Michio Kushi, autoridad mundial en
macrobiótica, nos concedió una entrevista antes de su fallecimiento en la que
nos mostró más bondades sobre esta práctica.
Mayra Paterson
Periodista y traductora especializada
en salud, bienestar y alimentación natural
Michio Kushi era un hombre menudo y
expresivo, de mirada risueña. Nació en Japón, hijo de maestros, pero residió
durante más de seis décadas en Estados Unidos.
Sin su labor tal vez hoy en
Occidente seguiríamos sin saber qué es la macrobiótica, la dieta de la que fue
un gran impulsor.
La macrobiótica propone potenciar el
bienestar físico, mental y espiritual del ser humano a través de una
alimentación natural basada en el equilibrio del yin y el yang.
El término procede del griego y
podría traducirse por "gran vida". Fue acuñado en los años cincuenta
por George Ohsawa, pensador japonés de quien aprendería Kushi.
Ohsawa había superado una tuberculosis
tras poner en práctica una dieta basada en cereales integrales, ejercicio y
una vida sencilla en contacto con la naturaleza.
Michio Kushi conoció a Aveline, su
primera mujer, en los cursos de Ohsawa. Se trasladaron a Estados Unidos y sus
ideas no tardaron en atraer al movimiento hippy en su búsqueda de alternativas
al sistema establecido.
Su casa de Boston se convirtió en la
meca de seguidores de la alimentación natural y artistas del momento. La
demanda de productos japoneses les llevó a abrir tiendas, varias academias,
fundaciones y el Instituto Kushi, con filiales en varias ciudades europeas. Y
entre los dos escribieron más de un centenar de libros sobre macrobiótica.
Desde Cuerpomente tuvimos la oportunidad de hablar con él. Reproducimos aquí
sus sabias palabras
DESCUBRIENDO LA MACROBIÓTICA
- ¿Podría explicar en pocas palabras
qué es la macrobiótica?
- La macrobiótica es vivir de acuerdo
con la naturaleza y sus cambios. El ser humano y la naturaleza son
inseparables. Por eso, cuando la naturaleza cambia, también lo ha de hacer el
ser humano. Y la naturaleza cambia constantemente. De ahí que la alimentación
sea fundamental, porque la comida modifica la composición de nuestra sangre,
pero también afecta a cómo somos y a cómo pensamos.
Tenemos que preguntarnos qué
deberíamos comer. Y podemos elegir, tenemos conciencia para elegir, pero para
hacerlo bien necesitamos entender las leyes que rigen la naturaleza.
- ¿ Y qué deberíamos comer?
- Las herramientas de la macrobiótica
para saber qué conviene comer y qué no son el yin y el yang. Ni el yin ni el
yang son perjudiciales en sí mismos pero en la dieta se ha de buscar un
equilibrio. Ahora bien, la macrobiótica no es un sistema rígido o cerrado. La
elección de los alimentos depende del clima. No es lo mismo vivir aquí en el
Mediterráneo que en Nueva Inglaterra, donde vivo yo, o en Japón. La comida es
diferente porque el clima y la tradición son diferentes.
Se ha de adaptar cuidadosamente a
cada sitio sabiendo que lo esencial, lo que podríamos llamar una dieta
macrobiótica estándar, es comer alimentos equilibrados y adecuados a nuestras
necesidades. Es decir: cereales integrales, que han de ser la base de la
dieta; verduras y hortalizas de agricultura biológica; legumbres, semillas...
Los alimentos han de ser procesados de formas tradicionales -como los
fermentados-, y tanto las grasas como las proteínas deberían proceder
preferentemente de fuentes vegetales. Las de origen animal deberían reducirse
al mínimo.
- Usted estudió ciencias políticas y
derecho en Tokio. ¿Cómo llegó a la macrobiótica?
- Viví la Segunda Guerra Mundial
siendo muy joven. Me reclutaron los dos últimos meses y el desastre de
Hiroshima me impresionó tanto que decidí que tenía que dedicar mi vida a la
paz. Al acabar la guerra me puse a estudiar derecho internacional y acudí a
unas jornadas organizadas por la Unión Mundial de Federalistas de Estados
Unidos. Ahí estaba George Ohsawa, que por entonces había creado una
asociación en Tokio, y asistí a algunas de sus clases.
