Cerebro, pensamientos y
comportamientos
Muchas veces nos
sentimos abatidos, sin ganas de hacer nada… Son esos días donde nos decimos que
no estamos de humor, que nos sentimos sin fuerzas… ¿A qué se deben estos
estados?
Hay muchas maneras de
abordar la motivación y los estados emocionales, pero en este artículo vamos a
compartir una mirada desde las neurociencias. Estas son las ciencias que
estudian el cerebro y el sistema nervioso, y sus relaciones con nuestros
comportamientos y pensamientos.
Sabemos que existen
todo un conjunto de hormonas que afectan a nuestra felicidad o a nuestros
niveles de energía o de emocionalidad. Según la investigadora Loretta Breuning
(2012), nuestra felicidad podría basarse en la combinación de cuatro hormonas.
Estas hormonas son:
• La dopamina.
• La serotonina.
- Anuncio -
• La oxitocina.
• Las endorfinas.
La dopamina es una
hormona que se vincula con el placer de obtener una recompensa o un beneficio.
Podemos obtenerla con facilidad cuando comemos, practicamos sexo o cuando vemos
un vídeo o una película que nos gusta.
La serotonina es la
hormona que más comúnmente se ha asociado con la felicidad, aunque no es la
única. Esta sustancia es la encargada de recompensar nuestro estatus social y
el sentimiento de orgullo y de valoración en un entorno social. Podemos obtener
más de ella cuando recibimos comentarios positivos por parte de nuestros
compañeros o cuando alguien nos indica que le ha gustado una de nuestras
fotografías en las redes sociales.
La oxitocina es una
hormona que regula nuestros vínculos más cercanos. Cuando recibimos un abrazo,
un beso, o una caricia, estamos generando más de esta sustancia. Su principal
función es la de fortalecer nuestras relaciones más cercanas. Por esta razón
cuando una mamá acaba de dar a luz, sus niveles de oxitocina aumentan como una
medida de unión con su bebé.
Las endorfinas son las
hormonas que hacen de calmantes naturales. Se liberan con facilidad cuando
practicamos deporte y nos ayudan a poder sentirnos mejor, más relajados y a la
vez a sentir menos dolor o molestias.
Todas ellas contribuyen
a aumentar nuestra percepción de sentirnos felices. El problema es cuando nos
volvemos adictos a una serie de conductas que las generan y entramos en un patrón
de círculos viciosos. Por ejemplo, cuando nos volvemos adictos al chocolate, a
los “selfies” (fotos y videos online), a las relaciones tóxicas o al deporte
insano.
Por esta razón se
recomienda explorar alternativas saludables que nos puedan ayudar a generar las
mismas respuestas neuroquímicas.
Por ejemplo: marcarse
metas o desafíos asequibles, aprender nuevas aficiones, realizar desafíos
mentales (dopamina); ayudar a los demás, colaborar como voluntario, ofrecer tu
conocimiento en alguna materia (serotonina); pasar tiempo con tus amigos,
dedicar espacio a tu familia, darte un masaje en pareja (oxitocina); practicar
deporte de manera sana, salir a bailar, en definitiva, mover el cuerpo
saludablemente (endorfinas).
Tal como hemos
comentado, este planteamiento es sólo un prisma o posición desde la que podemos
estudiar y contemplar nuestra felicidad. Aun así, es una postura muy
interesante ya que nos acerca a un saber que sigue siendo un misterio: el
conocer mejor nuestro cerebro y su funcionamiento.
No es la única postura
desde la que podemos estudiar nuestra felicidad. Ya los antiguos griegos se
planteaban qué era la felicidad y como podían ser más felices. La diferencia
con la era actual es que la ciencia y la tecnología están permitiendo que
tengamos más evidencias acerca de cómo nos sentimos cuando estamos felices.
Estos descubrimientos nos permiten poder crear estrategias prácticas para poder
mejorar nuestras vidas.
Así la autora
(Breuning, 2012), recomienda que en primer lugar te des cuenta de cuáles son
tus rutinas o patrones. A veces, no somos del todo conscientes de lo que
estamos haciendo. Simplemente nos sentimos satisfechos sin conocer del todo
cuáles son estas rutinas. Hay personas que no se dan cuenta de que cuando están
nerviosas lo que les calma es comer helado o dulces, hasta que empiezan a
engordar. Aquí es donde reside el punto de ganar consciencia para sustituir
estas conductas por otras que sean más saludables. Y a la vez, que estas nuevas
acciones puedan generar los mismos niveles de hormonas que las conductas del
pasado. Si no buscamos una conducta o hábito que sea un buen sustituto,
entonces volveremos a recaer y a reincidir en nuestros hábitos perjudiciales.
Esperamos que puedas
empezar a hacer uso de los consejos que plantea la autora para así poder
aumentar tus niveles de felicidad. El cambio está en la decisión de querer
sentirte mejor. Y recuerda no es lo que haces una única vez, sino la
perseverancia y la rutina de mantener todas estas actividades o propuestas. ¡Tu
felicidad está más cerca de lo que crees!
Oriol Lugo y Ana Farré.
Psicólogos e
investigadores de la Universidad Ramon Llull (Barcelona).
Codirectores del Owl Institute
No hay comentarios:
Publicar un comentario