Uno necesita estar
libre del miedo y del condicionamiento mental antes de poder ofrecer cualquier
servicio significativo. La libertad interna es el requisito previo de la
libertad social y política. Los políticos usan el lema de “servir al pueblo”
como una cortina de humo. Una vez llegan al poder su meta principal es
permanecer en el poder, por las buenas o por las malas. La historia de la
política está llena de decepción, corrupción y desilusión. La política se ha
convertido, como la religión, en parte del problema, y no en parte de la
solución. La política significa “dividir” y “dominar”; la lucha es por el
poder, por los privilegios y por la riqueza. La alternativa es la educación.
Debemos dejar de corromper y condicionar a nuestros niños. Los niños son
capaces de aprender sobre la unidad de la vida, a ver las cosas como son, a ser
íntegros y plenos. Yo encuentro mucha más satisfacción trabajando con niños de
la que hallé en la política.”
Satish Kumar entrevista
a Jiddu Krishnamurti
Mi encuentro con Jiddu
Krishnamurti me reveló una visión totalmente diferente a las de Gandhi y
Vinoba. Según ellos, uno encuentra significado en su vida a través del
servicio. Pero Krishnamurti enfatizaba la necesidad de la libertad. Uno
necesita estar libre del miedo y del condicionamiento de la mente antes de
poder ofrecer cualquier servicio significativo. La libertad interna es el
requisito previo de la libertad social y política.
La libertad espiritual
emerge cuando se indaga profundamente en la consciencia
En 1960 yo estaba en la
ciudad de Varanasi (Benarés). Allí un amigo, Achyut Patwardhan, me dijo: “Debes
conocer a Krishnamurti. Tu historia de entrar en una orden religiosa y luego
abandonarla, le fascinará. El también abandonó su orden”.
Había oído hablar de
Krishnamurti. Muchos de mis amigos eran admiradores suyos. Eran lectores
asiduos de sus libros y habían acudido a sus discursos. Pero yo conocía muy
poco de él y de que había dejado una orden religiosa. Achyut alegremente disipó
mi ignorancia:
“Solicité, a través de
Achyut, poder entrevistarme con Krishnamurti. Arreglado el encuentro, fuimos a
la casa de huéspedes del colegio y Achyut tocó suavemente a la puerta. El mismo
Krishnamurti, listo y expectante, abrió la puerta. “Este es Satish, el que fue
monje jainista”, dijo Achyut, presentándome. “Buenos días, señor”, dijo
Krishnamurti, con voz educada y suave. Yo era un joven ordinario de
veinticuatro años de edad, así que me sorprendió que me llamara “señor”. No
sabía qué decir. Salimos a dar un paseo matinal por la orilla del Ganges. El
alba apenas rompía. En esa luz tenue miré al gran hombre, del cual había oído
hablar tanto. Tenía sesenta y cinco años, pero andaba con paso enérgico. No muy
alto, y sin darse aires, parecía ser un hombre muy amable.
Lo sagrado ha perdido
su significado y se ha convertido en concepto y ritual
Justo al borde de la
ribera había una familia de peregrinos que se metían en las aguas sagradas.
Krishnamurti comentó: “Los hindúes consideran sagrado el Ganges, pero permiten que
aguas residuales, excrementos y otras porquerías de la ciudad fluyan al río. La
palabra sagrado ha perdido su significado y se ha convertido en un mero
concepto. Bañarse en el agua sagrada no es más que un ritual”. Su cara denotaba
una expresión de tristeza.
“Ayer, Achyut me habló
de cómo disolviste la Orden de la Estrella. Lo habrás comentado muchas veces,
pero me gustaría oír de ti por qué lo hiciste”. “Sentí –dijo- que no hay un
programa fijo con el que se pueda llegar a la verdad. La verdad es una tierra
sin caminos. Ninguna religión es capaz de llevarnos a la espiritualidad o a la
libertad. Las religiones son una causa de esclavitud tanto como cualquier otra.
