Junto con el roble, el pino
silvestre, el olivo y el sauce blanco, el abedul es el árbol europeo con
mayores aplicaciones terapéuticas. Es un árbol que crece en la alta montaña y
en regiones frías, que forma bosques claros y prospera en terrenos descarnados
y húmedos. Sus hojas vibran al menor soplo de aire en un bello espectáculo
visual, sobre todo en otoño, cuando adquieren espectaculares tonos dorados.
En Europa contamos con dos especies:
el abedul pubescente (Betula alba o pubescens), que en nuestro país se extiende
sobre todo por el noroeste, y el abedul común (Betula pendula), presente en los
Pirineos y los sistemas Central y Bético.
Ambos son árboles esbeltos, de ramas
colgantes y una llamativa corteza de color blanco, marcada de parches negros en
la especie común. Las hojas son triangulares, más redondeadas y pilosas en la
especie alba, con los márgenes aserrados. Las flores cuelgan en amentos y los
frutos son elípticos, alados.
ABEDUL EN LA TRADICIÓN EUROPEA
Los abedules están muy ligados a las
viejas tradiciones europeas. Se los conocía por "damas del bosque", y
los druidas centroeuropeos empleaban las ramas jóvenes como varitas para alejar
a los malos espíritus.
También han destacado en las
tradiciones y las epopeyas de los primeros exploradores blancos de Alaska, como
supo reflejar de forma inigualable Jack London. En su magistral relato "To
Built a Fire" (Encender una hoguera) explica cómo un solitario explorador
perdido se las apaña para escapar de una muerte segura por congelación en un
gélido paisaje nevado del Yukon usando corteza de abedul para prender el fuego.
Lo cierto es que el abedul ha sido un
gran remedio curativo. En la Edad Media se valoraba por sus propiedades
diuréticas y su capacidad para eliminar las arenillas del riñón, tanto que,
como cuenta Pío Font Quer, se declaró "árbol nefrítico de Europa".
En las Highlands escocesas la savia
se empleaba para dolencias del hígado y en Escandinavia sigue siendo habitual
golpearse con las ramillas brazos y piernas para activar la circulación al
tomar una sauna.
¿CÓMO SE OBTIENE SU SAVIA?
Los productos de savia de abedul
suelen proceder de Escandinavia o Canadá donde el árbol es muy abundante.
La savia, un jugo viscoso y dulzón,
se obtiene practicando un agujero en la corteza por el que se introduce un
mechón de algodón. Se pueden obtener hasta 5 litros por árbol.
Una vez cosechada la savia de abedul,
la herida debe sellarse y no hay que volver a perforar el árbol al menos en dos
años.
La savia aporta hidratos de carbono,
sales minerales y fitonutrientes. Se usa como depurativo natural, para eliminar
toxinas, reponerse tras un empacho o intoxicación alimentaria, ayudar a
eliminar las arenillas del riñón y sobre todo en curas de ayuno para control
del peso.
EL GRAN AMIGO DEL RIÑÓN
Con fines medicinales se utilizan
sobre todo las hojas, pero también las yemas, corteza, savia y ceniza. Contiene
taninos, flavonoides, sales potásicas y aceite esencial con ácido betulínico y
betulinol.
Como diurético y antiséptico
urinario, se indica en caso de infecciones urinarias como la cistitis y la
uretritis, en infecciones renales y como medio natural para potenciar la
diuresis. Es muy útil frente a la retención de líquidos, edemas y dificultades
para orinar u oliguria. Como planta depurativa, contribuye a prevenir y
eliminar las piedras del riñón, y estimula la pérdida de toxinas, ácido úrico y
urea por la orina. Es un diurético adecuado para personas hipertensas.
Como antiinflamatorio y analgésico,
además de aliviar el dolor en cólicos nefríticos, atenúa la inflamación y el
dolor en ataques de gota, procesos reumáticos y en lesiones como la bursitis de
cadera, rodilla u hombro, contracturas musculares, la tendinitis y la
fibrositis.
También ayuda a bajar la fiebre y se
indica en estados febriles puntuales y procesos gripales. Alivia la sensación
de trancazo, las molestias musculares asociadas a la gripe y el dolor de
cabeza.
Por su poder astringente el extracto
de corteza se indica en caso de diarrea. En uso externo el abedul se indica
como astringente y cicatrizante sobre heridas cutáneas, eccemas y forúnculos,
así como en caso de vulvovaginitis, inflamación del cuello uterino o
cervicitis, y en loción para frenar la caída del cabello.
¿CÓMO SE PUEDE TOMAR EL ABEDUL?
En los herbolarios el abedul se suele
encontrar de diferentes formas:
La planta seca (hojas), para
infusión, 40 g por litro, tres tazas diarias. Se suele suavizar su amargor con
otras plantas.
La corteza o las yemas, para aplicar
en decocción como astringente y febrífugo, tres tazas diarias, en ayunas.
El extracto líquido, 30 gotas tres
veces al día y el jarabe, tres cucharadas diarias.
En comprimidos, muchas veces
combinado con cola de caballo, grama y vellosilla, para dos o tres tomas
diarias.
La savia, diluida en infusión, zumo
de frutas o agua, hasta tres cucharadas diarias, en curas de ayuno y litiasis
renal.
Las cataplasmas de hojas frescas y
trituradas para el dolor de gota.
La ceniza de las ramas y el tronco se
ha usado tradicionalmente en Laponia para reumatismos, dolor muscular y
trastornos digestivos. Se están estudiando estos usos a nivel científico.
Los extractos concentrados de abedul,
por la presencia de salicilatos, deben tomarse con moderación o evitarse si se
toman anticoagulantes o hemostáticos o se han sufrido hemorragias activas
recientes. Las personas hipertensas medicadas deberían consultar al médico
antes de tomar abedul.
4 TISANAS ÚTILES CON ABEDUL
Infusión para reducir el ácido úrico:
se combinan hojas de abedul, lespedeza, coronilla de fraile, fresno y anís
estrellado a partes iguales. Se hierve una cucharada sopera de la mezcla por
taza de agua un par de minutos. Se deja reposar, se cuela y se toman 2-3 tazas
al día en ayunas.
Tisana depurativa con abedul: se
mezclan a partes iguales abedul, cola de caballo, diente de león, bardana y
anís estrellado. Se hierven 40 g de la mezcla por litro de agua 5 minutos, se
deja reposar otros 10 y se cuela. Se bebe a pequeñas dosis durante el día.
Tisana con grama para la
hipertensión: Se mezclan abedul, grama, barbas de maíz y cola de caballo, a
partes iguales. Se hierven 2 minutos 4 cucharadas soperas por litro de agua. Se
deja reposar 8-10 minutos y se cuela. Se bebe a lo largo del día, o bien dos
tazas al día, tras las comidas.
Infusión con abedul para las
contracturas y el dolor reumático: se mezcla abedul, hojas de fresno, raíz de
harpagofito, sumidades de ulmaria y anís verde a partes iguales. Se deja en
infusión una cucharada sopera por taza de agua 10 minutos y se filtra. Se toman
3 tazas al día, con abundante agua. Esta infusión antiinflamatoria también
alivia contracturas.
Jordi Cebrián
Periodista especializado en plantas
medicinales y ecología
Fuente: CUERPOMENTE