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Las
palabras nunca pueden portar en sí mismas
la
belleza de un árbol; para comprenderlo,
debes
verlo con tus propios ojos.
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El lenguaje no puede captar la melodía de una canción; para comprenderla
debes
oírla con tus propios oídos
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Lo mismo ocurre con el Tao:
la
única forma de entenderlo
es
experimentándolo directamente.
La
verdad sutil del universo
es
inexpresable e impensable.
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Por ello, las enseñanzas supremas
son
sin palabras.
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Mis propias palabras no son la medicina,
sino
una receta, no un destino,
sino
un mapa para que lo alcances.
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Cuando llegues allí, silencia tu Mente
y
cierra tu boca.
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No analices el Tao.
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Esfuérzate, por el contrario, en vivirlo:
en
silencio, sin división,
con
todo tu armonioso ser.
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