La vida a
veces nos reta de una manera tal que sentimos que no tenemos las fuerzas
necesarias para seguir adelante, que no contamos con los recursos necesarios
para superar un trayecto, pensamos que allí, en ese lugar oscuro, frío y
desolado, sencillamente está el fin, el fin de las fuerzas de nuestro espíritu,
que en otras oportunidades no nos ha fallado y nos guiado a la salida de las
más fuertes tormentas… Te doy una noticia: ¡Ésta no es la excepción!
No
importa cuánto nos cueste, si tenemos la confianza necesaria en nosotros mismos
y en esa capacidad divina que reside en nuestro interior , más temprano que
tarde saldremos airosos de cualquier trayecto pedregoso, de cualquier foso, de
cualquier tormenta… Y lo mejor de todo es que ya no seremos los mismos y que
cada uno de los cambios que experimentaremos, serán para nuestro absoluto
beneficio.
Solo
perderemos la batalla cuando nos demos por vencidos, cuando dejemos nuestras
fuerzas a un lado y anulemos la resiliencia que llevamos dentro. Nunca, ningún
problema será superior a lo que podamos enfrentar, nunca ninguna situación será
tan extrema que no nos permita resurgir, porque hasta la muerte misma
representa un renacimiento.
En los
peores tránsitos podemos experimentar muchas cosas en relación a las personas
que nos rodean, podemos sentirnos absolutamente solos, bien sea porque
realmente lo estemos, o porque las personas que tenemos cerca no están en la
capacidad de ayudarnos o darnos soporte en esas circunstancias, la mayoría de
las batallas trascendentales de nuestra vida, se enfrentan en soledad.
Sin
embargo, las pruebas más difíciles, nos pueden servir de filtro para saber con
quién contamos y quienes están a nuestro lado por motivos específicos, a veces
de quien menos esperamos es de quien más recibimos y con quien creemos contar,
nos da la espalda y sigue su camino.
Lo que
podemos tener claro es que una vez del otro lado, cuando el mar esté en calma y
sintamos el sol brillando en nuestro cielo, contaremos con un espíritu
fortalecido, con lecciones aprendidas, mucho más conscientes de las herramientas
con las que contamos y una experiencia que podremos utilizar el resto de
nuestras vidas.
No
importa qué tan cansado estés, qué tan decepcionado, confundido o abatido te
encuentres, ante cualquier adversidad, cuando lo necesites, toma una pausa…
respira profundo, deja que tu alma te guíe y sigue adelante, lo mejor te espera
en menos de lo que piensas.
Sara Espejo
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