Después de que
entiendas que Dios es la fuerza arriba del bien y del mal iras a tu interior y
veras que estás tan lleno de luz que la oscuridad desaparece.
Los Budas enseñan
conciencia. Esta conciencia significa que no tienes que aprender de otros lo
que está bien y lo que está mal. No hay necesidad de aprender de nadie, solo
tienes que ir hacia dentro. El viaje al interior es suficiente: cuanto más
profundices, más conciencia se libera. Cuando llegas al centro estás tan lleno
de luz que la oscuridad desaparece.
Cuando enciendes la luz
en tu habitación no tienes que empujar a la oscuridad para que salga. La
presencia de la luz es suficiente, porque la oscuridad es solo la ausencia de
luz. Lo mismo son todas tus locuras e insensateces.
No hay nada que exista
que no sea divinidad... Si pudiéramos observar profundamente lo que llamamos
malo descubriríamos de inmediato que también hay algo bueno oculto en ello. Si
pudiéramos observar profundamente el pesar también descubriríamos felicidad. Si
pudiéramos observar una maldición de cerca, descubriríamos una bendición oculta
en su interior.
En realidad, bien y mal
no son más que dos caras de una misma moneda.
Profundicemos en el
tema del bien y el mal con el Maestro Omraam Mikhael...
DIOS ESTA MÁS ALLÁ DEL
BIEN Y DEL MAL
Dios creó el bien y el
mal
Para comprender esta
contradicción hace falta una gran luz.
Miren lo que dicen los
libros sagrados acerca del mal. En ciertos libros sagrados de la India, por
ejemplo, se encuentran pasajes tales como (es Dios mismo quien habla): «Yo soy
el bien y el mal. Yo he hecho todas las cosas…». Y al mismo tiempo, en otros
pasajes, en la Biblia, Dios declara: «No puedo tolerar el mal, soy
irreductible, castigo a los malvados…».
Puesto que no existe
nada fuera de Dios, incluso el mal, o lo que nosotros sentimos como mal, forma
parte de Dios. Así pues, las guerras, las devastaciones, todo lo que es malo
para nosotros, es El quien lo hace. Nos extraña leer semejantes cosas, pero es
así. Para comprender esta contradicción hace falta una gran luz.
¿Cómo puede Dios, al
mismo tiempo, crear el mal y luchar contra él para vencerlo y aniquilarlo?
«Esto nos lleva a la
cuestión de la personalidad. La personalidad es un producto de Dios mismo. Pero
en realidad, no hay más que El, todo es siempre El.»
POLARIZACIÓN
La polarización del
Uno.
Para la Ciencia
iniciática, el Dos es el resultado de la polarización del Uno, lo que
significa que estos dos polos, a los que consideramos como opuestos, están, en
realidad, contenidos en el Uno. Los llamamos masculino y femenino, positivo y
negativo, pero podemos también llamarlos el bien y el mal, siempre que
tengamos bien presente que son la expresión del Uno, que es Dios, porque
tienen en él su origen.
Una tradición hace de
Lucifer, el arcángel que se rebeló contra Dios, el hermano de Cristo. Cuenta
que, cuando Lucifer fue precipitado desde lo alto del cielo, perdió, en su
caída, la esmeralda que adornaba su frente, y con esta esmeralda, caída sobre
la tierra, se habría tallado la copa en donde José de Arimatea recogió la
sangre de Jesús en el momento de la crucifixión. Es esta copa la que se
convirtió en el Santo Grial, símbolo que jugó un papel muy importante en la
historia de la cristiandad. Los Iniciados que establecieron esta relación entre
Lucifer y Cristo quisieron enseñarnos que el bien y el mal son los dos polos
de una misma y única realidad.
Nuestra existencia en
la tierra está enteramente condicionada por la alternancia de los días y las
noches. Esto viene, dirán ustedes, de que la tierra es redonda y gira sobre sí
misma. Sí, pero, cualquiera sea la razón, esta alternancia del día y de la
noche que regula la vida de toda la naturaleza, regula también nuestra vida
física así como nuestra vida psíquica. No sabríamos lo que es la luz, si las
tinieblas no existiesen, ni lo que son la sabiduría, la justicia, la belleza,
el gozo, si no nos viésemos obligados a tropezar con la estupidez, la
injusticia, la fealdad y la tristeza. En las comparaciones y las
confrontaciones se encuentra la comprensión. Si no existiesen los contrarios,
viviríamos en la indiferenciación.
