Si padeces de estómago
débil o enfermo, y tienes problemas estomacales como dolores, gastritis,
úlceras, intolerancia a alimentos, hernia de hiato, reflujo o hasta cáncer, es
momento de empezar una cura profunda a través de la energía que emiten tus emociones.
Muchas personas notan
que por más medicinas y remedios que toman, su estómago no acaba de curarse. A
veces los síntomas incluso se agudizan o empeoran, o regresan después de un
tiempo de que se han ido. En este caso, sin duda debes considerar el aspecto
emocional.
El estómago, como todo
el cuerpo, es susceptible a ciertas emociones. Debemos considerar que el
estómago es el lugar donde se desmenuzan los alimentos después de haber sido
masticados, y desmenuzar, en el aspecto emocional, equivale a analizar y
aceptar lo que se vive y siente para después podernos nutrir de ello.
El estómago de tu
cabeza
Cuando vives una
experiencia, podemos decir que una parte de tu cabeza “mastica” lo que has
vivido, es decir, tu forma de ver y entender las cosas trata de poner lo que
has vivido apto para poder “tragarse o pasarse”. Una vez que has masticado y
pasado la experiencia, esta llega al estómago de tu cabeza, que es la parte de
tu razón que trata de analizar y aceptar lo que has vivido. Pero, si tu razón o
comprensión encuentran demasiado “pesado” el alimento, es decir, la experiencia
que has vivido, o si tu comprensión siente que es “un trozo muy grande”, es
decir, piensas que es “mucho para ti”, que “no lo puedes tolerar”, o que “en
verdad te causa desconcierto, irritación, dolor, incertidumbre o miedo”, lo que
has vivido, entonces a tu comprensión le costara desmenuzar la experiencia, y
esto afectara tu estómago, pues la mente no reconoce si lo que piensas es
verdad o mentira, o si es cierto o no, la mente pasa información de que algo
fue “cayó” a tu estómago y este empieza a resentirlo.
Tu piensas que es
difícil, complicado y muy doloroso, y esta información pasa a tu estómago. Es
como si hubieras comido un pedazo de plástico que tu estómago sin duda
resentirá.
Asi que las emociones
relacionadas con un estómago débil son:
La intolerancia: “Es
demasiado para mí”, “No puede ser”, “No lo tolero o digiero”, “No es correcto,
es injusto”.
La irritación: “Me
enfurece, me quema”, “¿Cómo pudo hacerme eso?” “He sido engañado”, “Me siento
bruscamente invadida y dañada”, “Es un imbécil, lo odio.”
La incertidumbre: “¿Qué
pasara ahora?”, “¿Qué voy a hacer sin …?”, “¿Y si no se soluciona?” “¿Y si me
peleo nuevamente?”, ¿Y si no resulta?“
El miedo: “Temo no
poder controlarlo”, “No voy a poder con esto, me aterra”, “Todo esto es
demasiado nuevo para mí”.
Insuficiencia: “No
tengo amor, admiración o aceptación suficiente de quien amo, no recibo el
alimento afectivo que necesito”, “Necesito desesperadamente más atención, más
amor”.
Enfermedades del
estómago y sus emociones relacionadas:
INTOLERANCIA Y ENFADO:
Alergias a los
alimentos, enfermedad celiaca, infecciones estomacales, nauseas y vómitos
(definitivamente no lo tolero).
Gastritis, reflujo
gástrico: me enfurece, me quema, me hiere profundamente.
Acidez estomacal:
problemas u conflictos sobre todo con la familia, aquí hay que revisar los
conflictos que se han tenido, y estar esperando los que vienen (el caos se
puede desatar en cualquier momento).
Infecciones
estomacales: no me puedo defender o quitar de esto que tanto me afecta y me
hiere. Me siento profundamente invadida y/o sometida.
Pólipos: emociones que
se endurecen dentro y que no estoy dispuesto a ver de nuevas formas.
Cáncer y tumores:
Cuando la intolerancia o el enfado son fuertes y frecuentes, el cuerpo recibirá
la información de que se necesita “más estómago” para desmenuzar la
experiencia, y entonces vienen los tumores y el cáncer de estómago, que son un
crecimiento falso y desproporcionado. En el cáncer de estómago el cerebro
registra “algo muy grande y complejo de digerir”, así que envía la información
de generar más ácido estomacal para que esto pueda ser desmenuzado y digerido,
y esto provoca demasiado ácido en el estómago o una proliferación de células
(cáncer) para que se pueda digerir ese “gran pedazo” que no es posible digerir.
INCERTIDUMBRE E
INSUFICIENCIA:
Hernia de hiato:
necesito amor y reconocimiento profunda y desesperadamente. Hay que considerar
que el amor y el afecto son el alimento espiritual, cuando faltan o están en
duda, el hiato, que es la válvula que abre y cierra para dejar pasar el
alimento, esta tensa constantemente a recibir ese alimento afectivo.
Gastritis: no se si
tendré su amor, y esto me genera mucho estrés.
Dolores estomacales,
inapetencia o comer demasiado: no me siento llena ni satisfecha
(afectivamente).
MIEDO:
Calambres estomacales,
diarrea, nauseas: temo no poder enfrentar esto.
Cáncer: necesito
urgentemente digerir esto antes de que suceda algo peor. Sensación de poder
morir, o de que algo que nos importa demasiado muera (apego fuertes, amarre).
¿Cómo transformar la
energía de estas emociones en energía curativa?
La energía de nuestras
emociones refleja la forma en cómo estamos enfrentando algo, como lo vemos y
como lo pensamos. Hay que tener en cuenta la forma en cómo aprendimos a ver la
vida, lo que nos enseñaron los padres, el entorno y las situaciones que
vivimos.
