Viéndolo simplemente
por Wei Wu Wei
Wei Wu Wei
Es casi un axioma que
el fenómeno (apariencia u objeto) no puede llevar a cabo acción alguna por
propia iniciativa como si se tratase de una entidad independiente. El antiguo
filósofo chino Chuang Tzu ilustra perfectamente este particular con la historia
de una cerda que murió mientras amamantaba a sus lechones: éstos simplemente
abandonaron el cadáver de la madre porque ella ya no estaba allí. La antigua
Europa también hizo gala de la misma comprensión desde una época muy temprana
utilizando el término animus para referirse a lo que "anima" la
faceta fenoménica de los seres sintientes y que aporta la base a numerosas
creencias religiosas. Sin embargo, a diferencia de Occidente —donde el animus
tiene un carácter personal que se define como la capacidad de sentir de cada
objeto—, en Oriente recibe el nombre de "corazón", "mente"
o "conciencia" y, más concretamente, el budismo y el vedanta lo
denominan "mente búdica", "prajna" o "atman" y le
atribuyen un carácter más impersonal y universal.
Cuando esa
"mente" impersonal se manifiesta u objetiviza a sí misma en tanto que
sujeto y objeto, acaba identificándose con cada objeto sintiente y es así cómo
surge en los seres humanos la noción del yo y cómo el universo fenoménico que
conocemos y habitamos acaba pareciéndonos "real". Esa es, dicho sea
de paso, la única "realidad" (cosificación) que no podemos llegar a
conocer jamás, ya que estamos utilizando el término "real" (como una
cosa) para referirnos a algo que no lo es —pues es pura subjetividad—, lo cual
no es sino un serio abuso del lenguaje.
Ese proceso de
personalización y de concepción de la "mente" como un yo, mediante el
que convertimos al sujeto en objeto —por más que el yo no pueda ser convertido
en tal cosa, puesto que carece de objetividad—, es una expresión directa de la
pura subjetividad. De hecho, la objetivización de la pura subjetividad —con
independencia de que la denominemos "mente" o "yo"— es lo
que constituye nuestra "esclavitud". Ésa es, pues, la noción —también
llamada yo, ego o concepto-del-yo— de la que debemos "liberarnos" a
toda costa y que, supuestamente, nos hace sufrir y esclaviza.
Es evidente —como el
Buda y cientos de sabios despiertos han mostrado para ayudarnos a comprender—
que somos esa mente que "anima" las cosas y que la verdadera
sensibilidad reside en el noúmeno y no en el objeto fenoménico. Eso no quiere
decir, no obstante, que el objeto fenoménico carezca de existencia en absoluto,
sino tan sólo que su existencia es pura apariencia, que es el significado del
término "fenómeno", es decir, que tan sólo es una apariencia en la
conciencia, una objetivización carente de existencia propia y completamente
dependiente de la mente que la objetiviza y que es su misma naturaleza, tal
como ocurre con cualquier criatura onírica. Eso es, en definitiva, lo que el
Buda, en el Sutra del Diamante, y muchos otros maestros después de él, nos han
explicado con tanta paciencia.
Esa mente o conciencia
universal e impersonal es nuestra verdadera naturaleza, nuestra única
naturaleza, y todo, absolutamente todo lo que somos, estando completamente
vacía de yoidad.
No parece difícil de
comprender y sería más sencillo incluso si ésta fuese la verdad última, pero no
es así por la sencilla razón de que no existe una "mente" objetiva,
de igual modo que tampoco existe el "yo" ni ningún otro objeto como
cosas en sí mismas. Lo-que-es está completamente vacío de cualquier cualidad
objetiva y, por consiguiente, no puede ser visualizado, concebido ni expresado
en modo alguno puesto que no existe ningún proceso capaz de convertirlo en el
objeto de ningún sujeto, algo que, por definición, nunca puede ser. La razón es
que la "mente" en cuestión es la fuente inmanifestada de lo
manifestado, un proceso que resulta en la división entre sujeto y objeto. Sin
embargo, previamente a dicha división, no existe un sujeto que perciba a un
objeto ni un objeto percibido por un sujeto. De hecho, sabios como Padma
Sambhava nos revelan que aquello que trata de concebir y nombrar a la fuente
inmanifestada de la manifestación es precisamente esa "mente total",
la cual no sólo constituye su función "anímica" o
"prájnica", sino que es la misma búsqueda. De ese modo, lo buscado es
el mismo buscador.