Sólo nos pueden ofrecer una jaula o prisión religiosa. Para andar libres
tenemos que deshacernos de todas las muletas. Las religiones no son más que los
intereses creados de la creencia organizada, separando y dividiendo a las
personas. Las religiones se basan esencialmente en el miedo. Cuando comprendí
esto, cuando lo vi claro, como la luz del día, me dije: si es así, entonces yo
no puedo liderar una orden religiosa”.
“Antes de disolver la
Orden de la Estrella, tuve que disolver mi propio miedo, mi propia inseguridad.
Una vez logrado eso, lo demás se hizo fácil. Sencillamente anuncié que la Orden
no sólo no era esencial, sino que era una absoluta barrera contra el verdadero
entendimiento, así que no se podía justificar más. Y así fue”. “¿Cómo reaccionó
la gente ante tu afirmación?”. “Cuando se dieron cuenta de que no sólo estaba
yo abandonando la Orden, sino que tampoco les estaba ofreciendo un ideal que
pudieran perseguir, se sintieron defraudados. La gente ansiaba certezas, yo les
estaba ofreciendo sorpresas”.
“Si no les estabas
ofreciendo un ideal, entonces ¿qué les estabas ofreciendo?”, pregunté.
“Amistad, conversación y diálogo, para explorar la naturaleza de la realidad.
La verdad no es algo prefabricado que te pueda dar una religión o un maestro.
La verdad necesita ser descubierta. La vida es un viaje de descubrimiento. La
certeza sólo es posible cuando existe algo fijo y permanente, mientras que la
realidad se mueve y cambia continuamente. Se encuentra constantemente en estado
de transformación.
La verdad es una tierra
sin caminos. Ninguna religión es capaz de llevarnos a la espiritualidad o a la
libertad. Las religiones son una causa de esclavitud tanto como cualquier otra.
Si nuestras mentes
están atadas a una creencia fija, a una determinada sabiduría, entonces ¿cómo
podemos bregar con este cambio continuo? Ya que la realidad no es estática
necesitamos mentes rápidas y corazones flexibles. Sólo entonces sabremos
responder ante la naturaleza dinámica de la existencia. Yo no podía, y no
puedo, ofrecer más que una constante conversación y exploración. A través de
tal exploración podemos disfrutar de libertad total del miedo y de ideales
fijos”.
La religión y la
política son parte del problema, no de la solución
“¿Estás diciendo que no
hay nada de valor en los grandes textos religiosos como la Bhagavad Gita o la
Biblia?”, le pregunté. “Puede que haya algo de valor en esos libros en términos
de literatura o como un relato del pensamiento de una persona. Pero la verdad
no está en ningún libro. Si la verdad estuviera allí, entonces no habría ningún
conflicto entre la Biblia y el Corán, entre la Bhagavad Gita y los sutras
budistas. El conflicto sólo puede existir entre lo falso y lo falso. No puede
haber conflicto entre lo verdadero y lo verdadero. Ni entre lo verdadero y lo
falso.
Igual que no puede
haber conflicto entre dos personas que amen la paz, o entre una persona que ama
la paz y otra que ama la guerra. El conflicto en realidad sucede sólo cuando
hay dos que aman la guerra y quieren salirse con la suya. El conflicto
religioso es entre una religión falsa y otra religión falsa. Las religiones se
han convertido en vehículos de propaganda, y la propaganda no es la verdad”.
“¿Quieres decir que las
religiones no son parte de la solución, sino parte del problema?”. “Gracias,
señor”, dijo Krishnamurti. “Has estado prestando atención a nuestra
conversación. Tienes toda la razón. La verdad no se puede comprender a través
de ningún credo, ningún dogma, ninguna sabiduría filosófica, ninguna técnica
psicológica, ningún ritual o sistema teológico. La verdad se experimenta de
momento a momento, en la red de relaciones”.