Me sorprendió mucho. No entendía por
qué, a diferencia de los demás, él no hablaba de política ni de gobiernos
mundiales, sino de comida. Para él la alimentación era esencial no solo para
prevenir la enfermedad sino para aquietar la mente. Él aún no hablaba de
"macrobiótica", pero ya decía que cambiando la dieta se podía
construir una sociedad más pacífica.
- ¿Le convenció?
- Me fui a Nueva York aún con la idea
de que había que crear un gobierno federal mundial, así que seguí trabajando en
esa línea. Pero poco a poco fueron surgiendo las dudas. Empecé a preguntarme si
eso resolvería problemas como los prejuicios, la discriminación, el odio o la
rabia. Me reuní con federalistas como Albert Einstein, Norman Cousins...
Todos convenían en que para que la paz fuera duradera había que mejorar la
naturaleza humana, pero no sabían cómo hacerlo. Entonces decidí dejar los
estudios y me dediqué a observar a la gente. Me pasé dos meses y medio
observando, investigando...
- ¿Qué descubrió?
- Entendí qué quería decir Ohsawa:
son el entorno y lo que comemos lo que hace que seamos como somos. Y empecé a
preguntarme: si la comida nos hace como somos, ¿qué comida deberíamos comer?
Así fue cómo emprendí el viaje hacia la macrobiótica.
MACROBIÓTICA PARA GANAR SENSIBILIDAD
- Supongo que empezó probando la
dieta macrobiótica usted mismo. ¿Experimentó algún cambio significativo?
- Me sentí mejor físicamente, sin
duda, pero también mi memoria mejoró. No solo recordaba más cosas sobre la
infancia o adolescencia, sino que me volví más sensible e inclinado hacia el
mundo natural. Percibía mejor los sonidos, el agua, el aire. También el mundo
invisible, las vibraciones, lo sutil. Y a medida que mejoraba mi alimentación,
que comía más cereales, menos proteínas, notaba que me volvía más sensible a
la forma en que sentían y pensaban los demás.
- Usted ayudó a popularizar la
macrobiótica en Estados Unidos en los sesenta. ¿Había sido ya popular en
Japón?
- En Japón solo era conocida por una
minoría pero en Estados Unidos no la conocía ni practicaba nadie. Empezamos
promoviendo una alimentación natural y biológica, enseñando otras formas de
cocinar. Introdujimos alimentos integrales, el tofu, el miso... Contribuimos a
popularizar el shiatsu, la acupuntura...
- ¿Hay algunas cuestiones en las que
la macrobiótica puede haberse anticipado a la ciencia moderna?
- Sí. Primera: los cereales
integrales son la base de la alimentación humana. Segunda: las proteínas han
de proceder más de vegetales que de animales: legumbres, tofu, tempe...
Tercera: hay que consumir menos alimentos refinados y más alimentos naturales
y sin procesar. Cuarta: hay que volver a los alimentos biológicos, no tratados
químicamente. Quinta: el comercio permite comer cualquier alimento en
cualquier parte del mundo; se exportan otras formas de comer pero también
enfermedades. Es importante respetar la propia tradición gastronómica y volver
a una alimentación más local. El clima es diferente: las necesidades son
diferentes.
- ¿Propone no comer alimentos de
otros países?
- En zonas templadas la alimentación
ha de ser diferente a la de climas extremos. Mientras que en climas muy fríos
se puede incorporar más alimento de procedencia animal y en climas muy
calurosos conviene que la base sea vegetal, en las zonas templadas se puede
aplicar más la dieta estándar. Por eso si se comen alimentos de otros países
conviene que sean de la misma franja climática. Al comer alimentos de
temporada y que han crecido donde vivimos nos estamos adaptando al entorno y
equilibrando...
Eso no quiere decir que no se puedan
adoptar preparaciones de otros países. Estados Unidos es el principal productor
de soja del mundo y ¡hasta hace unos años no producía tofu ni otros derivados!
Cultivaba una legumbre que es una excelente fuente de proteína vegetal y, sin
embargo, basaba su ingesta de proteínas en la carne. ¡Y el ser humano necesita
muy poca proteína animal!
LA INFLUENCIA DEL YIN Y EL YANG
- La macrobiótica aplica los
conceptos de yin y yang a la naturaleza de los alimentos y las enfermedades.
