DR. JORGE CARVAJAL: “LA FELICIDAD ES EL INDICADOR MÁS IMPORTANTE DE LA SALUD”



Tras una exhaustiva formación, incluyendo la titulación en Medicina, a finales del siglo XX el doctor Jorge Carvajal impulsó en Colombia, junto a otros médicos, una nueva propuesta de salud integrativa y holística: la Sintergética. Desde entonces, y a lo largo de más de 20 años de investigación y aplicación clínica, miles de pacientes y profesionales en todo el mundo han compartido su técnica.

Doctor, podría resumir de forma sencilla, qué es la Sintergética.

Es un método que busca una integración operativa de los diferentes sistemas y cosmovisiones médicas del mundo, resaltando su complementariedad.

La Sintergética no es una nueva especialidad, pues más bien propone la integración interdisciplinaria para restaurar la visión global del ser humano. No pretende convertirse en una nueva ciencia en el sentido convencional, pues considera que en el arte de sanar se incluyen aspectos humanos y espirituales, con variables que no pueden ser exploradas sólo por el método científico establecido.

La Sintergética es una hija de la vida, ha partido de la necesidad de buscar respuestas clínicas allí donde como médicos tradicionales teníamos limitaciones insalvables. Partió de los hechos. Detrás de cada propuesta Sintergética hay historias vivas que la sustentan. Propone un abordaje no invasivo con tecnologías apropiadas que favorecen la utilización del potencial de la propia naturaleza para restaurar el equilibrio.

El modelo sintergético se fundamenta tanto en las antiguas visiones sobre los movimientos de la energía y la conciencia, como en las modernas concepciones sistémicas. Se nutre de los hallazgos de la ciencia médica occidental, integrándola en el amplio contexto de una visión integral que incluye las cosmovisiones de las medicinas tradicionales.

Como modelo de alta compatibilidad, la sintergética nos propone estudiar los comunes denominadores de los sistemas médicos, que vistos bajo la lupa de la conciencia como campo unificado, se pueden distribuir en los siguientes territorios:

-La medicina Occidental: es el territorio de la materia, que comprende la biología celular y molecular.

-La medicina tradicional china: es el territorio de los distintos tipos de energía, su circulación y correlaciones.

-La medicina tradicional hindú: es el territorio de la información que comparte hoy con el enfoque sistémico que confluye en la medicina integrativa.

La sintergética propone la integración de todos estos territorios a través del hilo conductor de la conciencia que, como un común denominador, recorre integrándolos en un campo unificado, los campos de la materia, la energía y la información.

¿Cuál ha sido el recorrido personal, académico y profesional que le ha conducido a la propuesta de la sintergética?

Los cauces de la vida me llevaron a la propuesta de la sintergética en un proceso tan intenso como la necesidad vital de sentido. Con el tiempo se han ido uniendo todos los hilos en un tejido cuyo diseño se fue revelando con los resultados clínicos. La medicina occidental que practico y admiro, médicos tradicionales, culturas, países, maestros y discípulos han ido nutriendo permanentemente un proceso de aprendizaje. Han sido cuarenta años con un sentimiento de estar siempre comenzando, pues todos los que estamos en este proceso sentimos que cada día nos renovamos. La única expectativa es hoy la de seguir aprendiendo de alumnos y pacientes, que en todos estos años han sido los mejores maestros.

Los primeros pasos que di por la región selvática limítrofe entre Colombia y Panamá, cambiaron mi modo de ver el mundo, la salud, la enfermedad, la muerte. Y hasta la misma vida. Allí el proceso de búsqueda se nutrió de la sabiduría de los pueblos originarios, a través de los chamanes de la etnia de los Cunas y los Emberáes. No fue fácil para el médico clásico que aún hoy vive dentro de mí. Me resistí muchas veces a las evidencias, pero allí estaban vivas y vigentes otras formas efectivas de ver el mundo y relacionarse con la enfermedad.

Por un hecho aparentemente fortuito, en esa misma región surgió la feliz oportunidad de viajar durante años por muchos países y conocer en primera persona a investigadores pioneros en el uso de terapias complementarias. El resto ha sido comprender que tanto en la llamada ciencia oficial como en las alternativas, hablábamos diferentes lenguajes para referirnos a un mismo fenómeno: la vida. Comprendí que podíamos unir las distintas piezas del puzle producidas por nuestras distintas posturas como observadores, recreando el paisaje íntegro de la vida. Desde entonces, y a partir de la década de los ochenta, mi pasión ha sido la de buscar correlaciones y comunes denominadores que nos permitan hablar un lenguaje común y generar una práctica terapéutica integral.