“¿Qué es la “red de
relaciones”?”, pregunté. “¿Te das cuenta, señor, de que tú eres el mundo y el
mundo eres tú? El mundo no es algo aparte de ti y de mí. Hay un hilo común de
relaciones que nos teje a todos juntos.
Política es dividir y
dominar; la lucha es por el poder, los privilegios y la riqueza. La alternativa
es la educación.
Fundamentalmente
estamos todos totalmente conectados. Superficialmente las cosas parecen estar
separadas. Especies distintas, razas distintas, culturas y colores distintos,
nacionalidades y religiones y políticas distintas. Si te fijas bien,
inmediatamente verás que todos somos parte del gran tapiz de la vida. Cuando
podemos vernos a nosotros mismos como parte de este glorioso patrón de
relaciones, entonces los conflictos entre naciones, religiones y sistemas
políticos se acabarán.
Los conflictos nacen de
la ignorancia. Cuando ignoramos que toda la vida está interconectada, entonces
intentamos controlarnos los unos a los otros. Cuando no existe el entendimiento
de que las relaciones son la base de nuestra existencia, entonces sólo hay
desintegración en la sociedad. Las relaciones son el cimiento sobre el que
todos existimos”.
Debimos de estar
andando durante casi una hora. Krishnamurti tenía que dar su discurso público a
las diez. Comenzamos a regresar. Achyut permanecía callado. Se alegraba de
haberme presentado, un joven “rebelde”, a Krishnamurti, un viejo “rebelde”.
Tras haber dado la
vuelta, aún pregunté: “Dices que la religión, la política y las ideologías han
herido a la humanidad. ¿Cómo podemos curar estas heridas? ¿Cómo podemos
regresar al estado de unión?”. “El problema es mucho más profundo que lo
concerniente a religiones o política”, dijo Krishnamurti. “Comienza en nuestras
mentes, nuestros hábitos, nuestras vidas. Existe un condicionamiento constante
que ha perdurado durante siglos. Estamos sujetos al condicionamiento y
participamos en nuestro propio condicionamiento.
El juzgar, el
prejuicio, los gustos y disgustos, todos forman parte del mismo problema. Se
nos ha condicionado para creer que el observador es distinto a lo observado,
que el pensador está separado del pensamiento. Este dualismo, esta división en
compartimentos, es la madre de todos los conflictos, la base de todo dolor y
sufrimiento. ¿Me entiendes, señor? Es muy importante”. “Espero haberlo
entendido. Sin embargo, ¿cómo pasamos del dualismo a la totalidad?”, proseguí
averiguando.
“Para poder sanarnos,
debemos ir más allá de las teorías, las fórmulas y las respuestas
prefabricadas. Debemos estar callados y prestar atención. El silencio y la
atención proporcionan la base para la meditación. La meditación es un proceso
curativo para las heridas de la fragmentación. Al meditar, las divisiones se
acaban y la totalidad emerge. Ya no hay división entre “yo” y “tú”, entre
“nosotros” y “ellos”, entre “bien” y “mal”. Cuando no existe el ego, no existe
la vanidad, o el miedo, o el aislamiento, la inseguridad o la ignorancia,
entonces hay curación y totalidad”.
La transformación de
las conciencias no es una utopía o un lujo, sino una necesidad
Reiniciamos el camino.
Krishnamurti me preguntó: “¿Qué crees, señor? ¿Qué piensas?”. “Tiene sentido.
Entiendo lo que dices, pero cuando veo a esos bañistas ahí abajo, tus palabras
parecen estar desconectadas de la manera en que ellos piensan, sienten y viven.
Parece existir una enorme brecha. ¿Qué significan tus palabras para ellos?”.
