FORMACIÓN DE IMÁGENES
Estar relacionado
significa estar en contacto.
En este punto se
refiere tanto a las imágenes respecto de nosotros mismos como lasque creamos
respecto a los demás. En nuestra relación cada uno ha creado, a través de los
años, una imagen con respecto al otro. Esas imágenes constituyen la relación.
Tener una relación con otro solo es posible cuando no hay imagen. Estar
relacionado significa estar en contacto. El contacto debe ser algo directo, no
entre dos imágenes, siendo la imagen los recuerdos acerca de esa persona, cómo
nos ha insultado, cómo nos ha complacido.
La formación de
imágenes.
Conservo experiencias
de dolor, conflictos, soledad con sus respuestas y reacciones. Todo esto crea
una imagen en mí; soy esa imagen. No es que yo sea la imagen, ni que la imagen
y yo seamos diferentes, sino que el yo es esa imagen, el pensador es esa
imagen. Es el pensador, el observador, el experimentador el que crea la imagen
mediante la memoria, mediante el pensamiento. Y el pensamiento es necesario, de
otro modo no podríamos existir.
¿Es posible no
registrar en absoluto?
Porque si el cerebro
registra constantemente todo lo que sucede en lo psicológico, entonces jamás
tiene la libertad necesaria para aquietarse, jamás puede estar tranquilo, en
paz. Si el mecanismo del cerebro opera todo el tiempo, es obvio que se
desgasta. Es lo que ocurre en nuestras relaciones mutuas, cualquiera que sea la
índole de estas relaciones, y si existe un constante registro de todo,
entonces, poco apoco, el cerebro empieza a deteriorarse y eso, en esencia, es
la vejez.
Para aprender a
conducir un automóvil, tengo que registrar. Pero en nuestras relaciones, ¿es en
absoluto necesario registrar psicológicamente, internamente? ¿Es posible,
entonces, estar libre y no registrar nada psicológicamente? Esto es posible
solo cuando hay atención completa. En la atención completa no existe el
registrar. En el instante que no presto atención, el pensamiento asume el mando
y crea la imagen. La libertad respecto de las imágenes es la verdadera
libertad. En esta libertad no existe la división que las imágenes originan.
La sensación de vacío y
soledad me indica que no estoy relacionado con nada.
La soledad es una
sensación de vacío, de frustración, de no tener nada, de estar
extraordinariamente inseguros, sin puerto donde anclar; es una sensación de
dolor real, de temor extraordinario e insondable. La sensación de vacío y
soledad me indica que no estoy relacionado con nada. Tratamos de llenar ese
extraordinario vacío con lo conocido.
No comprendemos lo que
realmente es la soledad porque realizamos todo tipo de actividades: leer
libros, ir a los cines, seguir a un líder, pintar un cuadro, escuchar la radio,
etc. para evadirnos de ella. Toda nuestra cultura, nuestra civilización, se
basa en esa evasión que fomenta los valores sensorios. Finalmente descubrimos
que el vacío no puede ser llenado y que no hay evasión que te aleje de él.
Solo sabréis que hacer
con la soledad cuando hayáis dejado de evadiros, cuando estéis dispuestos a
afrontar lo que es, entonces aquella soledad termina, porque ha sufrido una
completa transformación. Ya no es soledad. La no comprensión de la soledad, de
la sensación de vacío, la sensación de no ser nada, da lugar al temor y al
resto de comportamientos erróneos del ego que lo encadenan en la ignorancia y
el sufrimiento.
Vemos a continuación
algunos de ellos en detalle...
MIEDO Y TEMOR
El miedo surge cuando
nuestra comprensión de la vida de relación no es completa.
Cuando no es plenamente
comprendida la relación con nosotros mismos, las personas, los bienes y las
cosas, tiene que haber temor. Nada puede existir en el aislamiento; y mientras
la mente busque aislamiento tiene que haber miedo. El miedo no es una
abstracción; solo existe con relación a algo.
El miedo es la no
aceptación de lo que es. Cuando exijo determinada manera de vivir, eso es en sí
mismo una fuente de temor. Donde hay deseo de autoprotección, hay miedo.
Mientras yo desee estar en seguridad, tener cuentas bancarias, placeres,
mientras quiera llegar a ser algo, fisiológica o psicológicamente, tiene que
haber dolor.
