Una mente inocente es
luz para sí misma, está libre de miedo. Descubran cómo es posible vivir sin una
sombra de miedo. Entonces sabrán qué es el amor.
SOBRE EL MIEDO
Somos propensos a hacer
una abstracción del miedo, o sea, a convertirlo en una idea.
Pero, aparentemente,
jamás escuchamos la voz del miedo. Está, pues, muy claro que ningún agente
externo, por elevado que sea, por popular que se haya vuelto gracias a la
propaganda, podrá jamás resolver este problema del miedo humano. Existe el
deseo de realizarnos y el miedo de no ser capaces de realizarnos. Donde hay
comparación tiene que haber miedo. Si la mente ve que esos factores son los que
originan el miedo, entonces, la percepción misma de esos factores termina con
las causas que contribuyen a la existencia del miedo. Si existe una causa
física que nos produce un dolor de estómago, el dolor se termina al descubrir
la causa. De manera similar, donde hay cualquier causa, hay una terminación.
DIVIDIENDO EL MIEDO
Escapar del miedo es
solo aumentarlo.
Cuando te enfrentas con
algo de manera directa, no hay miedo.
El movimiento de la
certidumbre a la incertidumbre es lo que yo llamo miedo. No tengo miedo en el
presente. Así pues, tengo miedo del pasado y del futuro.
Una de las funciones
del pensamiento es estar ocupado todo el tiempo con algo. Casi todos queremos
tener nuestras mentes ocupadas sin cesar, a fin de evitar vernos tal como
realmente somos. Tememos sentirnos vacíos; tememos mirar nuestros miedos.
Las teorías de otras
personas no tienen importancia alguna. Son ustedes mismos los que tienen que
formularse la pregunta: ¿Puede el miedo ser dividido en consciente y
subconsciente? ¿O existe un único miedo que traducimos en diferentes formas?
Existe tan sólo un deseo; sólo existe el deseo. Uno desea. Los objetos del
deseo también cambian, pero el deseo se siempre el mismo. De igual modo, quizá
sólo hay miedo. Uno teme toda clase de cosas, pero existe únicamente el miedo.
ENTENDIENDO EL MIEDO
El miedo es un movimiento
único que se expresa de maneras diferentes.
Uno puede observar sólo
cuando la mente está muy quieta. Cuando uno dice: “Debo controlarlo, debo
librarme de él, debo entenderlo”, está tratando de escapar del miedo. Así,
cuando uno está directamente en contacto con el miedo o la desesperación, con
la soledad o los celos, o con cualquier otro estado mental desagradable, ¿puede
mirarlo de manera tan completa que su mente esté lo suficientemente tranquila
como para verlo? Si miramos tan sólo los detalles del miedo o tratamos de
habérnoslas con nuestros miedos abordándolos uno por uno, jamás llegaremos a la
cuestión fundamental, que es aprender a vivir sin miedo.
Pero ese miedo es una
realidad y tratamos de comprender un hecho mediante una abstracción, lo cual,
por supuesto, no puede hacerse. Pero, en realidad, el observador que dice:
“Tengo miedo”, ¿es de algún modo diferente de la cosa observada, o sea, del
miedo? El observador es el miedo y, cuando se comprende, ya no hay más
disipación de energía en el esfuerzo de librarse del miedo, y desaparece el
intervalo de tiempo-espacio entre el observador y lo observado. Cuando uno ve
que forma parte del miedo, que no está separado de él –que uno es el miedo-,
entonces ha visto que no puede hacer nada al respecto; de esa manera, el miedo
llega totalmente a su fin.
SIN MIEDO HAY AMOR
Si uno mira lo que es,
el hecho, y no la idea, verá que lo que está dando origen al miedo es tan sólo
la idea, el concepto del futuro, del mañana. No es el hecho lo que da origen al
miedo.