¿Hasta qué punto se inspira en la medicina tradicional china?
- Aunque se inspira en la medicina
china, la macrobiótica hace una interpretación ligeramente diferente del yin y
el yang. En realidad estos conceptos surgieron hace unos tres mil años en
China, pero antes ya existían otros similares en todo Extremo Oriente. Para la
medicina china, yin es quietud, inactividad, el polo negativo, mientras que
el yang es movimiento, actividad, el polo positivo. Para la macrobiótica yin
es, ante todo, expansión, y yang, contracción. Son principios que se aplican a
todo, desde la política a la química, y no solo a la medicina y la salud.
- ¿Cómo se aplican a la salud?
- Sabiendo que yin es expansión y que
yang es contracción, podemos potenciar o compensar esos procesos. La expansión
se vuelve más yin si se toman alimentos yin como especias, zanahorias,
azúcar...
- Se dice que la dieta macrobiótica
atenúa los altibajos de ánimo y atención. ¿Tiene que ver con su apuesta por los
hidratos de carbono complejos?
- Efectivamente, los cereales
integrales, las legumbres y las verduras son absorbidas por el organismo de
forma gradual, mientras que el azúcar y los refinados se queman rápidamente.
Esta combustión afecta al estado de ánimo, que se mantiene más o menos estable
en función del tipo de hidratos de carbono que ingerimos.
Cuanto más lenta es la absorción de
azúcares, como en los cereales integrales, más calmada se mantiene la mente.
ALEJARSE DE ALIMENTOS NOCIVOS
- ¿Por este motivo se desaconsejan
el azúcar y la miel?
- Sí, sobre todo el azúcar blanco.
El problema de la miel es que, además, se convierte fácilmente en grasa en el
organismo. Tomarla una o dos veces al mes sería suficiente... Son más
recomendables productos con mayor poder endulzante, como las maltas de
cereales: arroz, cebada, sirope arce... Aun así, hay otras formas de
satisfacer la apetencia por lo dulce: las castañas, la calabaza y muchas otras
hortalizas son dulces. Todo esto es importante, porque el consumo de azúcares
simples está relacionado con la hipoglucemia.
- ¿Por qué la macrobiótica no
recomienda comer hortalizas solanáceas como el tomate, la berenjena o la
patata?
- Porque contienen ciertos ácidos
que debilitan la sangre. Hay algunas artritis, las que se acompañan de
debilidad y cansancio, que pueden deberse a un consumo excesivo de solanáceas.
En las artritis que se caracterizan más por la rigidez, el problema suele
venir de un consumo excesivo de pollo, huevos y marisco.
- ¿Y por qué desaconseja las frutas y
los vegetales crudos?
- No los desaconseja. Existe una
minoría de macrobióticas que hace una interpretación tal vez demasiado rígida,
pero las frutas y verduras crudas son perfectamente aceptables. De todas
formas, habrá personas a las que les convenga comer más y otras a las que les
convenga menos... en función del clima del lugar en el que vivan y de su
propia salud.
- ¿La dieta mediterránea se podría
considerar compatible con la dieta macrobiótica?
- Sí. De hecho, la dieta
mediterránea se podría englobar dentro de la macrobiótica, aunque algunos
aspectos podrían mejorar. Convendría que incluyera más alimentos ecológicos. El
aceite de oliva, pese a ser bueno, se emplea en exceso. También debería
reducirse el consumo de cereales refinados: aquí se come mucho pan blanco. Y,
a veces, la cocina es demasiado especiada o picante. No tengo nada contra las
especias, pero cuando se abusa excitan y favorecen la hiperactividad.
- Si alguien quisiera probar la
macrobiótica, ¿por dónde le recomendaría empezar?
- Mi mujer se introdujo en la
macrobiótica hace 7 años...
Midori: Hay quien cree que hay que
cambiarlo todo y empezar bien desde el principio, cambiando tanto la base -los
cereales- como el acompañamiento. Es un error. Se trata de ir poco a poco,
introduciendo pequeños cambios y acostumbrándose a ellos. Se puede empezar,
por ejemplo, sustituyendo el pan blanco por integral, o el arroz blanco por
arroz integral. También se pueden incorporar algunas verduras ecológicas, u
optar por condimentos de más calidad, como semillas o algunas algas...
