La humanidad está empeñada en una
eterna búsqueda de ese «algo más» que espera le aportará una felicidad completa
y sin fin. Para aquellos que han buscado y encontrado a Dios, la búsqueda ha
terminado: Él es ese Algo Más.
Mucha gente puede tener dudas de que
encontrar a Dios sea el propósito de la vida; pero todos pueden aceptar la idea
de que el propósito de la vida es la felicidad. Yo digo que Dios es Felicidad;
Él es Bienaventuranza; Él es Amor; Él es el Gozo que jamás desaparecerá de tu
alma. Así pues, ¿por qué no esforzarse por adquirir esa Felicidad? Nadie más
puede concedértela. Debes cultivarla continuamente tú mismo.
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Aun cuando la vida te diese, de una
sola vez, todo lo que desearas —riqueza, poder, amigos—, después de un cierto
tiempo te sentirías de nuevo insatisfecho y necesitarías algo más. Pero hay una
cosa de la que nunca podrás cansarte: del gozo. Esa felicidad exquisitamente
variada, aunque en esencia inmutable, es la experiencia interior que todos anhelan
lograr. En verdad, el gozo perdurable y siempre nuevo es Dios, y cuando
encuentres este Gozo dentro de ti, lo encontrarás también en todas las cosas
externas. Al establecer contacto con Dios, habrás logrado en realidad
conectarte con la Fuente misma de la bienaventuranza perenne y sin fin.
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Supongamos que te castigan no
permitiéndote retirarte a dormir cuando desesperadamente necesitas descansar, y
de pronto alguien te dice: «Bien, puedes irte a dormir ahora». Imagina la
felicidad que sentirías en el instante previo a quedarte dormido. ¡Multiplica
esa sensación un millón de veces! Ni siquiera eso describiría el gozo que se
experimenta en la comunión con Dios.
El gozo divino es ilimitado, perenne y siempre nuevo. Ni el cuerpo, ni la mente, ni cosa alguna puede perturbarte cuando estás en ese estado de conciencia. ¡Tal es la gracia y la gloria del Señor!, y Él te explicará todo lo que hasta entonces no hayas podido comprender, todo cuanto desees saber.
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Cuando te sientas y te sumerges en el
silencio de la meditación profunda, te inunda el gozo que bulle en tu interior
y que no está provocado por estímulos externos. El gozo de la meditación es
irresistible. Quienes no han experimentado el silencio de la auténtica
meditación no saben qué es el verdadero gozo.
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Conforme la mente y el sentimiento se
dirigen hacia el interior, comienzas a sentir el gozo divino. Los placeres de
los sentidos no perduran; pero el gozo de Dios es eterno. ¡Es incomparable!
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Muy pocos sabemos cuánto se puede
lograr en la vida si la vivimos apropiada, sabia y económicamente. Aprovechemos
el tiempo; la vida suele agotarse antes de que consigamos despertar y por eso
no comprendemos el valor del tiempo inmortal que Dios nos ha concedido.
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No desperdicies tu tiempo en la
ociosidad. Mucha es la gente que dedica su tiempo a actividades por completo
intrascendentes. Si les preguntas a tales personas qué han estado haciendo,
responderán habitualmente: «¡Oh, me he mantenido ocupada cada minuto!». No
obstante, apenas si pueden recordar qué era lo que las mantuvo tan ocupadas.
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En cualquier momento se te podrá
exigir que abandones este mundo, y tendrás que cancelar todos tus compromisos.
¿Por qué dar, pues, preferencia a cualquier otra actividad quedándote sin
tiempo para dedicárselo a Dios? Eso no es sensato. La razón por la cual nos
enredamos en intereses humanos y olvidamos a Dios es maya, la red de la ilusión
cósmica que nos rodea.
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Si estamos en sintonía con Dios,
nuestra percepción se torna ilimitada, siendo capaz de penetrar por doquier en
el caudal oceánico de la Divina Presencia. Cuando conocemos al Espíritu, y
tomamos conciencia de que somos Espíritu, no existe costa ni mar, tierra ni
cielo: todo es Él. La fusión de todas las cosas en el Espíritu es un estado que
nadie es capaz de describir. Se experimenta una infinita bienaventuranza: la
plenitud eterna del gozo, la sabiduría y el amor.
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El amor de Dios, el amor del
Espíritu, es un amor embriagador. Una vez que lo hayas experimentado, te
conducirá cada vez más profundamente a los dominios de lo eterno. Ese amor
jamás será arrebatado de tu corazón, sino que arderá allí, y en ese fuego
encontrarás el gran magnetismo del Espíritu que atrae a los demás hacia ti y
atrae también cualquier cosa que verdaderamente necesites o desees.
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En verdad puedo afirmar que todas mis
preguntas han sido respondidas, no por el hombre, sino por Dios. Él es. Él es.
Es su espíritu quien te habla a través de mí. Es de su amor del que yo hablo.
¡Oleada tras oleada de gozo estremecedor! Cual dulce céfiro, su amor envuelve
el alma. Noche y día, semana tras semana, mes tras mes, año tras año, continúa
creciendo y no sabes dónde está el fin. Y eso es lo que tú anhelas
experimentar, lo que cada uno busca. Piensas que lo que deseas es el amor
humano y la prosperidad, mas en el fondo de ambos se encuentra el Padre, que te
está llamando. Si tomas conciencia de que Él es infinitamente superior a sus
dones, con toda certeza le encontrarás.
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El hombre ha venido a la tierra
exclusivamente para aprender a conocer a Dios; no existe otra razón para su
permanencia aquí. Éste es el verdadero mensaje del Señor. A todos aquellos que
le buscan y le aman, Él les habla de esa Vida sublime donde no hay dolor ni
vejez, guerra ni muerte, sino sólo seguridad eterna. En esa Vida nada se
destruye. En ella existe únicamente una felicidad inefable que jamás se
marchita: una felicidad que es siempre nueva.
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Así pues, vale la pena buscar a Dios.
Todos aquellos que sinceramente le buscan, con seguridad le encontrarán.
Quienes anhelan amar al Señor y ansían entrar en su reino, y desde lo más
profundo de su corazón desean conocerle, sin duda le encontrarán. Día y noche
debes tener un anhelo cada vez más intenso de conocer a Dios. En reconocimiento
de tu amor, Él cumplirá la promesa que te hiciera para toda la eternidad y
experimentarás entonces gozo y felicidad sin fin. Todo es luz, todo es gozo,
todo es paz, todo es amor. Todo es Él.
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Para ahondar más en este tema:
«El propósito de la vida es encontrar
a Dios», La búsqueda eterna, de Paramahansa Yogananda
La ciencia de la religión, de
Paramahansa Yogananda
«Nuestro destino divino», Sólo amor,
de Sri Daya Mata
La intuición: Guía del alma para
tomar decisiones acertadas, de Sri Daya Mata
Finding Soul
Guidance to Navigate the Maze of Life’s Experiences, del Hermano Sevananda
Fuente: Self-Realization Fellowship
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