La mente necesita saber
que es lo original. Hemos dicho que es Dios, pero ésa es también una palabra
que los seres humanos han inventado en su temor, en su infelicidad, en su deseo
de escapar de la vida.
No existe en absoluto
la mente “individual”; estamos todos completamente relacionados. Para
comprender –no como individuo, sino como ser humano total- qué es el original,
uno debe comprender la totalidad de la desdicha humana, todos los conceptos,
todas las fórmulas que el hombre ha inventado en el curso de los siglos. Sólo
cuando nos liberamos de todo esto, podemos descubrir si existe algo que sea
original. De lo contrario, somos seres de segunda mano; y como somos seres de
segunda mano, seres humanos falsificados, el dolor no termina jamás. El dolor
de cada uno de ustedes y mi dolor están relacionados con todo el dolor de la
humanidad. Esto no es mero sentimentalismo o emocionalismo; es un hecho crudo,
real.
Usted puede recordar el
ruido o escuchar realmente el ruido… Cuando tenemos miedo estamos completamente
aislados. Entonces observe si esos temores son temores reales o si los proyecta
el pensamiento como recuerdo.
Para aprender acerca
del miedo, no debo distraerme escapando de él. No tiene que existir el
sentimiento de “debo librarme del miedo”. Si tengo esos sentimientos, no puedo
aprender. Para aprender acerca del miedo, no debemos escapar del miedo. ¿Qué le
ocurre a la mente cuando se enfrenta con el miedo y no existe el problema de
escapar de él? Por favor, descúbralo, dedique su mente a ello.
Cuando la mente
comprende todo el contenido del miedo y, por lo tanto, está desprovista de
miedo surge un estado de inocencia. Una mente así es luz para sí misma, está
libre de miedo. Descubran cómo es posible vivir sin una sombra de miedo.
«Entonces sabrán qué es el amor.»
LIBERACIÓN DEL MIEDO
Sólo una mente libre de
cualquier tipo de ocupación dispone de una energía tremenda.
Experimenté un dolor
ayer; está el recuerdo de ese dolor y no quiero que se repita mañana. El acto
de pensar sobre el dolor de ayer, un pensar que contiene el recuerdo del dolor
experimentado, proyecta el miedo de volver a experimentarlo nuevamente mañana.
ORÍGENES DEL MIEDO
El origen del miedo es
el pensamiento.
La devoción que
profesan a su gurú, a sus dioses, a sus ideales, es adoración a sí mismos,
porque son ustedes los que han creado a su gurú, ustedes han creado sus
ideales, sus dioses; los han creado con sus pensamiento, los crearon sus
abuelos, y ustedes aceptan esto porque les satisface, les brinda consuelo. Por
lo tanto, son devotos a sí mismos. Las religiones se basan en el pensamiento,
han sido creadas por el pensamiento. Y lo que crea el pensamiento no es
sagrado, es sólo pensamiento, es nada más que una idea. Y ustedes proyectan una
idea, la convierten en un símbolo y después la adoran.
Si se cuestionan y se
interrogan a sí mismos, podrían estar absolutamente libres del miedo, y
entonces no habrá dioses. Cuando el hombre se ha liberado de toda forma de
miedo, no necesita consuelo, no necesita recompensas y no busca nada que lo
ayude. Dios no los ha creado a ustedes para que vivan una vida desdichada, sino
que nosotros hemos creado a nuestro dios.
Uno tiene un ataque al
corazón y se acabó. Pero la idea del ataque al corazón podría sobrevenir en el
futuro, es miedo. ¿Es el tiempo la raíz del miedo, siendo el tiempo un
movimiento del pasado, modificado en el presente y continuado en el futuro?
¿Puede uno vivir, psicológicamente, sin el mañana? Háganlo. O sea, si uno ha
experimentado un dolor físico ayer, terminar con ese dolor ayer mismo, no
traspasarlo al día de hoy y hacia el de mañana. Ese transferir, que es el
tiempo, da origen al miedo.
