Cucharón
Cucharón
de bambú, cuenco de granito.
Corteza
de hielo sobre el entintado embalse.
La luna
resplandece en el cuenco
Hasta que
la plenitud se escurre.
Algunas
personas son como cucharones. No importa qué traten de recoger, termina
escurriéndoseles
otra vez. Para ese tipo de personas es extremadamente difícil
acumular
algo en la vida.
Si tú
eres como un cucharón, aún mayor razón para concentrarte en los recursos que
tienes.
La pobreza de cualquier clase no necesita ser un elemento disuasivo si
sabes
cómo utilizar la riqueza que posees. Debes abrazar tu destino, trabajar con
él, y
aprovecharlo.
En última
instancia, no podemos asir realmente nada de forma permanente en la vida.
Nacemos
desnudos, morimos desnudos, y a decir verdad vivimos desnudos. A lo que le
tomamos
gusto –nuestra ropa, nuestra riqueza, nuestras relaciones- es todo externo
a
nosotros. Nos es fácilmente arrebatado por una golpiza del destino.
Tratamos
de internalizar nuestras experiencias y nuestro entendimiento. Incluso eso
podemos
perderlo por estrés, senilidad, una memoria pobre, pensamiento
desorganizado,
drogas o un shock. Verdaderamente, todos somos cucharones. Lo poco
que la
vida nos ofrece gotea escurríendose.
Quizás
incluso la más pobre de las situaciones es rica, porque toda la futilidad de
la vida
nos lleva a abrazar el Tao. Después de todo, es mayor que todos los
infinitos
y más sutil que la menor de las briznas. Sentirlo requiere de gran
fortaleza.
Notarlo requiere de la delicadeza de una libélula. Cuando te canses de
aferrarte
a la vida, encontrarás los medios para entrar en el Tao.
365 Meditaciones Tao
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