida, ya que si
hubiéramos aprovechado esas oportunidades y hubiésemos trabajado todos nuestros
asuntos inconclusos, ya no estaríamos aquí; no necesitaríamos encarnar de
nuevo.
Por eso
es tan sumamente importante seguir el impulso del alma, pues de ese modo
completamos algo en algún lugar, y “seguimos el camino más noble y elevado que
jamás hayamos elegido” (Ramtha). Cuando tomamos decisiones adecuadas para cada
oportunidad, no hay presión, ni lucha, ni confusión, ni sensación de llevar un
peso en los hombros, sino liviandad, claridad, certeza y LIBERTAD. Ir en contra
de nuestra alma es escoger potenciales o líneas de tiempo que no van en
consonancia con nuestro mayor bien, alegría, evolución y elevación espiritual.
Para
evitar que esto ocurra, el ser ha de nutrirse de conocimiento espiritual.
Nuestra gama de elecciones se amplía a medida que adquirimos conocimiento. A
mayor entendimiento, mayores y mejores elecciones. “Es nuestra falta de
conocimiento lo que nos separa de aquello que sentimos que nos falta” (Ramtha).
Lo que sabemos, nuestra sabiduría interna, equivale a la cantidad de
potenciales que podemos escoger. Cuando comprendemos quiénes somos, cuando nos
conocemos y tomamos conciencia de nuestra naturaleza divina, podemos acceder a
una vida más de acuerdo a nuestra evolución personal y del alma, más en
sintonía con nuestra divinidad.
La manera
de activar y acceder a una línea de tiempo en armonía con nuestra evolución,
aquella que originalmente diseñamos como la más adecuada, la que nos permitiría
trascender nuestros asuntos y elevarnos por encima de ellos, es incorporando
ese destino a nuestra red neuronal, convertirlo en pensamiento ordinario,
integrarlo en nuestro ser y vivir de acuerdo a él. Es decir, que para
desplazarnos de manera efectiva a las líneas de tiempo de realidades deseadas y
elegidas de forma consciente hay que estar despierto.
Si, por
ejemplo, nos quedamos dormidos al volante, no solo no podemos tomar decisiones
conscientes, sino que lo más probable es que suframos un accidente. Dormir es
permanecer en la inconsciencia. Despertar espiritualmente es tomar conciencia y
empezar a comprender el impacto de nuestras acciones y de nuestra energía.
La
conciencia despierta es capaz de elegir sus propias realidades, mientras que la
conciencia dormida se mueve a través de una vida dictada por viejos guiones.
(DL Zeta)
Los
accidentes, la pérdida de oportunidades, las decisiones desafortunadas… a
menudo son lapsos de inconsciencia que impiden atraer o elegir realidades más
elevadas. Sin embargo, estos baches en el camino son oportunidades para
despertar o seguir despiertos; son un recordatorio, una sacudida para que nos
preguntemos si la línea de tiempo que estamos escogiendo (manifestando o
desplegando) es la que verdaderamente deseamos. Esto entraña dedicación
consciente. Soltar un guión o línea de tiempo no deseada requiere salirse al
mismo tiempo de la duda, el miedo, la resistencia, el victimismo… ya que estos
no son estados despiertos.
Por ello
es crucial detenerse a examinar la motivación que hay detrás de nuestras
decisiones. Cuando elegimos buscando la aceptación de los demás, el
reconocimiento, la fama, para presumir o impresionar, o bien por miedo a algo o
a alguien, etc., en realidad no estamos eligiendo en absoluto, sino
desperdiciando una oportunidad de ver y experimentar el regalo que diseñamos
originalmente para nosotros. Pero cuando elegimos desde el corazón, de forma
natural, la elección se vuelve real; sentimos que la línea de tiempo elegida de
alguna manera “encaja”.
Recuerda,
no somos marionetas de Dios. Tenemos libre albedrío. El guión se puede
reescribir. Aquello que llamamos “destino” lo hemos creado nosotros como
oportunidad. Y si te sientes triste, angustiado, frustrado, desempoderado,
contraído, desvitalizado… y no sabes por qué, revisa tus elecciones, y una vez
halles el asunto inconcluso, pide a tu alma que cree una nueva oportunidad y
sabiduría para aclararlo, y así poder vivir un destino más afín a tu más alta
evolución. Hay una vida alternativa que conoces bien a un nivel profundo. Sé
sincero contigo mismo, obra con honestidad, no con astucia, sigue la llamada de
tu alma y la descubrirás, pues reconocer los estados del alma eleva nuestra
conciencia y vibración, y nos amplía la perspectiva hacia nuevos horizontes.
Nuestro destino verdadero es ser creadores conscientes, es decir, ser lo más
parecido a Dios. Así que, como cuerpos estelares que somos, desde el centro de
todas las posibilidades, de todos los potenciales y líneas de tiempo, se trata
de elegir aquella que más luz nos aporte.
Y un buen
consejo para cuando tengamos que planificar nuestra próxima encarnación (si es
que este es el caso) sería incluir en esa siguiente vida la memoria completa de
quiénes somos, así elegiríamos sabiamente; elegiríamos aquello que realce
nuestra alma.
Luz y
Amor
Gema Marcos Garrido
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