Mi Maestro dijo: "¡Tao, qué profundo, qué
quietud la de su escondrijo! ¡Tao, cuán puro! Sin esa quietud, el metal no
reverberaría. El poder del sonido está en el metal y el Tao en todas las cosas.
Cuando chocan, resuenan en el Tao y quedan de nuevo en silencio. ¿Quién podría
entonces asignar a todas las cosas su lugar? El rey de la vida anda su camino
libre, inactivo, desconocido. Se sonrojaría de intervenir. Él mantiene sus
profundas raíces ancladas en el origen, abajo, en el arroyo. Su conocimiento
está envuelto de espíritu y él se hace grande, grande, abre un gran corazón, un
refugio para el mundo. Sin pensarlo previamente, sale en toda su majestad. Sin
planes previos, sigue su camino y todas las cosas lo siguen. Éste es el hombre
soberano, que cabalga por encima de la vida. Éste ve en la oscuridad, oye donde
no hay sonido alguno. En la profunda oscuridad, sólo él ve luz. Sumido en el
silencio, sólo él percibe música. Puede ir a los lugares más profundos de las
profundidades y encontrar gente. Puede alzarse hasta lo más alto de las alturas
y ver significado. Él está en contacto con todos los seres. Aquello que no es
sigue su camino. Aquello que se mueve es sobre lo que él se implanta. La
grandeza es pequeñez para él, lo largo es corto para él, y todas las distancias
son cercanas."
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