¿Hasta qué punto nuestra vida y nuestra salud son un reflejo de nuestras creencias y convicciones?

Es ya un hecho para la ciencia de hoy que con nuestras creencias y convicciones modelamos nuestras moléculas y determinamos la gestión de nuestra energía y nuestra salud. Parodiando al poeta Jorge Luis Borges, podríamos decir que nuestros niveles de salud son como arcilla que nuestra conciencia moldea a su antojo.

Nuestras ideas acerca de nosotros y del mundo constituyen el contexto que da sentido a los textos físicos, emocionales o mentales de nuestra vida. Vivimos en culturas que son sistemas de creencias, determinantes de nuestros modos de relación. Y estos sistemas de creencias son el componente esencial de la epigenética, que no sólo son moléculas. Y es que nuestras creencias son creadoras: tanto si son ciertas como si son falsas, nos ayudan a facilitar o bloquear, según el caso, los programas genéticos que determinan la calidad de nuestra adaptación a la vida y nuestra salud. En medicina es bien conocido que lo que creemos del medicamento, del médico o de la enfermedad, incide significativamente en la evolución de las enfermedades. Lo que tal vez no sabíamos bien es que lo que el médico o terapeuta cree de lo que hace también cuenta en los resultados. Esto es cierto para todas las medicinas, sean clásicas o alternativas. La pluma en la cabeza del chamán en el amazonas o la blusa blanca del médico o sus diplomas, en su respectivo contexto cultural, son muy importantes a la hora de explicar los resultados clínicos.

Salud y felicidad, ¿son las dos caras de una misma moneda?

Las dos, salud y felicidad, están en ambas caras de la moneda de la vida. Sin las dos, que no se pueden separar, no habría ningún valor, que es al fin de cuentas lo que simboliza la moneda con sus dos caras. La felicidad es, en mi opinión, el indicador más importante de la salud. La infelicidad afecta negativamente todos los sistemas orgánicos a través de la llamada red mente-cuerpo, constituida por códigos de inteligencia representados en moléculas como neurotransmisores y neuropéptidos, que tienen receptores en todas las partes del organismo. Vinimos a ser felices, y la mejor manera de conseguirlo es haciendo felices a otros. Dar felicidad genera más felicidad. Y más salud.

Retomando la propuesta de la Sintergética, ¿cuál es la característica diferenciadora que ofrece?

La que des especializa y desdiferencia. La que ofrece un hilo conductor tendiendo puentes y revelando complementariedades. La que ofrece un programa de alta compatibilidad (software) que puede ser utilizado por los discos duros de todos los sistemas médicos del mundo. Esto incluye no sólo una nueva visión del hombre, la salud y la enfermedad, sino una nueva tecnología terapéutica apropiada y no invasiva, que incluye modalidades originales de empleo de campos magnéticos, luz, color, láser, sonido y sistemas de recodificación de la información biológica normal. Esto último se traduce en la práctica por el empleo de una tecnología de filtros que amplifican y entran en resonancia con la información del organismo, sistemas RAM.

En su propuesta hay un concepto clave que es la autogestión de la salud: ¿en qué consiste y qué supone de participación por parte del paciente?

En nombre de la ciencia y la objetividad no podemos convertir el sujeto en un objeto. El mejor paciente es el impaciente. El que no se somete. El que no depende. El que participa con el equipo de salud de su programa para salir de la enfermedad. El que reconoce su participación consciente o inconsciente en la génesis de su enfermedad, y descubre también su potencial para sanarse. El que promueve responsablemente su salud.

¿Qué ofrece la Sintergética a un paciente que no pueda encontrar en la medicina convencional?

No es la medicina convencional o la Sintergética. Las dos van de la mano con otros sistemas médicos. En Sintergética consideramos que disbalances en los sistemas de información y energía preceden a las alteraciones orgánicas. Pero buena parte de estos trastornos infoenergéticos tienen su origen en nuestros campos emocionales y mentales. La enfermedad indica con frecuencia nuestro modo de relacionarnos con nosotros y con el mundo. El problema de la salud no sólo es considerar la enfermedad. Esta es también un asunto de conciencia y tiene que ver con el modo en que vivimos.

¿Qué tipo de profesionales practican Sintergética?

