LA ENERGÍA CONTRAÍDA
La energía contraída son recuerdos que no han sido resueltos.
Cualquier cosa que
podamos hacer para liberar la energía contraída es de gran valor. Energía
contraída es un término que se aplica a la capacidad del cuerpo para aferrarse
a viejos pensamientos, sentimientos, reacciones y recuerdos que no han sido
resueltos. Estos nos impiden vivir en el ahora, del mismo modo que
las capas de barniz evitan que veamos una vieja pintura como el maestro la
concibió.
A diferencia del agua o
el carbón, los cuales permanecen pasivos bajo la superficie, la energía
contraída nos afecta desde su refugio emocional. Emite señales de
peligro que no pueden ser ignoradas. Como la ansiedad es la emoción más
común a la que el cuerpo se aferra —por ser la más difícil de enfrentar—
profundizaremos en ella. En la vida, al igual que en nuestras acciones, el
camino directo para encontrar el propio centro es sumergirse en los oscuros
escondrijos del miedo.
LIBERAR LA ENERGÍA CONTRAÍDA
Respiración para la liberación de la energía contraída.
Siéntese cómodamente.
Tome conciencia de su respiración. Cuando sienta que es más pausada, inhale
profundamente y sienta cómo el aire baja hasta su estómago. Hágalo
gradualmente, aspire hasta que parezca chocar con un obstáculo. Reconocerá
inmediatamente el momento, porque sentirá una súbita necesidad de exhalar. Hágalo,
pero suelte el aire con un suspiro y sienta el alivio natural que le provoca.
No violente el suspiro; déjelo fluir libremente.
En la siguiente
inhalación vaya un poco más abajo, hacia la boca del estómago. Cuando sienta
resistencia acompañada por la necesidad de exhalar, suelte el aire con otro
suspiro. Haga esto sistemáticamente y lleve el aire desde la base del estómago
hasta los intestinos, el bajo vientre, el hueso púbico, las piernas y los pies.
Tómese todo el tiempo que necesite. Vaya tan profundo como pueda. Si se le
acaba el tiempo o siente mucha resistencia, deténgase. No violente la
respiración. Incluso una o dos le harán mucho bien para la liberación de la
energía contraída. Sienta cómo sus hombros bajan y su cuello se
relaja.
Observe cómo aparecen
puntos de tensión donde nunca antes los había notado. Esto merece una
felicitación: está descubriendo tensiones que quieren ser reconocidas y
liberadas.
Cualquier persona puede
lograr niveles cada vez más profundos de relajación. Una vez que usted lo haga,
desarticulará automáticamente la energía del miedo. Olvide el contenido del
miedo —la historia que le cuenta— con sus innumerables imágenes de horribles
resultados. Cuando la energía contraída salga con la exhalación, estas
experiencias deben seguirla. La ansiedad produce tanta incomodidad que
es natural que la mente intente encontrar una manera de vivir con ella y lo
hace compactándola y convirtiéndola en energía contraída. (Como dijo Freud en una ocasión, el miedo es
como un invitado poco grato que no se va de la casa y, por lo tanto, tenemos
que fingir que es agradable.)
Después de la
respiración viene la atención. ¿Qué le está diciendo su cuerpo? Cualquier
energía que se expresa quiere hacerle saber algo e insistirá hasta que la
atienda. La mayoría de las personas odia tanto el sentimiento de
ansiedad que lo último que quiere hacer es escucharlo. Es posible superar esta
actitud defensiva cuando sabemos que los miedos quieren partir, pero sólo
pueden hacerlo una vez que hayan realizado su trabajo exitosamente: informar
que una parte de usted se siente herida y débil. Esta herida se originó en el
pasado. Donde ha sanado se siente fuerte y confiado; donde no, se siente débil
y temeroso.
Las heridas se originan en el pasado, pero se curan en el presente.
