-¡Bruja, bruja, bruja! Gritan a mí alrededor.
-¡Bruja, bruja, bruja! Machacan mis oídos.
Alguien es más osado y tira una piedra, otro se suma y tira
otra.
Risas, burlas, golpes…
Sola, acurrucada sobre mí misma, cara ensangrentada, brazos
morados, ropa rota, pelo enmarañado, lágrimas en mi rostro.
Los gritos me superan, sus decibelios me ahogan y no puedo
respirar, pierdo el sentido, no sé donde estoy.
Alguien está lavando mi
rostro, con agua y algo más; huele a hierbas; con suavidad, con amor; mis ojos
entreabiertos intentan reconocer la silueta que apenas logro distinguir.
-¡Tranquila, todo paso! Dice con suave voz.
-¡Yo no soy bruja, no me hagas nada! Alcanzan a susurrar mis
labios temblorosos.
-¡Ya lo sé, yo sí! Y por eso estas aquí.
Ahora sabrás lo que es ser bruja, para nada lo que tú y los
demás piensan, no temas, te cuidare y volverás a enfrentarte con los que te
hirieron.
Esas palabras y mi sed de venganza me hicieron quedarme y no
salir corriendo presa del pánico, pensar en brujas era pensar en: come niños,
asa mantecas, culebras, ojos de sapo…
El tiempo, la paciencia y el cariño de aquella mujer curaron
mis heridas; para mi sorpresa nunca me enseño nada de lo que pensaba, solo me
enseño:
Las plantas, cual era cada cual, cuando debía de recogerlas y
cuando debía de plantarlas para que el bosque siguiese regalándomelas.
Las lunas, sus influencias, sus ritos, sus historias.
Como mezclar en una olla cada planta, raíz e incluso piedra
para curar mil y una dolencia.
¡Me enseño tanto! Pero nada de lo que yo buscaba al principio;
buscaba vengarme, aparecer con mi escoba y robar a sus niños para con su
manteca realizar sortilegios y arruinar sus cosechas, hundirles hasta que de
rodillas en mi presencia implorasen perdón con lágrimas de sangre, las mismas
que yo lloré.
Ese sentimiento de odio y venganza anido durante mucho tiempo
en mi corazón; cuando yo explotaba llena de odio, rencor e ira, ella me miraba
con ojos condescendientes y sonreía mientras decía:
-Tranquila, todo llegará, primero aprende.
Y yo seguía a su lado aprendiendo; pasaron años y un buen día
ella ya vieja, me dijo:
-Sabes casi todo lo que yo sé, llego el momento de ir ambas al
pueblo y arrasarlo con un sortilegio muy poderoso que yo solo sé.
No supe que contestar, solo observe mi corazón y…
No encontré el odio y rencor que tanto tiempo allí albergó
¿qué podía hacer, sería capaz de arrasar el pueblo por un estúpido deseo mío de
venganza?
-No, madre (así comencé a llamarla después de muchos años,
pues nunca me dijo su nombre) no puedo, me hicieron mucho daño y casi muero,
pero gracias a eso la conocí y conocí el amor a la tierra, las plantas, la
luna; no madre, no hagamos eso, se lo ruego, no podría consentirlo. Antes
estaba sola, sin familia, ahora la tengo a usted.
Las lágrimas surcaban mis ojos, no quería causar daño y no
sabía qué hacer, tenía miedo que ella me odiara y me exterminara a mí también,
de pronto ella se dirigió hacia mí con los brazos abiertos y dijo:
-¡Hija, ven, amada hija, ahora sí, ahora ya puedes ser llamada
bruja! Así somos las verdaderas brujas,
las demás no merecen este nombre, una bruja de verdad conoce los secretos de
los antepasados, la magia de la tierra, el poder de las plantas y la influencia
de la luna; una verdadera bruja ayuda, aconseja, enseña y su corazón solo deja
espacio para el amor.
Desde ese día yo soy: BRUJA
AUTORA: Rosa Francés Cardona (Izha)
No hay comentarios:
Publicar un comentario