El miedo destruye y
pervierte realmente toda posibilidad de ver; no permita que permanezca con
usted ni un solo instante. Donde hay miedo (por ejemplo en la relación) tiene
que haber odio, celos, ansiedad, deseo de poseer, de dominar. No podemos vencer
o subyugar al miedo mediante alguna disciplina o resistencia; el proceso de
vencer conduce a mayor confusión, a mayor miedo. Hemos de comprender el proceso
del miedo.
Tenemos miedo no de un
hecho sino de la idea que tenemos del hecho. Tomemos la muerte como ejemplo
¿tenemos miedo del hecho de la muerte o de la idea de la muerte, de la palabra
muerte? Como tengo miedo del vocablo, de la idea, nunca encaro, nunca comprendo
el hecho. Es tan solo cuando estoy en completa comunión con el hecho, que el
miedo no existe.
Muchas cosas pueden
ocurrir en la noche; la oscuridad invita a muchas cosas. El mal existe, tiene
una presencia y siempre está aguardando una grieta por la cual entrar. El miedo
atrae el mal. Hablar acerca del mal es atraerlo. El mal es un hecho. Déjenlo en
paz, nuestra mente no debe jugar con el mal, pensar acerca de él es invitarlo.
El odio, los celos, atraen el mal. Por eso es importante para el cuerpo y la
mente estar quietos y en silencio y no permitir que surjan ninguna clase de
emociones fuertes sin vigilarlas implacablemente. El deterioro camina a un paso
detrás de nosotros, no importa quien sea uno.
Uno tiene miedo a la
soledad, miedo del dolor, y de la angustia de estar solo. Ese miedo existe
porque uno nunca ha considerado realmente la soledad, nunca ha estado en
completa comunión con ella. No podéis pensar sin palabras, sin símbolos, sin
imágenes. Esas imágenes que son los prejuicios, el conocimiento previo, las
aprensiones de la mente, se proyectan sobre el hecho, y de ahí surge el miedo.
Para estar libre del
miedo, es esencial comprender el proceso de proyectar símbolos, de dar nombres
a los hechos –el nombre no es la cosa-. Cuando la mente está completamente
libre, sin obstrucción alguna, cuando el centro de reconocimiento «el yo» no
está ahí, cuando «el yo» está ausente, experimentáis cierto júbilo. El
conocimiento propio os libera del miedo.
SEGURIDAD
Estar libre del miedo
es seguridad.
Si un niño se siente
querido y cuidado, no buscaría seguridad. Buscar seguridad en el matrimonio y
las relaciones. Todos necesitamos compañía, queremos tener relaciones sexuales
–hay una necesidad biológica-, queremos tener a alguien en quien poder confiar,
en quien poder encontrar seguridad, un sentido de consuelo, de apoyo. Debido a
que muy pocos podemos estar solos sin depender de nadie, decimos: tengo que
casarme –o lo que fuere-, pero debo tener a alguien con quien sentirme a gusto.
Tenemos miedo de estar
solos. La vida es muy solitaria, muy compleja y dificultosa, y uno necesita a
alguien con quien hablar. El apego es buscar seguridad donde no la hay. Cuando
estamos apegados a cualquier cosa o persona, siempre hay miedo, miedo de perder
aquello a lo que uno se apega. Hay siempre un sentimiento de inseguridad y de
celos.
ODIO
Donde hay celos hay
odio.
Cuando hay celos o
apego no hay amor y sin amor no hay relación. Si en la relación no hay amor,
hombre y mujer se explotan mutuamente. Cuando hay mala voluntad hay deseo de
dominación, lo cual provoca celos, ira, pasiones; engendra constante conflicto.
Es la falta de verdadera convivencia lo que causa conflictos, miseria y lucha.
Nunca nos sentimos a
gusto con nadie porque vivimos sumergidos en nuestros propios pensamientos, en
nuestros propios problemas, en nuestras propias ambiciones y demás. Uno tiene
que descubrir cómo vivir con otra persona, sin ningún sentido de lucha ni de
amoldamiento. La problemática de la convivencia entre dos personas, se hace
extensible a la convivencia con el resto de la humanidad, el vecino, el
sirviente, nuestros padres e hijos, la comunidad, el estado, la nación.
