SILENCIO INTERIOR
El silencio interior no
pueden expresar ni con gestos ni con palabras.
Desgraciadamente,
cuando se intenta explicar a los seres humanos que conseguir el silencio
interior redundaría en su beneficio, e incluso se les da los métodos para
lograrlo, no escuchan, no quieren comprender, y ese ruido que albergan en
ellos, se refleja en toda su conducta que es desordenada, cacofónica.
Cada día debéis
intentar esforzaros en evitar el ruido que se prepara en vuestro interior:
discusiones, desórdenes, peleas provocadas por los pensamientos, los deseos y
los sentimientos mal dominados.
Cerráis los ojos, y
todos vuestros problemas, preocupaciones y estados de ánimo afloran a la
superficie. En este, digamos, “silencio”, continuáis peleándoos con vuestra
esposa, zurrando a vuestros hijos, ajustando cuentas con vuestro vecino que os
ha ofendido, y exigiendo aumento de sueldo a vuestro jefe... ¡y a pesar de
todo, llamáis a esto silencio! Pues no, esto no es silencio; es un estruendo.
Cuántos se equivocan al
pensar que el silencio es necesariamente el desierto, el vacío, la ausencia de
toda actividad, de toda creación, en una palabra: la nada. En realidad, hay
silencios diversos, y por regla general, podemos decir que existen dos clases
de silencio: el de la muerte, y el de la vida superior. Es precisamente este
último silencio al que nos estamos refiriendo y el que debemos comprender. Este
silencio no es una inercia, sino una labor, una actividad intensa que se
realiza en el seno de una armonía profunda. No es tampoco un vacío, una
ausencia, sino una plenitud comparable a la que experimentan los seres unidos
por un gran amor, y que viven algo tan intenso que no pueden expresar ni con
gestos ni con palabras.
En el ser humano, el
silencio es el resultado de la armonía en los tres planos: físico, astral y
mental. Por lo tanto, para introducir el silencio en vosotros, debéis intentar
crear la armonía en el cuerpo físico, en los sentimientos y en los
pensamientos.
MÉTODOS PARA
RESTABLECER EL SILENCIO
Ciertos métodos y
ejercicios pueden ayudaros; cada uno de estos ejercicios tiene su propia
naturaleza, su color particular; y el canto, por ejemplo, es uno de ellos.
Cantar antes y después de comer, produce un estado de armonía, de poesía y de
inspiración, que si le añadimos nuestro pensamiento y nuestra conciencia,
suaviza las tensiones interiores. Debéis comprender que no solo cantamos por el
placer de cantar, o porque al hacerlo nos sentimos felices. No, cantamos porque
el canto crea en nosotros un estado de vibraciones intensas favorables a la
labor espiritual.
Escuchar música como
“réquiems”, “misas”, “oratorios”, también puede acercarnos al silencio, porque
este tipo de música es la expresión, el reflejo de mundos situados más allá de
las pasiones humanas, y nos proyecta con su poder, al menos durante algunos
momentos, a este mundo superior.
Es inútil aspirar a
grandes realizaciones espirituales mientras no consigáis interrumpir el curso
ruidoso y desordenado de vuestros pensamientos y sentimientos, puesto que son
ellos los que impiden que se establezca en vosotros el verdadero silencio, el
que repara, calma, armoniza, renueva. Cuando llegáis a conseguir este silencio,
comunicáis imperceptiblemente a todo aquello que hacéis, un ritmo peculiar, una
gracia.
Otro de los métodos
para restablecer el silencio en uno mismo, es el ayuno. Por ello, todas las
religiones han exaltado el ayuno, y según los casos, también han fijado los
periodos de duración y las modalidades del mismo.
Ayunar implica
paralizar las funciones de ciertos mecanismos. Y esta paralización produce un
gran apaciguamiento en todas las células. Pero antes de que esta paz se
instale, debe hacerse toda una limpieza, y esta limpieza suele ir acompañada de
mucho ruido pues la circulación se acelera, la sangre late en las sienes, se
oyen zumbidos en los oídos, se siente vértigo y dolores en diferentes partes
del cuerpo. Todos estos síntomas, provienen de las fieras de nuestro parque
zoológico interior, que rugen por la falta de comida. Pero pronto las fieras se
calman, y un gran silencio, una gran paz comienza a instalarse en nosotros.
El ayuno, claro está,
es una disciplina que debe ser practicada razonablemente y con prudencia para
no crear perturbaciones de otra índole en el organismo físico e incluso
psíquico. En cambio, cantar o escuchar música, es algo que podéis hacer todos
los días sin ningún peligro.
TIEMPO PARA EL SILENCIO
Dedicad tiempo en el
día, a introducir el silencio en vosotros.
Cerrad los ojos,
esforzaros en liberar vuestros pensamientos de las preocupaciones cotidianas y
dirigidlos hacia las cumbres, hacia las fuentes de la vida que nutren todo el
universo. Cuando sintáis que habéis detenido la multitud de pensamientos y de
imágenes que os invaden, pronunciad interiormente la palabra “Gracias”. Ved qué
palabra tan sencilla, pero que libera todas las tensiones; porque al agradecer,
os conciliáis con el Cielo, salís del estrecho círculo de vuestro yo para
entrar en la paz de la conciencia cósmica. Permaneced el máximo tiempo posible
en este estado de silencio, y cuando volváis en sí, sentiréis que nuevos y
preciosos elementos se han introducido en vosotros: la serenidad, la lucidez,
la fuerza.
Así pues, varias veces
al día, habituaros a restablecer el silencio en vosotros. Incluso si solo
podéis dedicar uno o dos minutos, hacedlo. Evidentemente, lo importante es
conservar este silencio después de haberlo conseguido. De otro modo, ¿de qué
sirve tanto esfuerzo si luego dejáis escapar los beneficios? Una vez hayáis
logrado introducir el silencio en vosotros por medio de la oración, de la
meditación, debéis manteneros vigilantes para no dejarlo escapar. La paz y la
armonía que experimentáis durante las meditaciones, deben permanecer durante
todo el día, e impregnar todos vuestros actos.
Ya es hora de dejar de
actuar como los niños, que obligados a estar quietos durante algunos minutos,
solo esperan el momento de poder gritar y gesticular de nuevo. Preservad el
silencio.
COMPRENDER Y APLICAR EL
SILENCIO
No basta solo con
comprender. Hay que aplicar.
Para muchas personas
hay un abismo entre la comprensión y la aplicación. Comprenden, comprenden,
pero cuando se trata de realizar, no pueden. Ahora bien, la comprensión no está
separada de la realización. Si no llegáis a realizar lo que creéis haber
comprendido, es que no lo habéis comprendido realmente. Si hubierais
comprendido, lo realizaríais. Sí, saber es poder. Si no podéis, es que no
sabéis: a vuestro conocimiento le faltan aún ciertos elementos para llegar a su
realización.
La realización del
silencio interno es un índice de evolución de los seres. Solo aquel que,
gracias a los conocimientos de las verdades Iniciáticas, ha sabido poner orden
en sí mismo, realiza el verdadero silencio. Y no solamente este silencio le
abre las puertas de la iluminación, sino que es, él mismo, una fuente de
bendiciones para toda la humanidad.
«La expresión de la
armonía se logra en el silencio». Omraam Mikhael
OMRAAM MIKHAEL
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