En el momento en el que
pueda identificar una energía contraída, pida que sea curada. Una
manera de hacerlo es con la fuerza más poderosa de la mente: el perdón. A
todos nos avergüenza la debilidad; sin embargo, gracias a la comprensión,
aceptación y liberación de añejas energías logramos perdonar.
Esta secuencia de
respiración es útil cuando estamos nerviosos. La ansiedad contamina el
juego de la vida, pero hay innumerables oportunidades para liberar esta
energía. Al hacerlo, modificaremos nuestra realidad.
Mientras más profundicemos, mejor será nuestra vida.
Una ley de la
espiritualidad dice que el silencio, el orden, la inteligencia y la creatividad
provienen de los niveles más profundos del ser. Benefíciese de esta
ley, utilizando los pasos que acaba de aprender.
EL AHORA PROFUNDO
El ahora no pasa rápido; pasa profundamente.
El ahora profundo es
sobre el momento presente y puede resumirse en una frase: el ahora no
pasa rápido; pasa profundamente. Para encontrar el ahora debemos
sumergirnos en él; si sólo pasamos por la superficie, no liberaremos los
misteriosos poderes ocultos en cada momento. Una acción que aproveche al máximo
el presente, supone tres pasos:
1.
Sumergirse en la profundidad del ser.
2.
Mantenerse quieto ahí.
3.
Hacer lo que se necesite hacer.
Cuando nos sumergimos
profundamente disponemos del poder para organizar nuestra acción y realizarla
con inteligencia y coordinación máximas; cuando nos mantenemos quietos logramos
atención y concentración, y cuando realizamos una acción en esa quietud, la
separación entre causa y efecto desaparece y ambos fluyen juntos sin
obstáculos.
Los grandes sabios de Oriente dicen que cada
uno de estos tres pasos tiene un significado espiritual:
- Sumergirse equivale a meditar.
- Mantenerse quieto es equivalente
a la atención exclusiva.
- Hacer lo que se necesite hacer
equivale a la acción espontánea correcta.
A este proceso se le
conoce como el ahora profundo. Por supuesto, es importante realizar las partes
lo mejor posible; la memoria corporal necesita con qué trabajar. Sin embargo,
sumergirse en el momento presente y mantenernos quietos mientras dejamos que la
acción suceda, es el secreto del ahora profundo.
Cuando perdemos el ahora sentimos incomodidad. Aunque técnicamente el desempeño sea correcto, hay algo indefinible
que no está bien. Como dicen los profesionales, no podemos encontrar el propio
balance. Entre más nos apartamos del momento presente, los resultados son
peores:
- Nuestro cuerpo pierde el
equilibrio.
- Nuestra acción pierde
sincronización.
- Perdemos de vista nuestro
objetivo.
Es inútil ensayar y
corregir estos síntomas uno por uno, pues están interconectados.
Además, la mente es incapaz de ajustarlos de manera simultánea.
El secreto es encontrar el ahora.
El ahora profundo
funciona porque hay una profunda inteligencia en esa región que llamamos
inconsciente. Este es un nombre engañoso para la parte de nuestro ser
que de hecho es más consciente que cualquier otra. La mente lógica
produce una secuencia de ideas consecutivas engarzadas como perlas en un
collar, pero el inconsciente desempeña literalmente millones de funciones con
precisión máxima. Hay mil trillones de células en nuestro cuerpo que operan con
perfecto conocimiento de lo que hacen. En el cerebro, una sencilla tarea como
alinear el hilo para un ojal, requiere la coordinación instantánea de las
neuronas de la corteza visual con los estímulos de las zonas inferiores del
cerebro que controlan el equilibrio, la coordinación motriz y el delicado
entrelazado de todas estas funciones en un todo.
El todo ya existe en el ahora.
En nuestras labores,
pensar demasiado estropea la acción. Sin embargo, no siempre se entiende que el
pensamiento estropea la acción al bloquear las ilimitadas habilidades del
inconsciente. El ego y la mente han sido entrenados durante años para
interponerse entre nosotros y el momento presente.