En general son profesionales médicos, enfermeras, psicólogos, fisioterapeutas, osteópatas, kinesiólogos, pero tenemos en el mundo profesionales de todas las especialidades médicas, que sin renunciar a su especialidad practican la Sintergética como un modo de ensanchar el horizonte de su práctica. Según el país y su legislación, el perfil de quienes se capacitan en el ejercicio de la Sintergética cambia. Pero además de los grupos profesionales, muchas personas de todos los campos de la actividad humana se han aproximado a la Sintergética, no con el objetivo de emplearla terapéuticamente sino con el ánimo de ensanchar su propia visión del mundo. Una buena parte llega a la Sintergética en busca de sentido.

Y la impresión de quienes han pasado por este tipo de formación es que ahora tienen herramientas para ser más íntegros, más saludables. Más felices. Esto se traduce en que se sienten y son mejores médicos, mejores terapeutas, mejores padres, hijos, hermanos, maestros o amigos. En síntesis, mejores seres humanos

Además de sintergética, y con el mismo origen, también se ofrece “Manos”; ¿podría explicarnos en qué consiste y a quién se dirige?

La formación en sintergética y su práctica clínica en el ámbito profesional, tiene un nivel alto de exigencia y supone un gran compromiso en la adquisición de competencias cognitivas, y de manejo de tecnologías apropiadas propias de su ejercicio.

Manos es una propuesta de la sintergética que surge de la necesidad de extender sus principios operativos a un grupo mayor, sin exigencias de un grado de profesionalización importante. Esto implica una proyección del espíritu de la sintergética a grupos mucho más amplios para generar una cultura de autogestión de la propia salud y muy especialmente la capacitación de personas con aptitud para el servicio. Como complemento de la sintergética, Manos se ha ido expandiendo progresiva y rápidamente en muchos países y ciudades, donde su práctica se extiende especialmente a través del voluntariado.

El servicio a los demás juega un papel fundamental en la sintergética, háblenos de ello.

Para descubrir la cualidad y la esencia de las cosas uno se pregunta para qué sirven. Todo en el universo sirve para algo. Servir es la esencia de lo que somos.

La vida nos devuelve multiplicado lo que le damos. Dar de lo que esperamos recibir es una clave mayor para la realización. Si quieres amor, da mucho amor. Si quieres abundancia no la conseguirás dándole a la vida tu queja y tu miseria. No se puede ser más libre desde la actitud de la víctima. La cosecha de la abundancia, depende especialmente de la calidad de nuestra siembra. El servidor es un sembrador.

Vinimos a ser felices, y lo somos cuando damos lo mejor de nosotros. Sintergética y Manos nos capacitan para servir mejor.
¿Cuál sería el factor clave para mejorar nuestra salud y la de los que nos rodean?

Sólo tendríamos que ser de verdad lo que ya somos, y comprender que los otros nos necesitan, tanto como nosotros necesitamos de todos, para ser completos. Salir de la ignorancia de la ignorancia, saber que ignoramos y aprender que la vida es realmente un proceso de aprendizaje.

Esto implica salir del mundo de la confusión que nos impide disfrutar de la vida única e irrepetible que nos ha sido dada. Restaurar nuestra identidad, que es como la tierra que nos pertenece, y cultivarla. Restaurar nuestra biología, conociéndola y respetando sus demandas y sus ritmos, que nos llevan a disfrutar la danza de la vida en nuestro cuerpo. Encontrar el camino de la realización personal cultivando los talentos que tenemos, para sembrar en la cultura, que es como el cultivo de la vida colectiva. Así sabremos que somos mucho más que nuestro cuerpo, nuestras emociones y nuestra mente. Así trascenderemos, sin necesidad de abandonar el cuerpo. Así viviremos para la vida, que es sagrada; así podremos promover la salud. Así podremos amar la vida, consagrar lo mejor de nosotros a la vida, y salir de la confusión que conduce a creer que el sentido de la vida es el cuerpo, el placer o el poder. Así tendremos el poder y el placer de vivir cuidando del cuerpo como el precioso instrumento que nos permite resonar con la música de la vida. Entonces el músico, el que realmente somos, podrá dar su nota justa en el concierto de la vida.

Doctor, si hubiese un mensaje que mereciese ser escuchado por toda la humanidad, ¿cuál sería?

La creación necesita de cada ser humano. Cuando damos nuestra nota única e irrepetible a la sinfonía de la creación, nuestra vida se convierte en música y danza. Entonces cantamos y danzamos, nos volvemos a crear, nos recreamos. Entonces nos realizamos, damos lo que vinimos a dar desde el ser. Servimos. Somos felices. Y no vinimos a otra cosa que a serlo.

Artículo publicado en la Revista Vivo Sano nº8




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