Leon Tolstoi dice que el amor llega a
quienes entienden la vida por eso uno no debe razonar el amor, y que todos los
razonamientos sobre éste lo destruyen.
EL AMOR Y LA RAZÓN
No se debe razonar el amor, los
razonamientos sobre éste lo destruyen.
Todos sabemos que en el sentimiento
amoroso hay algo especial, capaz de resolver todas las contradicciones de la
vida y darnos un bienestar total, un motivo a partir del cual constituir
nuestra vida. «Pero se trata de un sentimiento que aparece rara vez, dura poco,
y es seguido de grandes sufrimientos», declaran los hombres que no entienden la
vida.
Para ellos, el amor no se presenta
como la única y legítima manifestación de la vida (como sí lo hace para una
conciencia razonable), sino como una de las muchas eventualidades de la
existencia; como una de las miles de fases por las que un hombre pasa durante
su vida. Para esta clase de personas, el amor no responde a la idea que
involuntariamente nos vincula al mundo. No es una actividad benigna que da
bienestar a quien ama y quien es amado.
Tienen razón en decir que uno no debe
razonar el amor, y que todos los razonamientos sobre éste lo destruyen. Pero el
punto es que las personas que no necesitan razonar sobre el amor ya han usado
la razón para entender la vida, y han renunciado a los beneficios de su
existencia individual; aquellos que no han entendido la vida y existen
solamente para el bienestar de la individualidad, no pueden evitar razonar al
respecto. Tienen que razonar para poder entregarse a ese sentimiento que llaman
amor.
En realidad los hombres prefieren a
sus propios hijos, su esposa, sus amigos y su propio país, que a los hijos,
esposa, amigos o país de alguien más, y llaman a este sentimiento amor. Amar
significa, en general, hacer el bien. Es así como todos entendemos el amor y no
sabemos cómo pensarlo de otra forma.
DEMANDAS DEL AMOR
El amor habita exclusivamente en el
presente.
Si un hombre decide que es mejor para
él resistirse a las demandas de un amor presente (un amor supuestamente débil)
en el nombre de otro, de una manifestación futura, está engañándose o engañando
a otras personas, y no ama a nadie más que a sí mismo.
Hay que tomar conciencia y,
finalmente, aceptar que el amor es vasto y diverso, que existen infinitas
manifestaciones del amor y que para vivirlo se requiere un estado activo del
ser.
Las demandas del amor son tantas, y
todas están tan entretejidas, que la satisfacción de las demandas de algunas
privan al ser humano de la posibilidad de satisfacer otras. Pero si admito que
no puedo vestir a un niño entumecido por el frío, con la pretensión de que mis
hijos un día necesitarán ropa provista por mí, puedo también resistir a otras
demandas de amor en nombre de mis futuros hijos.
El amor futuro no existe. El amor es
una actividad que habita exclusivamente en el presente. El hombre que no
manifiesta amor en el presente, no tiene amor que dar.
¿QUÉ ES EL AMOR?
La definición del amor llega a
quienes entienden la vida.
Cada ser humano sabe que en el
sentimiento de amor hay algo especial, capaz de resolver todas las
contradicciones de la vida y de dar a la existencia un bienestar completo. Sin
embargo, «la definición pura del amor sólo llega a las personas que a su vez
son capaces de entender la vida».
Por lo tanto, el amor no sólo aparece
como la única y legítima manifestación de la vida; como manifestación de la
conciencia razonable, sino como una de las miles de diferentes eventualidades
de la vida; como una de las varias fases por las que atraviesa un ser humano
durante su existencia.
Es decir, que si bien es una
actividad que ofrece tantas dificultades pues sus manifestaciones se pueden
convertir en dolorosas y en ocasiones en imposibles, debe experimentarse sin
razonarla porque, todo razonamiento sobre el amor lo destruye.
Es decir, que sólo las personas que
han usado ya su raciocinio para entender la vida y han renunciado al bienestar
de la existencia individual, pueden entender el amor. Sin embargo, aquellos que
no han entendido la vida no pueden evitar razonar sobre el amor y necesitan una
razón para ser capaces de entregarse a este sentimiento.
El ser humano, al enfrentarse a la
paradoja central de reconciliación con su inherente egoísmo con el inevitable
amor universal, necesita superar el mayor obstáculo para el amor que es el
temor secreto de no ser dignos de ser amados.
«El respeto se inventó para cubrir el
lugar vacío donde el amor debería estar». Leon Tolstoi
Leon Tolstoi
Fuente: La Iluminacion Espiritual
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