MÁS SALUD CON NOCHES DE SUEÑO REPARADOR

 


¿Verdad que cuando tienes las defensas bajas, tomas frutas y verduras ricas en vitamina C? ¿o que si quieres bajar de peso, haces una selección más concreta de los ingredientes para tus platos? De una forma u otra, siempre que perseguimos un objetivo de salud, pensamos de forma automática en cuáles son los alimentos más adecuados para acompañarlo.

Hay otro punto de nuestras vidas que también juega un papel igual de importante para mantener el estado de salud, aunque menos atendido, y bastante pasado por alto: Conseguir noches de sueño reparador y descanso, es fundamental para mantener el equilibrio de nuestra biología.

 

Los ritmos cardíacos

Existe un reloj interno que regula nuestra biología mediante la secreción de hormonas. Podríamos decir que hay distintos relojes orquestados por uno central ubicado en el cerebro, que guían nuestro funcionamiento y que deben estar sincronizados. Son los ritmos circadianos.

 

Estos relojes funcionan con un estímulo principal: la luz. De manera ancestral, cuando hay luz, nuestro cuerpo interpreta que es de día y se pone a realizar funciones vitales que responden al día. Al llegar la noche, nuestra energía se centra hacia otras labores orgánicas, como puede ser la activación del sistema inmunitario o la regeneración celular, propias de la noche.

 

Cuando nuestros relojes se desincronizan, porque no dedicamos la noche a dormir y durante el día, a la actividad, sufrimos alteraciones hormonales que llevan a la enfermedad: sistema inmunitario deprimido, más acumulación de grasa y otros daños modernos, como las enfermedades inflamatorias.

 

La higiene del sueño y alimentos clave

Existen acciones específicas que, por más sencillas que parezcan, refuerzan de forma contundente la posibilidad de tener noches de sueño reparadoras, y por tanto, tener ajustados nuestros ritmos circadianos.

 

Algunas de estas acciones, incluidas en lo que se conoce como higiene del sueño, consisten en: buscar regularidad en los horarios de ir a la cama, conseguir un entorno de oscuridad, tener las digestiones ya realizadas, que la habitación tenga una temperatura más bien baja (en torno a los 19ºC) y, por descontado, evitar estar con dispositivos lumínicos que confunden a nuestros receptores de luz.

 

La falta de contacto con la luz del día y el exceso de pantallas por la noche, entre otras cosas, nos desconectan de nuestros ritmos naturales.

 

Existen, de la misma forma, algunos nutrientes que nos ayudan a conciliar el sueño y que vale la pena tener en cuenta, pues son muy fáciles de incorporar a nuestra alimentación. Se trata del triptófano, es un aminoácido precursor de la serotonina, que, a la vez, es necesaria para conseguir melatonina, hormona inductora del sueño.

 

Alimentos de origen vegetal ricos en triptófano son: las cerezas, el aguacate, las nueces y almendras, las semillas de sésamo, las pipas de calabaza y girasol, los cacahuetes y las legumbres.

 

Alimentos ricos en magnesio, pues este mineral posibilita la relajación muscular: las legumbres, los frutos secos, las semillas y las verduras de hojas verdes.

 

Un plato de lentejas con aliño de semillas y unas cerezas de postre pueden ser una buena manera de terminar el día para quienes tienen mayor dificultad en conciliar el sueño.

 

El mundo actual se empeña en desregular nuestros ritmos circadianos, llevándonos de forma acelerada a la enfermedad. Todo lo que hagamos para conseguir mejores noches de descanso, contribuirá directamente a un mayor estado de salud.

 

Pilar Rodrigáñez Riccheri – Dietista

 

Fuente: Sol Natural


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