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Lao Tse dijo:
Aquellos
a quienes llamamos sabios reposan pacíficamente en sus lugares de acuerdo con
los tiempos y disfrutan de sus obras de una manera apropiada a la época.
La
tristeza y la felicidad son desviaciones de la virtud, las preferencias y las
aversiones son cargas para la mente, la alegría y la cólera son excesos en el
camino.
Por
ello, su nacimiento es la acción del cielo, su muerte es la transformación de
las cosas.
Cuando
estás en calma, te fundes con la cualidad de la oscuridad; cuando estás activo,
estás en la misma onda que la luz.
Así,
la mente es la maestra de la forma, el espíritu es la joya de la mente. Cuando
se trabaja el cuerpo sin descanso, éste se desmorona; cuando la vitalidad se
utiliza sin descanso, ésta se agota. Por tanto, los sabios conscientes de esto
no se atreven a ser excesivos.
Utilizan
el no ser para responder al ser y están seguros de descubrir la razón; utilizan
el vacío para recibir la plenitud y están seguros de encontrar la medida.
Pasan sus vidas en pacífica serenidad y en abierta calma, sin alienarse de los
demás ni separarse de ellos.
Aceptando
la virtud, son cálidos y armoniosos, siguiendo así el Cielo, encontrándose con
el Camino, y estando cerca de la virtud. No empiezan nada por provecho ni
inician ninguna cosa que les pueda causar daño. La muerte y la vida no originan
cambios en el ser, y así se llama a esto lo más espiritual. Cualquier cosa que
se busque con el espíritu puede ser encontrada, y cualquier cosa que sea hecha
puede ser completada.
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