Coincidir
con alguien es fácil, lo hacemos a menudo y con decenas de personas cada día.
Sin embargo, lo que es realmente mágico es llegar a “conectar”, es chocar de
mente y corazón con alguien y descubrir de pronto cómo armonizan nuestros
mundos, cómo vemos galaxias donde otros solo ven charcos de lluvia o cómo
nuestras risas estallan al mismo tiempo y por las mismas razones…
A menudo,
nos caracterizamos por esa atracción hacia el mundo de la fantasía o la ciencia
ficción sin comprender que la vida misma encierra procesos todavía más
increíbles, más mágicos e incluso desconocidos. ¿Qué media en esa conexión
entre dos personas que sin conocerse casi de nada coinciden en un mismo punto y
un mismo lugar para quedar atraídas la una por la otra?
No
hablamos solo del proceso del enamoramiento, hablamos también de esa magnífica
coyuntura que erige las amistades más sólidas, esas que no saben de tiempo ni
distancia, pero sí de complicidades, de pactos y de esa armonía afectiva donde
hay una preocupación recíproca y un cariño sincero.
Las
personas conectamos, como lo hacen ciertos átomos, como lo hace la Luna al
atraer el agua de los océanos provocando las mareas. Tal vez la vida misma sea
eso, dejar que esa fantástica conexión que establecemos con ciertas personas a
lo largo de nuestra vida nos lleve hacia un destino puntual, formando parte de
un proceso de crecimiento donde permitirnos aprender, compartir, ayudar y ser
ayudados dejando una huella emocional imperecedera en corazones ajenos al
nuestro…
Fuente:
La Mente es Maravillosa
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