No debe preocuparnos demasiado
que haya belleza y fealdad, virtudes y vicios, debilidad y fuerza. Lo
importante es aprender a comportarse con respecto a estos dos polos. En lugar
de esto, los humanos no cesan de preguntarse por qué Dios permite que el mal
exista. Hay que dejar de plantearse este tipo de cuestiones. El bien y el mal
están íntimamente mezclados; en tanto que polos complementarios, tienen
asuntos que tratar juntos, y es preferible no querer meterse entre ambos o
intentar separarlos. Es como inmiscuirse en los asuntos de una pareja. Cuando
un hombre y una mujer están apegados el uno al otro, cualquiera que la opinión
que tengan sobre su relación, no traten de separarles. Y cuando se enfrenten,
tampoco se metan entre ambos, ¡manténganse a distancia!
Los automóviles
circulan por la carretera, unos en un sentido, y otros en sentido contrario.
Todo va bien si la carretera es ancha y si los autos se mantienen bien
alineados en su fila respectiva. Estos autos van en sentido contrario, pero
¿podemos, acaso, decir que una fila representa el bien y la otra el mal? No,
el mal aparece si ya no hay distancia suficiente entre las dos filas: es la
colisión.
El bien, el verdadero
bien, es una coexistencia armoniosa de dos procesos contrarios. El verdadero
bien, es esta Inteligencia Superior que ha sabido concebir cómo los dos
procesos participarían en la conservación de la vida. Como ven, las respuestas
a las cuestiones más arduas las encontraremos en el Libro de la naturaleza.
EL BIEN Y EL MAL
Dios es más que el bien
y el mal.
El bien es sostenido
gracias al mal, y también el bien, sin saberlo, ayuda a menudo, al mal. Ambos
están enganchados a la rueda de la vida y la hacen girar. El mal no existe en
sí. El mal es un bien que no hemos sabido comprender. Incluso lo mejor se
vuelve malo cuando no tenemos de ello una buena comprensión. Por contra,
aquél que comprende el mal y la oscuridad, consigue hacerlos servir para los
designios del bien.
Nada funcionaría en la
tierra si sólo hubiese gente de bien. Todo es útil, pero hay que encontrar
las combinaciones adecuadas. Aquellos que no lo han comprendido se pasan el
tiempo luchando contra lo que llaman mal, sin saber que, cuando el mal se
manifiesta, el bien se refuerza también, por otro lado, y que, si lograsen
suprimir el mal, suprimirían también el bien.
El mal sólo existe en
la falta de luz, de inteligencia y de fuerza, que nos convierten en su presa.
Pero el mal es servidor de Dios, tiene un papel que jugar en la tierra y
debemos comprenderlo. La oscuridad obedece a Dios, no hace sino lo que Dios le
permite. El problema del bien y del mal no podrá ser resuelto nunca en el
plano físico, porque el origen de lo que une a estas fuerzas contrarias, está
arriba. Al mirar a estas fuerzas desde nuestro plano, vemos solamente que se
oponen, y no lo comprendemos.
Nuestro trabajo
consiste en elevamos al nivel de esta autoridad más elevada, nuestro Yo
Superior, que es capaz de utilizar ambas fuerzas con un objetivo que éstas
desconocen o no comprenden. El bien no lo conoce todo. Ni el mal tampoco. El
El La fuerza mas pura que lo conoce todo, está por encima del bien y del mal:
Es el poder del Amor.