¿Alguna vez han
permanecido con el miedo? ¿Han permanecido con él, no alejándose del miedo, no
reprimiéndolo ni transcendiéndolo, no haciendo toda clase de cosas al respecto,
sino viendo simplemente la profundidad del miedo y sus extraordinarias
sutilezas. Uno puede darse cuenta de todo eso únicamente cuando ésta mirando el
miedo sin tener para ello ningún motivo, sin tratar de hacer nada con él, sólo
observándolo.
Surge, pues, la
pregunta: ¿Puede uno detener el pensamiento? Si el pensamiento engendra temor y
placer –porque donde hay placer tiene que haber dolor, eso es bastante obvio-,
uno se pregunta: ¿Puede llegar a su fin el pensamiento? Lo cual no significa el
fin de la percepción de la belleza, para el disfrute de la belleza. Es como ver
la belleza de una nube o de un árbol y disfrutarla totalmente por completo, en
plenitud; pero cuando el pensamiento busca tener mañana esa misma experiencia,
ese mismo deleite que ha experimentado ayer viendo esa nube. Ese árbol, esa
flor, el rostro de esa persona tan atractiva, entonces invita a la desilusión,
al dolor, al miedo o al placer.
Existe el tiempo físico
o cronológico, y existe el tiempo psicológico que dice: “Soy esto, pero mañana
no lo seré”. Está, pues, el tiempo como pasado, el tiempo como presente y el
tiempo como futuro. En el ahora están contenidos todo el pasado y el futuro. De
modo que el presente es el pasado y el futuro, contenidos en el ahora. ESO ES
TIEMPO.
El conocimiento de un
incidente pasado que causó miedo se GRABA en el cerebro, como en una cinta
magnética. Así es como el cerebro tiene conocimiento del miedo.
Usted me adula y el
cerebro registra inmediatamente eso. O me insulta, y el cerebro también lo
registra. Es como una máquina que está grabando todo el tiempo. Eso se
convierte en nuestro conocimiento, y desde ese conocimiento actuamos. Pero, ¿es
posible no registrar, no grabar psicológicamente? Pero si comprendemos la
naturaleza y estructura del tiempo, no intelectualmente sino de hecho, y
también la del pensamiento, entonces, debido a que estamos totalmente ATENTOS,
esa atención CONSUME el miedo. Todo esto requiere una extraordinaria cualidad
de atención, porque en la atención no hay actividad alguna del yo.
El interés egocéntrico
en nuestra vida es la causa del miedo.
El pensamiento no está
separado del tiempo. Son una sola cosa.
Si no hubiera tiempo y
pensamiento, no habría miedo.
RECOMPENSA Y CASTIGO
El cielo está aquí si
hacemos lo debido; si no, ¡nos vamos al infierno!
En el momento en que
vemos la belleza de una montaña, con la nieve, con el claro cielo azul, no hay
placer, sólo existe esa inmensidad, esa grandeza, esa majestuosidad; más tarde
comienza el placer, cuando uno quiere que aquello se repita, lo cual implica
rememoración, pensamiento, tiempo; igual que con el temor. He visto todo el
movimiento de esa cosa que ha sucedido ayer en la mañana y deseo que se repita.
Es exactamente el mismo movimiento con el temor y el placer. De manera que
nuestras mentes, nuestras exigencias, están atrapadas entre dos cosas: la
recompensa y el castigo. Esa es nuestra vida. Eso soy yo, eso es uno, el sí
mismo que vive, que tiene sus raíces en este tiempo, en el pensamiento, en el
placer, el temor, la recompensa, el castigo. El cielo está aquí si hacemos lo
debido; si no, ¡nos vamos al infierno! La misma cosa repetida una y otra y otra
vez…
En primer lugar, ¿podemos
mirar nuestros miedos? Y ¿cómo los miramos? ¿Cómo los afrontamos? Supongamos
que temo no poder ser salvado más que por cierta persona divina. Hay un miedo
profundamente arraigado de dos mil años. Ni siquiera observo ese miedo; forma
parte de mi tradición, de mi condicionamiento, el pensar que no puedo hacer
nada pero que alguien más, un agente externo, va a ayudarme, a salvarme.