Obsérvese la próxima
vez que realice una acción importante. Note cómo su mente trata de evitar
desesperadamente la acción: se concentra en detalles insignificantes. Puede
vagar en la fantasía o preocuparse por lo que los otros van a decir. Las
visiones de fracaso cruzan la imaginación. La humillación anticipada o
de triunfo; bloquea lo que está ante nosotros. Si la presión es
suficientemente fuerte, podemos ver cosas. Cuando alguien pierde el ahora, es
una señal segura de que sus nervios se han derrumbado.
Todas estas distracciones son intentos del ego y de la mente por
conservar su dominio. No obstante, un objetivo a
largo plazo no puede ser controlado. Lo único sensato es recurrir a esas
energías que pueden contribuir a la acción, pero la mente consciente se rehúsa
a renunciar a su autoridad. Esta obstinación se disfraza de lógica y trata de
convencernos de que si logramos recordar suficientes consejos, hablarnos
positivamente y deshacernos de todas las distracciones, todo saldrá bien. No
será así, porque la lógica está fuera de su profundidad aquí. La sabiduría del
cuerpo no es lineal, es holística.
Al entender la mente
integrada y dejar que la acción suceda naturalmente, nos acerca al ahora. Pero
hay más cosas que aprender, y lo primero es cómo relajarnos. La tensión
bloquea la información que fluye desde el inconsciente. La
paralización por el miedo es un ejemplo extremo: hay tanta tensión en el cuerpo
que éste es incapaz de recordar los movimientos básicos. En la vida, un
movimiento mucho más complicado que la mayoría, exige toda la relajación que
podamos alcanzar.
La relajación es un profundo secreto espiritual.
En India se hace un
enorme énfasis en encontrar lo que se llama "el aliento
sutil" como camino hacia el alma. ¿Cómo se puede lograr? Todos
creemos que la respiración es un hecho fisiológico más del cuerpo. Sin embargo,
la respiración es como un libro resumido en una frase; el secreto
radica en que contiene la esencia de todo lo que nuestras células hacen.
Para cada estado de ánimo hay un tipo de respiración; de tal modo que, si
queremos encontrar los niveles más profundos de la mente y el cuerpo, la
respiración es la guía más confiable, incluso más que el pensamiento, pues éste
puede hacernos creer que todo está bien; en cambio, es imposible esconder el
miedo y la incomodidad en la respiración.
La respiración es valiosa porque envía su mensaje en el ahora.
Uno puede contener los
pensamientos y las emociones durante días, semanas o años enteros antes de
enfrentarlos. Pero lo máximo que podemos contener la respiración son unos
cuantos segundos. Nuestras acciones tampoco puede posponerse por un lapso
mayor; es demasiado complejo para calcular por adelantado. Sólo en el
ahora encontraremos exactamente lo que podemos hacer con cada acción. De
hecho, entre más profundo nos sumerjamos y lleguemos más allá de la tensión y
la resistencia, nos sentiremos más naturales, más como realmente somos.
El caos y la ansiedad son capas superficiales de la realidad.
La vida quiere ser
ordenada por naturaleza. ¿De qué otra forma el ADN hubiera podido preservar su
increíblemente compleja organización durante billones de años y agregar nuevos
detalles a lo largo del tiempo sin perder uno solo? Cuando Jesús dijo:
"Toca y la puerta se abrirá". Estaba señalando lo natural
que es entrar en el ahora. Una vez que sepamos que la puerta está abierta,
sabremos cómo lograr la maestría. Sumérjase lo más que pueda, manténgase quieto
y realice la acción debida. Todo esto ocurre en el ahora y, cuando ocurre
perfectamente, el resultado es un milagro.
«El tiempo es el don de los momentos
sin fin. La eternidad es posible gracias a la vida en el ahora perpetuo.»
Deepak Chopra
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