Porque conocemos algo
del bien creemos conocer a Dios. Pero Dios es más que el bien. Se los repito,
Dios está más allá del bien y del mal. Lo mismo que la fuerza mental y la
fuerza sexual son la polarización de una misma fuerza, el bien y el mal son,
también, la polarización de una misma fuerza. Dirán: «¿Cómo? ¿La fuerza mental
y la fuerza sexual son una misma fuerza? ¿Acaso es la misma fuerza la que
impulsa a un bruto a echarse sobre una mujer para abusar de ella y la que
inspira las más elevadas obras del pensamiento?». Siento cuán difícil es
hacerme comprender en este tema, porque revoluciona todas las ideas que los
humanos tienen, generalmente, sobre el bien y el mal. Se diría que estas ideas
están inscritas en su propia carne, que es imposible sacarlas. Pero mientras
no cambien de punto de vista, no podrán penetrar en el Templo de la sabiduría
absoluta.
El mal, es querer
separar las polaridades, pero, podemos decir, igualmente, que el mal es
querer juntarlas. Tan malo es querer juntarlas demasiado como separarlas. Debe
haber cierta distancia entre ellas.
GRATITUD
Tengan gratitud hacia
Dios, por crearlos de la forma en que son.
Las mayores tragedias
de la humanidad no tienen como origen un mal en sí, que haya venido de no se
sabe dónde, sino la mala comprensión de los humanos que han decidido llamar a
ciertas cosas «bien», porque así les convino, y a otras «mal», porque les
molestaban. Y como lo que conviene a unos, a menudo, molesta a otros, y
viceversa, el problema nunca se resuelve. Nunca se podrá aunar criterios sobre
lo que son realmente el bien y el mal.
Y así como el bien no
es Dios mismo, las cualidades y las virtudes tampoco tienen un valor
absoluto. ¡Cuántos poseen grandes virtudes! Sí, ¿y que hacen con ellas? Nada.
Mientras que otros tienen toda clase de defectos, pero quieren mejorarse, y
al trabajar cada día sobre sí mismos, se vuelven capaces de hacer grandes
cosas. Si no tuviesen estos defectos, quizá no harían nada.
Sí, hemos visto a
algunos realizar hazañas trabajando sus defectos, mientras que otros,
satisfechos con sus cualidades, no hacían nada. Pues bien, sepan que al Cielo
le importa un comino lo que son, sólo considera lo que realizan con lo que
ustedes son.
Hace falta, pues, por
encima, una tercera autoridad que sepa utilizar tan bien los defectos como las
cualidades. Y esta tercera autoridad existe en nosotros, es nuestro Yo
superior. Lo único que importa, es el trabajo que hacemos sobre nosotros
mismos para poner nuestras cualidades, lo mismo que nuestros defectos, al
servicio de un alto ideal.
¡Cuántos se lamentan de la naturaleza humana pecadora y portadora de los
gérmenes del mal! Pero no hay que lamentarse, lo único que hay que hacer es
trabajar. La vanidad, el orgullo, la cólera, los celos, la sensualidad, todos
los defectos deben ser puestos a trabajar. Este es el único punto de vista
válido, la única buena solución. El trabajo es lo que cuenta, ustedes no se
preocupen de lo demás; sus cualidades y sus defectos son secundarios. Cuando
hayan encontrado cuál es el mejor trabajo y estén decididos a consagrarse a
él sinceramente, sus cualidades y defectos se convertirán en sus mejores
servidores.
En conclusión,
permítanme pedirles que dejen de preguntarse por qué el Cielo permite que el
mal exista. El Cielo lo permite todo porque lo utiliza todo. Y ustedes, también,
deben aprender cómo utilizar estos dos aspectos, el bien y el mal, en su
trabajo. Deben ser como químicos, que no rechazan nada porque saben utilizar
todos los productos contenidos en su laboratorio, incluso los venenos, porque
todo es necesario en un laboratorio. El químico puede ser, para nosotros, un
modelo: puesto que en nuestro laboratorio interior poseemos lo puro y lo
impuro, lo luminoso y lo oscuro, lo que nos impulsa hacia arriba y lo que nos
impulsa hacia abajo; debemos aprender a utilizarlo todo para realizar los
designios de Dios.
Así que, no destruyan
nada en ustedes, den gracias al Cielo por haberles creado tal como son, ¡y a
trabajar!
«El ser humano es libre
para escoger el bien o el mal... Mientras esté vivo, es libre para determinarse
en un sentido o en otro.»
Omraam Mikhael
No hay comentarios:
Publicar un comentario