Salvarme… no sé de qué, ¡pero no importa¡ Y eso forma parte de mi miedo. Y, por
supuesto, está el miedo a la muerte. Ése es el miedo fundamental. El miedo es
parte de mí.
ESCAPAR DEL MIEDO
El miedo surge cuando
eludimos el hecho, cuando escapamos de él; entonces, el escape mismo es el
miedo.
El miedo empieza y
termina en el deseo de estar seguros: seguridad interna y externa, con el
anhelo de certidumbre, de permanencia. Nuestro eterno clamor es por encontrar
la seguridad y sentirnos a salvo. Esta insistente exigencia es la que da el
origen al miedo.
¿Existe, acaso, en lo
interno, certidumbre, continuidad o permanencia alguna? No existe. El
escaparnos de esta realidad es miedo. La incapacidad de enfrentarnos a esta
realidad engendra toda forma de esperanza y desesperación.
El pensamiento mismo es
el origen del miedo. El pensamiento es tiempo. El pensamiento acerca del mañana
es placer o dolor. Ambos, el placer y el dolor causan miedo
Pero ¿existe la
experiencia del miedo, o existe la conciencia acerca de la causa del miedo, de
la cual el pensamiento está escapando? La autoprotección física es una cosa
sensata, normal y sana, pero toda esta forma de autoprotección interna es
resistencia, y siempre acumula, desarrolla esa fuerza que es el miedo.
Cuando este proceso
total de pensamiento, tiempo y miedo es visto, no como una idea o una fórmula
intelectual, entonces hay terminación completa del miedo tanto consciente como
oculto. La comprensión de nosotros mismos es el despertar y la cesación del
miedo.
Y cuando el miedo cesa,
también cesa el poder de engendrar ilusión, mitos y visiones con su esperanza y
su desesperación, y sólo entonces comienza un movimiento que va más allá de la
conciencia, la cual es pensamiento y sentimiento. Consiste en el vaciado de los
recónditos escondrijos mentales y de los profundamente ocultos anhelos y
deseos. Entonces, cuando existe este vacío total, cuando no hay absoluta y
literalmente nada, ni influencias ni valores ni fronteras ni palabras,
entonces, en esta completa quietud del tiempo-espacio, existe aquello que es
innominable.
Estamos acostumbrados a
abordar el miedo en fragmentos; nos interesan los fragmentos; nos interesan los
fragmentos, no la totalidad del miedo. Observar la totalidad del miedo es
conceder la atención completa cuando surge cada temor.
El descontento se satisface
muy fácilmente cuando pensamiento y sentimiento han encontrado algún tipo de
refugio, de éxito, una posición satisfactoria, una creencia, etc., sólo para
despertarse otra vez cuando ese refugio es atacado, sacudido o derribado. Casi
todos estamos familiarizados con este ciclo de esperanza y desesperación. La
búsqueda cuyo motivo es el descontento, sólo puede conducir hacia alguna forma
de ilusión. Peor ¿Existe una búsqueda que no tenga tras de sí motivo alguno? En
tal caso, ¿es una búsqueda?
LA LIBERACIÓN DEL MIEDO
La liberación de la
energía para comprender lo esencial, sólo es posible cuando cesa toda forma de
búsqueda.
Todo cambio que llega a
causa de un motivo, no es cambio en absoluto, es simplemente un cambio en el
patrón.
