No
desesperes, mientras más aturdido estés, con mayor dificultad podrás obtener
las respuestas que necesitas. Solo debemos relajarnos, dejar de buscar, de
indagar, solo pausar nuestra mente, darle calma, solicitarle amorosamente que
le permita el paso a esa parte de nosotros que siempre tiene las respuestas y
que quiere colocarnos en el sitio donde nos corresponde estar.
El
corazón ha sido el elegido por diversos motivos para ser el receptáculo de
nuestra alma, es por ello que siempre escuchamos cosas como: ver con los ojos
del corazón, dejar que el corazón actúe por nosotros, etc. Con ello lo que se
pretende es sencillamente darle paso a que nuestra parte espiritual tome el
control, actúe más allá de nuestra mente y nuestros sentidos.
Solo
cuando nuestros pensamientos y emociones callan, cuando dejamos de
identificarnos con su presencia y efectos, es cuando podemos prepararnos a
escuchar esa parte esencial de nosotros, que siempre está allí, enviándonos
señales, pero solo podemos realmente captar cuando no existe la interferencia
de la mente.
No
podemos estar en un estado de “no mente” permanentemente, ni siquiera por
períodos prolongados de tiempo. Pero unos pocos instantes de esta conexión
mágica, nos serán suficientes para guiar nuestros pasos, para alejar las dudas,
para sentirnos capaces de llegar y hacer lo que queramos, siempre y cuando esto
sea favorable para nuestra evolución.
¿Cómo
logramos callar nuestra mente?
Básicamente
vivir en el presente es la clave, no se trata de no proyectarnos a futuro,
significa, dejar de preocuparnos por algo que no nos está ocurriendo,
significar estar presente en lo que hacemos, enfocarnos en eso y nada más,
suena sencillo, pero si tomamos cualquiera de nuestros momentos diarios, nos
daremos cuenta de que nuestros pensamientos, como animales salvajes, van de un
sitio a otro, sin ningún tipo de control aparente.
Por lo
que necesitamos hacernos el hábito de concentrar nuestra atención en lo que
vivimos, en la experiencia presente, captando cada sensación, cada estímulo a
través de nuestros sentidos, los aromas, la temperatura, los colores, los
sonidos, cualquier detalle, apreciando todo tal y como es, más allá de ponernos
a pensar en cómo nos gustaría que fuese o cualquier otra cosa.
Evidentemente
la meditación siempre es un buen recurso, hay muchas técnicas para establecer
la calma en nuestra mente a través de ella y mientras más constantes seamos con
nuestra práctica, mejores respuestas obtendremos, especialmente las que vienen
de nuestro corazón, que siempre nos llevarán a donde debemos estar.
Por: Sara
Espejo – Rincón del Tibet
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