Al finalizar el día me gusta hacer recuentos, me gusta “cuadrar la caja” como hacen los dueños de los bares o restaurantes.
¿Hubo en mi conducta hoy un poquito
de hospitalidad para brindar mi tiempo (que es el recurso más valioso que
tengo) a escuchar a un amigo, a mis seres queridos y cercanos, a un
desconocido?
¿Escuché con respeto, con curiosidad,
con intención de ponerme en sus zapatos? ¿Hice todo lo posible por entender lo
que dicen o hacen otros, por desentrañar cuál es la raíz profunda de sus
conductas o sus palabras?
¿Hoy he sido amable con alguien?
¿He ejercitado mi sentido del humor?
¿Me he callado, sabiendo que tenía
razón, para no herir, para evitar roces?
¿Me he sentido con la necesidad de
opinar sobre algo, sin que nadie me haya pedido mi opinión?
¿He sentido la necesidad imperiosa de
tener razón y he apabullado a alguien o lo he ignorado por razones semejantes?
¿He estado al tanto de mi mundo
mental, mis pensamientos? ¿Mi mundo emocional ha estado turbio y han primado
emociones negativas o por el contrario ha estado tranquilo y en paz?
Es mágico tener la intención de
conocerse uno mismo. Aceptar la responsabilidad de ser como es y tener el valor
de proponerse ser mejor, ir a por la mejor versión, sabiendo de antemano que
jamás lograremos ser perfectos.
¿Se trata de cargarse de culpas?
-Mira eso que mal le he hablado hoy a
mi pareja, con lo mucho que la quiero.
Eso no sirve de casi nada, si no va
acompañado de una sincera disculpa y luego el propósito de no volver a hacerlo.
A veces cuando escribo un artículo,
un relato, cuando le escribo a un amigo, cuando publico algo en las redes
sociales y alguien me responde, me agradece, me dice que le he hecho
reflexionar, que siga haciéndolo, por un momento mi ego toma las riendas:
-Mira que soy listo, que redacto
bien, que soy tan bueno, me digo.
Pero enseguida me doy cuenta que
absolutamente nadie crea él solo, absolutamente nada. Somos co creadores de
nuestras realidades, un canal por donde fluye el agua divina de nuestra
esencia.
Y ese balance diario, tal vez nos dé una pista
del camino que recorremos hacia el despertar de la consciencia.
El esquema podría ser:
1 Tener la voluntad y el propósito de
estar alertas.
2 Observar con la mayor profundidad
posible nuestra conducta, los pensamientos, las emociones y los patrones que
seguimos.
3 Aceptarlo y asumir la
responsabilidad.
4 Proponernos amorosa y firmemente ir
a por más y mejor.
La armonía, la coherencia y la sutil
vibración de un ser humano que pone el foco en el momento presente de su
existencia, que por un instante hace consciente que es ahí donde hay una
oportunidad de trascender la vieja humanidad y subir un escalón, es la luz
emergente de la Nueva Humanidad.
No hay que encender grandes
antorchas, tal vez hay que tener la humildad de ser una cerilla que espanta
sombras en el minúsculo entorno donde vives. Con eso basta para que llegue
progresivamente a tu vida, una lotería muy valiosa a la que podemos llamar gozo
de estar vivos. De esas y otras jugosas frutas están llenos los campos de la
Nueva Humanidad a la que estamos abocados.
¿Te las vas a perder?
Jose Miguel Vale
Fuente: El Cielo en la Tierra
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