¿Existe un llegar? Llegar
implica que uno sufre y vive envuelto por la sombra del miedo. El pensamiento
ha fijado una finalidad: Dios, la bienaventuranza, el éxito, la virtud, etc. El
hecho es, y todo lo demás no es. El hecho no existe si no hay muerte para el
ideal, para el logro, para una finalidad; el ideal, la meta, son un modo de
escapar del hecho. El hecho carece de tiempo y espacio. Lo que debería ser,
involucra tiempo y distancia, dolor y miedo. La muerte de estos factores deja
sólo el hecho, lo que es. El pensamiento no puede cambiar el hecho, sólo puede
escapar de él.
Una meditación
acompañada de una completa apertura de la mente y el corazón, es una apertura
rayana con la muerte. Estar completamente abierto, ser totalmente vulnerable,
es muerte.
La meditación atrapada
en un método, en un sistema de recompensas y promesas, mutila y somete a la
energía.
La meditación derriba
las fronteras de la conciencia; desbarata el mecanismo del pensamiento y del
sentimiento que éste despierta. La meditación libera la energía en abundancia;
y el control, la disciplina y la represión corrompen la pureza de esa energía.
La meditación es la llama que arde intensamente sin dejar cenizas. Las
palabras, el pensamiento, el sentimiento, siempre dejan cenizas, y el mundo
acostumbra a vivir de cenizas. La meditación es un peligro porque lo destruye
todo, no deja absolutamente nada, ni siquiera el susurro de un deseo, y en este
vasto, insondable vacío, hay creación y amor.
La verdad no tiene
opuesto, ni lo tiene el amor.
EL ORDEN CONTRA EL
MIEDO
Cuando la mente está
todo el tiempo activa, tanto durante el día como durante la noche, no tiene
descanso, no adquiere una nueva cualidad de frescura. Sólo cuando está por
completo quieta, dormida, absolutamente tranquila, se renueva a sí misma. El
análisis de los sueños, ¿es otra de esas falacias que aceptamos tan fácilmente?
Los sueños son la continuidad, mientras dormimos, de nuestra actividad
cotidiana. Ahora bien, hemos generado orden durante el día, no de acuerdo con
un plan, o con el orden establecido de la sociedad, o con las sanciones
religiosas; eso no es orden, es amoldamiento. Cuando hay amoldamiento,
obediencia, no hay orden.
El orden llega sólo
cuando observamos lo desordenada que es nuestra propia vida durante las horas
de vigilia. Mediante la observación del desorden, adviene el orden. Y cuando
tenemos un orden semejante en la vida cotidiana, los sueños se vuelven,
entonces, completamente innecesarios.
LA CULTURA DEL MIEDO
Existe el miedo que
proviene de fuera, y está el miedo que proviene de dentro. La guerra es
externa. Internamente, me apego a mi hijo, lo amo, lo he educado conforme a la
sociedad en que vive, la cual dice: mata. De este modo, acepto el miedo en lo
interno, y externamente acepto la cosa llamada guerra, la cual va a matar a mi
hijo. ¡Y llamo a eso amor por mi hijo! Eso es miedo.
LA ACCIÓN CONTRA EL
MIEDO
El acto mismo de
nombrar es la proyección del pasado.
Comprendan, señores,
que la conciencia de ustedes es la del resto de la humanidad. La humanidad,
igual que ustedes y otros, pasa por toda clase de dificultades, experimenta
pena, afán, ansiedad, soledad, depresión, dolor, placer… TODOS y cada uno de
los seres humanos en el mundo pasan por esto. De modo que nuestra conciencia,
nuestro ser, es toda la humanidad. Es así. Entonces, ¿puede cada uno de
nosotros, que es el resto de la humanidad, que es humanidad, mirar un hecho muy
simple? ¿Observar, ver, que el pensamiento y el tiempo son los factores que dan
origen al miedo? Entonces, la percepción misma es acción. Y, a partir de ahí,
uno ya no depende de nadie. Véanlo muy claramente. Entonces uno es un ser
humano libre…
Jiddu Krishnamurti
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