Dedicar unos minutos del día a
observar la respiración nos permite obtener información sobre cómo nos sentimos
en ese momento, pero también nos ayuda a sentirnos más relajados mental, física
y anímicamente.
Respirar ayuda a apaciguar la mente.
A cada estado mental le corresponde un modo de respirar distinto; el ritmo
respiratorio no es el mismo si uno está sosegado o ansioso, disperso o
concentrado, abatido o eufórico.
Al igual que un estado psico-mental
condiciona un modo de respirar, una manera de respirar favorece un estado
mental concreto. La respiración rítmica calma y relaja la mente, la apacigua.
Según el yoga, la respiración rítmica consigue sintonizar el ritmo individual
del ser humano con el ritmo del universo.
Tal y como explica el texto de
Hathayoga Praclipika, si se consigue una respiración firme y constante, la
mente alcanzará el mismo estado.
"Controlando la mente se
domestica el caballo, y domesticando el caballo, se encauza la mente".
Ejercicio antes de
empezar a meditar
El primer paso para llegar a
controlar la respiración pasa por observarla. Este ejercicio relaja y mejora la
concentración, pero es además un buena forma de entrenar la mente para la
meditación.
Dedicar unos minutos del día a
observar la respiración permite, por un lado, obtener información de cómo nos
sentimos en ese momento, pero también potencia la concentración y la autoconciencia.
Además, al finalizar el ejercicio nos sentiremos más relajados mental, física y
anímicamente. Cómo empezar:
Podemos tumbarnos o sentarnos con las
piernas cruzadas o en loto, si estamos habituados a hacerlo. Es importante
asegurarse de que nuestra espalda está recta.
Cerramos los ojos y empezamos a
inhalar y exhalar, escuchando el sonido del aire, y visualizando su recorrido a
través de nuestro cuerpo. Lo imaginamos entrando por las fosas nasales, pasando
por la garganta, los pulmones y llegando a la sangre. Cuando exhalamos, hacemos
el recorrido inverso.
Con la práctica no solo
visualizaremos sino que sentiremos el aire. Se puede llegar a notar cómo el
aire que inspiramos es cálido cuando entra por la nariz, y cómo baja su
temperatura cuando lo espiramos. Observamos también la textura de nuestra
respiración: si es suave o áspera, rápida o lenta, regular o irregular, pero no
vamos a juzgarla o a tratar de cambiarla, simplemente la observamos.
Si la atención se dispersa trataremos
de volver a focalizarla en la respiración. Que se disperse es normal y no hay
que vivirlo como un fracaso, sino como parte natural del ejercicio.
Seguimos observándola durante unos
minutos y, cuando estemos totalmente cómodos y hayamos aceptado que nuestra
respiración es la que es, dejaremos que se suavice, tranquilice y adquiera un
ritmo. Trataremos de equilibrar la duración de la inspiración con la espiración
y de mantenernos unos minutos respirando de manera consciente.
Meditar a través de la respiración
A través de la quietud y la
concentración de la mente en un solo objeto, la meditación practicada
regularmente favorece la introspección, la lucidez y el bienestar.
La meditación es un proceso activo
para conseguir una mente tranquila. A través de su práctica, se puede sacar a
la mente de su frenética actividad, para colocarla en un oasis de atención
calmada. No hace falta tener habilidades específicas, el secreto está en la
práctica.
Mercedes de la Rosa - Profesora de
Yoga
Fuente: Cuerpo Mente
No hay comentarios:
Publicar un comentario