Habiendo negado todo lo
que no es amor, lo otro está ahí. Relación significa estar en contacto. Solo
hay contacto cuando hay amor. Cuando uno ama a su esposa –o esposo- no la
domina. En el momento que tengo conciencia de que amo, ha surgido la actividad
del yo; por lo tanto, eso deja de ser amor.
La comprensión solo
llega cuando nosotros nos encontramos en el mismo nivel al mismo tiempo. Ello
ocurre tan solo cuando existe verdadero afecto entre las personas. Para
comprender al otro es muy difícil si no sabéis escuchar. El escuchar es uno de
los temas importantes en la filosofía o pensamiento de Krishnamurti. Muchas
pláticas comenzaban hablando del arte de escuchar para que la gente pudiera
llegar a comprender lo que Él decía.
SEXO
El problema del sexo y
la castidad.
Cuando no hay amor en
nuestro corazón, solo nos queda una cosa, que es el placer, y este placer es el
sexo; por lo tanto, éste se convierte en un problema gigantesco. Mas adelante
veremos que para que florezca el amor, debe cesar todo movimiento de la mente,
todo deseo, toda imagen, todo condicionamiento, debe haber una absoluta
quietud. La ansiedad de no experimentar el amor, la paz, la felicidad hace que
nos aferremos al deseo de los placeres más inmediatos.
¿Es amor el deseo de
olvidarse de uno mismo en el otro, la continuidad de una relación, los hijos y
el tratar de hallar la inmortalidad a través de los hijos, el sentimiento de
entregarse a otro, con todos los problemas de celos, apego, temor, con la
angustia que ello implica?
El acto en sí jamás
puede ser un problema; lo que crea el problema es el pensamiento acerca del
acto.
¿Por qué nuestras
mentes se hallan tan ocupadas con eso?
Es una manera de
olvidarse completamente de uno mismo. Todo lo demás que hacemos en la vida
acentúa el «yo», el «si mismo». O sea que hay un solo acto en el que no se
acentúa el «yo». Cuando en la vida hay una sola cosa que constituye una vía de
escape fundamental, hacia el completo olvido de nosotros mismos, así sea por
unos cuantos segundos, nos aferramos a ella porque es en el único momento en
que somos felices.
El pensamiento engendra
el placer.
El pensar en el acto
sexual se convierte en lujuria, la cual es por completo diferente del acto
sexual. En lo que se interesa la mayoría, es en la pasión de la lujuria.
Apetecer antes y después del sexo es lujuria. Esa apetencia es pensamiento. El
pensamiento no es amor.
Una mente que no es
alerta, vital, un corazón que no es afectuoso, pleno, ¿cómo pueden ser
creativos? Y, al no ser creativos, ustedes buscan estímulo por medio del sexo,
del entretenimiento –cines, teatros- observando como otros interpretan mientras
ustedes permanecen siendo espectadores; otros pintan el paisaje o danzan, y
ustedes no son sino observadores. Se imprimen tantos libros en el mundo porque
ustedes solo leen. No son creadores. Donde no hay creación, la única liberación
es mediante el sexo, y entonces convierten a sus esposas en prostitutas.
Señores, ustedes no tienen idea de las implicaciones, la perversidad, la
crueldad de todo eso.
Si usted niega la
sexualidad, como lo ha hecho la mayoría de las religiones, entonces debe cortarse
la lengua, cerrar, apagar sus ojos y no mirar nunca nada. No se rían, señores,
de cualquier modo, esto es lo que están haciendo, porque no son en absoluto
conscientes de la belleza. Los pensadores del mundo han dicho: «No tengas nada
que ver con la mujer si es que deseas ser espiritual». Y así niegan ustedes
toda la belleza de la Tierra. Lo primero es no condenar, y entonces sabrán qué
es el amor.
Si el sentimiento
sexual nace del amor, no es lujuria, aun cuando pueda haber en ello un gran
deleite. En este caso el acto sexual tiene un significado completamente
diferente. La castidad existe solo cuando hay amor. Sin amor no hay castidad. Y
el amor no es algo que pueda ser cultivado. Algún asistente a las charlas ha
comentado: La energía que el que persigue la «castidad» gasta en reprimir es
muy superior a la gastada en el acto sexual.
