No
lo digo yo solamente. Lo dijo mucho antes que yo Gurdjieff: «Empiece por amar a
los animales; es más fácil que a las personas«. Pero el amor a los animales nos
abre el corazón hacia las personas, como del mismo modo que si realmente
amáramos a las personas, como seres sintientes que sufren, también querríamos
más a los animales y, al darnos cuenta de que padecen como nosotros,
evitaríamos causarles dolor en cualquier forma.
Empiece por amar a los animales;
es más fácil que a las personas
He
aprendido mucho de Emile, como los que tengáis animales de compañía habréis
aprendido mucho de ellos y sobre todo habréis hecho una hermosa labor si los
habéis recogido y no comprado para seguir alimentando el impúdico tráfico de
criaturas vivientes, que debería estar absolutamente prohibido en todos los
países del mundo.
Cada
día existe más la opinión unánime, y que nace de la experiencia directa, de que
para los niños, incluso con alguna discapacidad física o mental, es altamente
lenitivo, saludable e incluso terapéutico tratar con animales, siempre que no
sean comprados, para que así el muchachito perciba y sepa que a ese animal
doméstico se le ha evitado una vida infame. El animal permite una comunicación
supraverbal que llega mucho más al sentimiento sin ser filtrada por el corto
entendimiento intelectual. El niño, incluso antes de saber hablar, encuentra en
el animal ese compañero con el que se comunica de igual a igual y que puede
convertir en un almacén de caricias, en un amigo que no juzga ni reprocha, en
un compañero que conforta, anima, divierte, sosiega y alegra. Hay pocas estampas tan emotivas y bellas
como la que nos brinda un niño jugando con su animal de compañía. Ellos se
dicen cosas que los adultos, embrutecidos demasiado a menudo, no somos capaces
de comprender.
Hay
un relato indio muy hermoso:
Un
día, el hijo de la Diosa llega a casa y al ir a besar a su madre, ve que esta
tiene rasguños en el rostro.
Angustiado,
el adolescente pregunta a la Diosa qué le ha pasado, y ella responde: «Que esta
mañana jugando con un cervatillo le arañaste y le heriste, y al herirle a él,
me has herido a mi, querido hijo«.
Ramiro
Calle
Escritor.
Director del centro Shadak
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