Un día más! Quisiera pensar ¡un día menos! Sin embargo no es así.
Despierto en un lugar cualquiera, un país cualquiera, un pueblo cualquiera, ya no sé siquiera que lengua se habla en este lugar. Y mucho menos me importa la lengua, el lugar, el país, solo le pido cada día a Dios que sea benevolente conmigo y que me deje partir, que conceda de una vez a Belial el poder de tomar mi alma oscura e indigna, incluso para él.Recojo mi ropa y me lavo en un pequeño arroyo, sin pretenderlo me resulta agradable: el sol calienta mi piel, el agua fresca limpia mi cuerpo sucio y ajado, el viento acaricia los árboles en una curiosa melodía. ¡No, no quiero, no quiero respirar, sentir, oler…felicidad! ¡Necesito castigo, necesito que esto termine ya!
Mis monstruos acaban de alcanzarme de nuevo, cada día la misma historia, no me dejan, nunca me abandonan, es por ello por lo que una vez más comienza mi penitencia. Deambulo sin parar buscando ¿la paz? En realidad no, busco el castigo, la condena eterna, lo que en realidad merezco ¿qué más da si el tribunal popular declaro mi inocencia? ¡Yo sé que soy culpable!
El alguacil se desternilló el día que me presenté voluntaria para entrar en la cárcel y me echaron entre risas y burlas.
Desde entonces voy errante por el mundo, buscando mi lóbrega alma para darle castigo.
Camino sin cesar, sin embargo siempre aparece un alma limpia que se apiada y me da comida, ropa e incluso albergué. Justo lo contrario de lo que busco:
Busco castigo, busco condena, busco… no lo sé realmente, solo quiero cerrar los ojos y no ver su cara, no oler su sangre, no tocar sus lágrimas ¡yo la maté y solo era una niña! ¿Qué importa si el tribunal dice que no fue asesinato? ¿Qué importa si consideran eximente el que pasase por detrás del coche en el preciso momento que yo iba marcha atrás? ¡Soy una asesina ! ¡Solo deseo desplomarme al final del día cansado y no pensar, no sentir este dolor tan profundo que me invade!
¿Algún día mis monstruos me atraparan y me castigarán como merezco? Busco ese día, lo anhelo con toda mi putrefacta alma.
Cada día amanece de nuevo y sigo en este mundo, cada día comienza de nuevo mi peregrinaje, mi huida, mi auto-castigo… y cada día termina el día y sigo viva, mi alma atormentada busca incansablemente la paz en el castigo eterno, pues la justicia terrena no quiso actuar.
Ya no tengo contacto con nadie; ni con la que fue mi familia, ni con los que fueron mis amigos ¿para qué? Ellos no comprenden, intentaron animarme, tampoco me culparon ¡siquiera la madre de la niña! Ella entre lágrimas dijo que fue un desgraciado descuido. Hubiera preferido insultos, gritos, golpes… al perdón.
¡Belial toma mi lóbrega alma en retribución por el alma pura que a Dios arrebate! ¡Belial maldigo mi cuerpo y te lo ofrendo, Dios devuelve a esa familia todo lo que le arrebate! Lágrima por lágrima; sangre por sangre; cuerpo por cuerpo; ese es mi castigo.
Cuando mi sórdida alma esté dispuesta para el fuego eterno; me abrazaré a Belial con los ojos cerrados; para descubrir al abrirlos que se ha desvanecido, que en realidad me abraza aquella pequeña, pura y hermosa alma a la que dañe.
Solo así mi alma descubrirá de nuevo la luz, solo así podré comprender que no hay castigo, ni dolor, ni condena; solo así sabré que en realidad solo hay perdón y amor. Es entonces cuando alcanzaré a descubrir la maravilla del amor y llegará la comprensión.
AUTORA: Rosa Francés Cardona (Izha)
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