“Nada, quizás nada. Y sin embargo, si no nos transformamos radicalmente,
corremos el riesgo de destruir no sólo a la especie humana, sino a la Tierra
misma. Por favor, piensa en las armas nucleares y lo que todo eso implica. Una
vida completa, noble y llena de claridad, es un imperativo para la
supervivencia. No es una utopía o un lujo, sino una necesidad. Por favor.
Cuando miremos profundamente y nos veamos a nosotros mismos como una parte
integral del universo, entonces nuestras mentes parlanchinas se calmarán, la
sordidez de la guerra humana desaparecerá, conseguiremos establecer un
parentesco profundo y perdurable con la naturaleza”.
Acompañamos a
Krishnamurti hasta la casa de huéspedes y nos despedimos inclinándonos
respetuosamente. El momento estaba impregnado de sentimientos profundos hacia
un nuevo horizonte para la humanidad. Al llegar a la casa de Achyut, le dije:
“Sus palabras son radicales, sus pensamientos sinceros, pero ¿puedes imaginarte
un tiempo en el que estemos libres de templos, iglesias, mezquitas, rezos,
curas, partidos políticos y todo lo demás que divide a la humanidad? Además,
¿no está tirando al bebé con el agua sucia de la bañera?”. Achyut me dijo: “Debemos
comprender lo que es el bebé y diferenciarlo del agua sucia de la bañera.
Existe una gran diferencia entre la religión y las religiones. Krishnaji
estaría de acuerdo en que necesitamos ser religiosos, pero ¿necesitamos
quedarnos con el agua sucia de los dogmas y las disciplinas?”.
“Achyut, tú has pasado
gran parte de tu vida en la política. Eras un importante miembro del Partido
Socialista de India. Trabajabas para conseguir una transformación a través del
cambio político. Pero ahora vives una vida tranquila, en este bungalow, rodeado
de árboles y tranquilidad, mientras hay millones de personas ahí fuera
sufriendo”
Achyut se quedó
pensando. Y me dijo: “La política me falló, y ha fallado a India. Los políticos
usan el lema de “servir al pueblo” como una cortina de humo. Una vez llegan al
poder su meta principal es permanecer en el poder, por las buenas o por las
malas. Yo vi todo esto con mis propios ojos. La historia de la política está
llena de decepción, corrupción y desilusión. Por eso decidí que todo era una
pérdida de tiempo y lo dejé. Así de sencillo. No hay ningún gran misterio. La
política se ha convertido, como la religión, en parte del problema, y no en
parte de la solución. La política significa “dividir” y “dominar”; esto era así
con los ingleses y es así ahora con el partido Congreso. La lucha por la
independencia fue una lucha desinteresada; ahora la lucha es por el poder, por
los privilegios y por la riqueza”.
“¿Qué alternativa hay,
entonces?”. “La alternativa es la educación. Debemos dejar de corromper y
condicionar a nuestros niños. Por eso, Krishnamurti y sus amigos han
establecido colegios para hacer precisamente eso: uno en el sur de India,
llamado Rishi Valley; otro aquí, otro en Inglaterra y otro en California. En
estos colegios no existen dogmas fijos. Los niños son capaces de aprender sobre
la unidad de la vida, a ver las cosas como son, a ser íntegros y plenos. Yo
encuentro mucha más satisfacción trabajando con niños de la que hallé en la
política”.
Lo dejamos ahí. Vinoba
había ampliado mi entendimiento de la espiritualidad para incluir el servicio a
la comunidad y a la Tierra como una práctica religiosa primaria, pero ahora la
búsqueda de Krishnamurti de la verdadera libertad había retado los mismísimos
fundamentos de las tradiciones religiosas.
krishnamurti2Jiddu
Krishnamurti (1895-1986) fue un conocido escritor y orador en materia
filosófica y espiritual. Sus principales temas incluían: revolución
psicológica, el propósito de la meditación, relaciones humanas, la naturaleza
de la mente y como llevar a cabo un cambio positivo en la sociedad global.
Fuente: Mundo Nuevo
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