DIAGNÓSTICO VISUAL PARA DIETAS
PERSONALIZADAS
- Aún atiende a pacientes como consultor
macrobiótica. ¿Cuál es la finalidad de una consulta macrobiótica?
- Siento un gran respeto por los
médicos y su labor, pero creo que la medicina moderna tiene una limitación: a
los médicos, en la facultad, y salvo en casos muy concretos, no se les suele
hablar de alimentación, de cómo comemos y cómo nos afecta, ni de cómo nos
afecta el entorno en el que vivimos. No ahondan en la causa de la enfermedad.
Si alguien enferma se ataca el síntoma: si hay un tumor, se extirpa o irradia
pero no se tiene en cuenta que puede haber surgido como consecuencia de lo que
se come.
Eso es lo que intenta hacer un
consultor en macrobiótica: enseñar a la persona qué hábitos alimentarios
pueden haberle llevado a enfermar para que pueda corregirlos. Puede que el tratamiento
médico sea necesario en un momento dado y que sea efectivo, pero si no se
corrige la causa de la enfermedad, volverá a aparecer, en el mismo sitio o en
otro.
- ¿Cómo personalizan la dieta de un
paciente?
- Utilizamos muchas herramientas
para diagnosticar , pero la que yo empleo más y en la insisto más a mis
alumnos es la observación. Nos fijamos en la fisonomía y la constitución, el
color y la textura de la piel, el iris, la postura, las manos, la retención de
líquidos, la forma de los ojos, labios, orejas, el tono de voz... También
tocando y presionando en ciertas partes del cuerpo, como los hombros o las
piernas, y viendo si están tensas, se pueden averiguar cosas. Los puntos
fuertes y débiles de cada persona, la influencia del entorno, lo que come y
el tipo de vida que lleva se reflejan en el exterior.
- Para que los lectores puedan ver
qué es una consulta en la práctica, ¿podría poner un ejemplo conmigo?
- Lo primero que veo es que tienes
hipoglucemia, es decir, un bajo nivel de azúcares en la sangre. Por eso, a
media tarde, te suele dar un bajón y te entran ganas de comer algo dulce. En
cuanto comes te recuperas enseguida, porque te sube rápido el azúcar, pero al
cabo de un rato vuelves a sentirte cansada. Cuando llega la noche estás
cansada pero si no has comido te cuesta dormir. Probablemente se te queda el
cuerpo frío.
Por la mañana te levantas de nuevo
muy cansada y con mucho sueño, hasta que te tomas el té o café y empiezas a
funcionar. Esto sucede porque cuando notas que te apagas y tomas azúcar este
produce calorías rápidamente pero la descarga calórica termina pronto, lo que
provoca altibajos en los niveles de azúcar en la sangre y, por lo tanto, en
los niveles de energía. También creo que tus riñones han acumulado grasa. Y
tienes miomas en la matriz.
- ¿Qué me aconsejaría?
- Deberías comer más cereales
integrales y legumbres, y menos harinas y productos refinados, más verdura y
pequeñas cantidades de fruta. Lo ideal sería que eliminaras el queso, la
leche, la mantequilla y, en general, los productos de origen animal.
- Para acabar, dígame, ¿hay algo más
importante en la vida que la comida?
- El medio ambiente... Porque todo
depende de qué se entienda por comida. Podemos verla como aquello que nos
llevamos a la boca, algo físico y visible. Pero también existe una comida
invisible, otras cosas que nos alimentan: la luz, el aire, el tacto, las vibraciones...
En un sentido amplio, lo que nos rodea también es alimento. El ser humano
necesita sentirse en comunión con el universo pero para acercarse a ese
sentimiento necesita que el universo lo alimente.
Ahí reside el objetivo último de la
macrobiótica: que las personas a través del alimento puedan llegar a ser más
espirituales.
PARA MÁS INFORMACIÓN
Michio Kushi escribió más de cien
libros a lo largo de su vida. Estos son algunos de los que han sido traducidos
al español:
El libro de la macrobiótica; Ed. Edaf
El libro del diagnóstico oriental;
Ed. Edaf
Do-In: ejercicios para el desarrollo
físico y espiritual; Ed. Ibis
Salud holística con la macrobiótica;
Ed. Edaf
Fuente: CUERPOMENTE
No hay comentarios:
Publicar un comentario