Cuando aprendimos a
desconfiar, a juzgar a pensar que los demás nos pueden hacer daño, irritarnos o
molestarnos, entonces admitimos este tipo de verdades o información en nuestro
cuerpo y vida.
Lo primero: cambia tu
forma de ver las cosas
Algunas personas
piensan: “Yo soy así” “Nadie me puede cambiar” “Así reacciono yo”. Pero estos
pensamientos no ayudan a fluir nuestra energía, sino que la estancan y hacen
lenta y, digamos, espesa. Realmente nosotros somos lo que elegimos ser. Aunque
hayamos aprendido muchas cosas, llega un momento en la vida en que, por ley de
crecimiento y evolución, hay que aprender y trascender aquellas cosas que no
nos están ayudando a generar realidades más grandiosas y, sobre todo, salud.
Si padeces de estómago
débil o enfermo, es momento de que observes tu forma de pensar y ver las cosas.
Observa lo que piensas de ciertas personas que te enfadan, y cuantos juicios
hay al respecto. Observa, sobre todo, cuanto esperas de los demás, que sean
algo que tu crees, y trata de apuntar o escribir todo esto para que lo tengas
más claro. Luego, observa de donde vienen estas creencias. Quizá las personas
que te criaron veían la vida así, o tuviste o viste algo que reafirmó estas
creencias.
Es muy importante que
empieces a ver tu forma de comprender las cosas, y empieces a dejar atrás
actitudes que te están enfermando. A veces nos enseñan a tolerar lo que no
queremos, a aguantar situaciones que nos hacen infelices, a desconfiar de
nuestra propia capacidad creativa. Y esto nos enferma tarde o temprano porque
nuestra energía no está fluyendo hacia donde sinceramente queremos. La
infelicidad, se puede decir, es la causa más profunda de prácticamente todas
las enfermedades.
Cuando somos infelices
nos irritamos, estamos soportando y no viviendo, tenemos miedos y falta de
confianza en nosotros. Llegamos a odiar, porque necesitamos mucho de los demás.
Por ejemplo:
Roberto padecía fuerte
gastritis y reflujo gástrico. Tomaba cuanta medicina le indicaran y no salía
del doctor. El no creía que sus pensamientos afectaban su vida, porque era
maestro de yoga y practicaba meditación diariamente, dos horas seguidas,
haciendo no solo ejercicios sino meditación y respiración profunda. Pero la
gastritis aumentaba. Cuando llegó conmigo su gastritis y reflujo eran severos.
Me platicó algunas cosas de su vida. Tenía un trabajo donde lo trataban mal y
además no le gustaba, se sentía muy poco realizado, a su edad sentía no había
logrado “nada”.
Así que durante varios
años había salido a trabajar sintiendo intolerancia, insatisfacción. Mucho
enojo con su vida. Y en el fondo, había miedo, no se atrevía a cambiar de
trabajo por miedo a no encontrar otro mejor, pero sobre todo, a no tener dinero
un tiempo. El estrés subía, y trataba de calmarlo con meditación.
La gastritis avanzaba
rápidamente. Al hablar le hice que tomara consciencia de que no importaba
cuanto meditara, que la vida era la principal meditación, y si él no cambiaba
de vida y de forma de ver las cosas, avanzaría su reflujo y debilidad
estomacal. Me hizo ver su fuerte desilusión por no haber podido realizar el
sueño de su vida: tener su propio hotel. Lo animé a que buscara su felicidad, y
que si el lugar donde estaba no se la daba, entonces él debía buscar el lugar
donde sintiera podría crecer, seguir sus sueños. Después de mucho pensarlo y
meditarlo, por fin decidió dejar el trabajo que tenia. Tuvo que vencer el miedo
al futuro (a no encontrar trabajo y una fuente de ingresos), y su sensación de
no poder realizar lo que quería. Pero se animó pensando en que no tenía ya
mucho que perder.
Cuando dejó el trabajo,
su reflujo era tan severo que optó por la operación, cosa que le causó mucho
estrés, el pago de doctores, médicos y demás. Yo lo animaba a que confiara, a
que se enfocara en lo que quería atraer, que si quería atraer un trabajo no
aceptara el que fuese, sino uno que le gustara. Pasó el momento del “caos”, es
decir, del acomodo a lo nuevo. Y después de pocas semanas, llegó una propuesta
en su vida: manejar un hotel.
Todo esto, mas una
dieta propicia que desde el principio se le indico, ayudaron a que su estómago
poco a poco fuese recuperándose.
Así que ya habrás
notado como, cuando no estamos contentos con nuestras vidas, podemos caer en
sentirnos víctimas de los demás, nos irritamos muy fácil, estamos viviendo en
función de muchas creencias que ya no nos hacen crecer. Y esto, sin duda,
enferma nuestro estómago y nuestra vida.
Aprende a transformar
Transformar significa
“ir más allá de la forma”. Así que ve más allá de la forma en cómo piensas y
ves la vida, enfócate en hacer crecer lo que realmente quieres. Puedes ir
detectando las cosas que ya no te hacen feliz, aquellas experiencias que te
hicieron sentir miedo e irritación: aprende de ellas, aprende a ver las cosas
de forma diferente: si te irrita o enfada mucho alguien o algo, tú eres el
único que puede cambiar las circunstancias. Pero te tienes que atrever, a
entender a los demás, a que tu felicidad es tu responsabilidad, y que los demás
hacen lo que pueden con su comprensión.
Confiar en ti y en lo
que la vida trae requiere de que empieces sobre todo a formular pensamientos
que te hagan sentir con más confianza y ánimo por crear tu vida. Si cada mañana
empiezas a enfocarte en tu felicidad y confianza, aparecerán poco a poco las
cosas que necesitas, y veras como la enfermedad empieza a irse por donde vino.
Laura Garcés
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