La plena comprensión de
este particular supone despertar a lo que se conoce como "Iluminación".
Sin embargo, todos esos
razonamientos —al igual que ocurre con cualquier punto doctrinal— son meros
conceptos carentes de realidad, una estructura teórica de la imaginación o un
diagrama simbólico concebido para ayudarnos a comprender algo inmediato de lo
que nunca hemos cobrado conciencia. Sin embargo, ese "algo" último
—que no es una "cosa"— también es, no obstante, lo mismo que el
universo y todo lo que somos.
Psicológicamente, el
"concepto-del-yo" carece de naturaleza propia, no es una
"cosa" y, muy posiblemente, no supone "esclavitud" real
alguna. De hecho, la esclavitud no puede existir en modo alguno, sino tan sólo
la idea de la misma. Tampoco existe la liberación, puesto que no hay nada de lo
que liberamos. Cuando percibimos tal como es la estructura conceptual, ésta
colapsa necesariamente y, con ella, la absurda noción de
esclavitud-iluminación. Eso es lo que se denomina el Despertar, es decir,
despertar al estado natural compartido por todos los seres sintientes. Sri
Ramana Maharshi no enseña otra cosa cuando sostiene que la iluminación se
reduce a deshacerse de la creencia de que no estamos iluminados, palabras que
bien podrían reproducir una cita del sabio de la dinastía T'ang llamado Hui Hai
y también conocido como la Gran Perla, cuando afirma que la Liberación consiste
en la liberación de la noción de "liberación". Ramana Maharshi
también podría estar citando a Huang Po (fallecido en torno al año 850) del
que, con toda probabilidad, nunca oyó hablar, aunque ambos utilizan las mismas
palabras, llenas de humor, para responder a la pregunta que una persona hacía
sobre "su" mente. Y la respuesta de cada uno de esos sabios fue
idéntica: "¿Cuántas mentes tiene usted?"
Así pues, ¿cuántas
mentes tenían las personas que formularon la pregunta? Ninguna en absoluto. No
sólo no tenían dos mentes, sino que no tenían ninguna. No eran en sí mismos una
mente, porque no existe ninguna cosa similar a la mente. Ni ellos ni la mente
han poseído jamás —ni poseerán nunca— ningún tipo de objetividad porque nada objetivo
ha sido ni será jamás. Todo "eso" —y "eso" es el más
objetivo de los pronombres— que puede ser pensado constituye la substancia de
la gigantesca fantasmagoría de la objetividad, a cuya construcción dedicamos
nuestra vida y donde esperamos encontrar denodadamente alguna clase de realidad
que, muy probablemente, no resida en ella. Esa vasta construcción no es sino
una fantasía, un sueño, tal como sostiene el Buda (o cualquier otro que haya
escrito en su nombre) en el Sutra del Diamante, mientras que la verdad que el
sueño representa —o distorsiona— y de la que es un reflejo o una desviación, es
la fuente del sueño, que es también todo lo que somos. Esa fuente no posee
nombre alguno porque el nombre siempre denota a un fenómeno y, por otro lado,
tampoco existe ningún soñador fenoménico sino tan sólo la función denominada
sueño. Sri Bhagavan lo denomina "yo-yo" —si es que puede ser
denominado de algún modo— y ninguna forma gramatical podría estar más cercana a
la realidad o ser menos confusa como mera indicación que el término utilizado
por él.
Toda objetivización es
conceptual, todo concepto es una inferencia y toda inferencia está tan vacía de
verdad como el vacío de aire. Además no hay verdad, nunca la ha habido y nunca
la podrá haber. No hay "talidad", "esidad",
"asidad", ni nada positivo ni negativo, sino tan sólo la completa
ausencia de lo cognoscible, que es también la absoluta presencia de lo
impensable y lo incognoscible, de la cual no podemos decir ni que es ni que no
es. Por consiguiente, se afirma que es una inmensa y radiante claridad que
trasciende completamente las nociones de tiempo y de espacio y que está libre
de la opacidad proyectada por nuestra imaginación finita y temporal.
Open Secret: 53 (HKU
Press, 1965).
También publicado en
The Mountain Path, Julio de 1964
(Extraído de Secreto
Abierto)
The 'Wei Wu Wei' Archives
Fuente: No.Dualidad.Info
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