El yo y
el conmigo
"No
puedo seguir viviendo conmigo. Ese pensamiento se repetía en mi mente una y
otra vez. Entonces, de repente, me di cuenta de que era un pensamiento muy
peculiar: ¿soy uno o dos? Si no puedo vivir conmigo, debe de haber dos yoes: el
yo y el conmigo con el que ya no puedo vivir. Quizá, pensé, sólo uno de los dos
sea real". Así comenzó su transformación, que alcanzó gran lucidez.
Abandonó su puesto de investigador en la Universidad de Cambridge y se dedicó a
dar seminarios por el mundo.
Tengo 59
años. Nací en Alemania y vivo en Vancouver. Me licencié en Londres en Filosofía
y Letras. Vivo en pareja. Doy conferencias por el mundo sobre el poder del
ahora. Política, economía y estructuras sociales son un reflejo de la
conciencia del individuo. Está surgiendo una nueva conciencia que todavía no ha
alcanzado a los políticos.
La mente
humana tiene un elemento muy grande de disfunción, casi de locura, basta ver la
historia del siglo XX. Pero creo que estamos ante un cambio de conciencia.
¿Por qué?
Recibo a
diario cientos de cartas y correos de gente de todo el mundo que está
experimentando esa transformación. Cuando se alcance un número crítico, veremos
un cambio global.
¿Y en qué
consiste ese cambio individual que será global?
En tomar
conciencia de que dentro de la mente hay una voz que constantemente habla: es
el diálogo interior.
Ruido...
Dicen los
psicólogos que el 98% de los pensamientos cotidianos son repeticiones de
pensamientos antiguos. La mayoría de la gente se ha identificado con esa voz,
cree que ella es la voz.
¿Y qué
somos?
El
sentido de lo que soy, del yo, deriva de los pensamientos, de esa voz que me
cuenta mi historia personal y las cosas con las que me identifico. Pero más
allá de este yo superficial hay un yo más profundo con el que hemos perdido el
contacto.
¿No somos
un conjunto de vivencias y sentimientos?
Nos
identificamos con el pasado y nos proyectamos en el futuro. Nuestra mente busca
la realización en el momento próximo: dentro de una hora, un mes o cinco años.
Vivimos tratando de llegar al momento siguiente, y eso se ha convertido en un
patrón mental que nos hace vivir en un estado perpetuo de insatisfacción,
porque no realizamos lo más importante que hay en la vida, que es el momento
presente.
¿Cómo
cambiar ese patrón mental?
El primer
paso es tomar conciencia de que hay una voz en mi mente que es en realidad un
antiguo pensamiento que se repite. El segundo paso es hacerse más consciente de
nuestra relación con el momento presente; es decir, preguntarse muchas veces al
día cuál es mi relación con el momento presente: ¿trato ese momento como si
fuera mi amigo o mi enemigo?
Entiendo.
O estamos
en una situación de oposición al momento presente (no me gusta donde estoy,
esto no debería pasar, no me gusta lo que haces...), o simplemente lo
utilizamos para llegar al momento próximo en el que me gustaría estar.
Así la
vida se pierde. ¿Qué hacemos?
Siendo
consciente, tengo el poder de elegir transformar el presente en un amigo. La
vida y el momento presente son lo mismo, no aceptarlo es estar contra la vida.
Pero hay
trabajos que terminar, proyectos...
No estoy
hablando de tiempo de reloj sino de tiempo psicológico. La mente es una
herramienta útil: tengo ese proyecto y le dedico un tiempo de reloj con
presencia. La disfunción es proyectarse mentalmente en el futuro, pensar que
quieres acabar mientras estás en ello, eso es el estrés. Le daré algunos
consejos: empiece por sentir la vida dentro de su cuerpo.
¿Cómo?
Cierre
los ojos y pregúntese cómo puede saber si su mano todavía está ahí; entonces la
atención va de la cabeza - donde normalmente reside- a la mano: sentirá una
cierta vitalidad en ella. Esa energía, ese calor, puede sentirlo en el resto
del cuerpo. Sentir el cuerpo puede ser un ancla para el momento presente. Basta
un minuto, pero hay que hacerlo varias veces al día.
¿Sentir
la vida más allá de los pensamientos?
Exacto,
cada vez que lo haces estás presente. Otro consejo es tomar conciencia de las
percepciones sensoriales. Si quiere entrar en el momento presente, ancle parte
de la atención en el cuerpo y el resto en percibir lo que le rodea. La
compulsión de nombrar lo que vemos y enjuiciar desaparece.
En el
hacer nos perdemos.
Porque el
ruido mental nos controla. Otra práctica es hacer las cosas cotidianas con
consciencia, cosas que hasta ahora eran un medio para llegar a un fin. Sienta
el agua fría cuando se lava las manos.
No pensar,
percibir.
Así es,
introducir poco a poco presencia en la vida, darle calidad. El momento presente
no es lo que sucede sino tu consciencia. Debemos introducir esa dimensión en
nuestra vida y durante un tiempo la vieja consciencia vendrá y nos perderemos en
ella, pero volveremos a despertarnos.
¿Y las
emociones?
Son una
reacción del cuerpo a los pensamientos. Si la mente me dice que una situación
es mala o desagradable, el cuerpo lo acepta como realidad y tengo emociones
negativas. Transformamos casi toda nuestra vida en algo problemático.
El
sufrimiento se acumula...
Los
pensamientos crean emociones, emociones que a su vez refuerzan viejos dolores
emocionales. Pero si estás presente, el cuerpo dolor, como yo lo llamo, no
puede utilizar tus pensamientos. Sabes que sientes frustración o rabia, pero no
te identificas con ello.
¿Cómo
romper la distancia con los otros?
Por medio
de los pensamientos yo me interpreto a mí mismo, me nombro mi vida como buena o
mala, defino mi existencia por medio de palabras. Yo me lo hago a mí mismo y lo
hago con las otras personas, ésa es la separación que cada persona siente: la
pantalla mental que surge cuando lo único que tienes son tus pensamientos.
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