¡Qué vendaval! ¡Y qué
olas! La Energía está arrasando con lo
que ya no sirve y todos estamos golpeados, frustrados, perdidos, tratando de
aferrarnos a cualquier cosa que parezca segura… inútilmente… El cuerpo está somatizando: contracturas,
mareos, alergias, tensiones, accidentes, enfermedades, cada uno tiene su punto
débil, y molesta, duele, enoja. La mente
está trabajando sin descanso buscando explicaciones, justificaciones, planes B,
adaptaciones, y resulta insuficiente e ineficiente.
En medio de oleadas cada vez más fuertes, queremos volver a
usar las estrategias que nos sirvieron en el pasado pero ahora no funcionan,
porque en realidad fueron manotazos de ahogado que cumplieron pobremente su
propósito en su momento. Puede que el
paisaje sea el mismo o que se haya transformado drásticamente en los últimos
tiempos, con distintas pérdidas y cambios, pero lo que todavía subsiste es la
desilusión, la duda, la victimización.
¿Qué hicimos mal? ¿Por
qué no tenemos el resultado que previmos?
O habiéndolo obtenido, ¿por qué no nos sentimos lo felices que
creíamos? ¿Esforzarnos más todavía lo
conseguirá? ¿O mejor nos dedicamos a
tapar todo consumiendo, viajando, divirtiéndonos? ¿No será que ya no hay salida, que la
inseguridad, la guerra, la pobreza nos arrasará?
Empujado por pensamientos y hechos movilizadores, el Ego
recurre a la mente para encontrar estabilidad y calma y encuentra exactamente
lo contrario: un torbellino de ideas interminables e inacabadas que se
contraponen y generan más miedo. ¿Y si
la respuesta no estuviera allí? ¿Y si
finalmente entendiéramos que jamás estuvo allí y que no se trata de pensar más
sino menos? ¿Y si la mente aprendiera a
dejarse llevar?
Esa es la solución final, pero el mero hecho de considerarlo
ya es extraño, por lo que llevarlo a lo cotidiano parece en el orden de lo
imposible. ¿Es tan difícil? En principio, rotularlo así lo hace más arduo
por lo que sería mejor tomarlo como un juego, como una oportunidad de
facilitarte la vida en medio de tantas complicaciones. Imagina que siempre fuiste a buscar algo cada
vez que se te ocurría, preocupado porque no hubiera, temeroso de que te pasara
algo en el camino, aprensivo de que lo merecieras, inseguro de que pudieras
pagar el nuevo precio y de a poco aprendieras a confiar en que eso vendrá a ti
cuándo y cómo lo necesites… ¡qué cambio!
¿Y cómo se logra semejante portento? Viviendo en el aquí y ahora, dándote cuenta
de que lo que sucede es lo apropiado, que fundiéndote con la experiencia
encontrarás las respuestas que la mente no puede darte, porque se adelanta,
memoriza, empuja, dramatiza, rumia, atemoriza.
En ese constante luchar contra la realidad, con lo que es, te agotas y
te pierdes. Si atraes lo que eres, según
tu energía, ¿qué otra cosa habría sino lo que hay? Negarlo y batallar no lo cambia. Si no te gusta, pregúntate qué podrías
transformar internamente para atraer otra cosa, pero… no te olvides de los condicionamientos
familiares, sociales y religiosos.
Quizás, lo que te parece tan malo o tan poco o tanto (de lo
que sea) no son más que idealizaciones que compraste de los demás o que te
exigiste para sobrecompensar lo que creías que te faltaba. Nada te falta. Eres y tienes todo lo que necesitas para ser
feliz. Dale vacaciones a tu mente,
comprende que solo sirve para reflexionar, darte cuenta, comunicarte, saber (no
lo verdaderamente importante). Respira,
exhala la confusión, inhala todas las partes que has proyectado afuera, que
consideras negativas o insuficientes, dales espacio dentro de ti. Eres completo e íntegro. Siente tu cuerpo, es tu amigo y tu guía. Ábrete al instinto, a la intuición, a las
emociones, a los sonidos internos, a la conexión. Percibe tu entorno como amable, como
proveedor de las vivencias que necesitas para aprender, para evolucionar, para
experimentar el milagro de que cuerpo y alma se fundan. En esto estamos… ¡Es tan maravilloso! ¡Es único!
Vale el vendaval y las olas. Este
instante lo contiene.
Laura Foletto
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