La mente es
fragmentaria. Cuando se comprende todo el proceso como un hecho real, entonces
el amor, el sexo y la castidad son una sola cosa. El que es inocente, cualquier
cosa que haga es siempre casta; pero la inocencia no es producto del
pensamiento.
CRITICAR
La critica, la
murmuración.
¿Por qué ese interés
extraordinario en los demás; ese deseo de saber que hacen o dicen? Creemos que
los demás nos son revelados porque nos interesamos en ellos: en lo que hacen,
en lo que piensan, en lo que opinan. Tratamos de llenar nuestro vacío interior
con murmuración, con conocimientos, con ritos, con reuniones de grupos, con
innumerables medios de evasión.
Es una mente muy
superficial la que murmura. No podemos conocer a los demás si no nos conocemos
a nosotros mismos. No podemos juzgar a los demás si no conocemos nuestra propia
manera de pensar, el modo como actuamos, nuestra manera de comportarnos.
Murmuramos de los demás
porque no estamos bastante interesados en el proceso de nuestro propio pensar y
de nuestros propios actos. Murmuramos para condenar a los demás y en el fondo
para imitarlos. Es una mente torpe la que desea excitación y la busca fuera de
sí misma. La murmuración nos complace.
Habéis hecho de la
murmuración un hábito, pero si comprendéis el proceso, la próxima vez que
surja, observad que la murmuración termina sin tardanza, de inmediato, cuando
os dais cuenta de lo que estáis haciendo, cuando percibís que vuestra lengua os
arrastra.
ABURRIMIENTO
El descontento, el
tedio, el interés, el aburrimiento.
Las cosas que se pueden
comprar con dinero han perdido su sentido. La lectura ya no conduce a ninguna
parte. Quizás incluso habéis probado las drogas. No hay nada que produzca el
contento ni que capte nuestro interés. Nos hemos agotado emocional y mentalmente,
hemos probado tantas cosas, tantas sensaciones, tantas diversiones, tantos
experimentos, que nos hemos entorpecido y hastiado.
Hemos ingresado en
agrupaciones, religiones, partidos políticos, hacemos todo lo que se nos pide,
y luego las abandonamos; hemos fracasado con sacerdotes, psicólogos,
psiquiatras y instructores. Este constante proceso de esforzarse es agotador.
Hemos ido de sensación en sensación, de una excitación a otra, hasta llegara un
punto en que estáis realmente agotados; este proceso oscurece la mente.
Dándoos cuenta de ello,
no prosigáis: tomad un descanso. Aquietaos. Dejad que la mente se fortalezca a
sí misma. No la forcéis. Hay que descubrir porque estamos descontentos,
aburridos, sin interés, tediosos. No existe el descontento por sí mismo, como
un sentimiento aislado, está relacionado a algo. El descontento es un síntoma.
Lo que llamamos descontento es la insatisfacción que surge cuando no se realiza
un determinado deseo de ser o adquirir algo.
La mayoría de la gente
cuando experimenta el descontento o el aburrimiento buscan alguna actividad que
les produzca satisfacción o las distraiga, y entonces funcionan mecánicamente y
se estancan, o bien se vuelven cínicos. Un hombre meramente satisfecho, que no
comprende el sentido del descontento, está dormido; no es sensible al
movimiento total de la vida. El descontento solo es penoso cuando se le
resiste.
El contento y el
descontento son como las dos caras de una misma moneda. Para estar libre del
dolor del descontento, la mente ha de dejar de buscar el contento. El
descontento es una llama que se debe mantener viva, sin sofocarla mediante
algún interés o actividad que se persigue como reacción ante el dolor que él
provoca.
Buscas la verdad pero
el buscador no puede encontrar la verdad. Hay un misterio que está más allá de
las capacidades y poderes de la mente. No podéis buscarlo ni invitarlo; tiene
que venir sin que lo pidáis, y con él llega una bendición para el hombre.
MEDIOCRIDAD
La falta de intensidad
– La mediocridad
No se deje asfixiar por
la mediocridad ni por ninguno de los acontecimientos cotidianos; sea intenso y
no permita que la llama se apague. Todo en la vida es de segunda, tercera o
cuarta mano; la política, los poemas, la música, ellos hacen todo el trabajo
por uno
LA GUERRA
La guerra es la
proyección espectacular y sangrienta de nuestra vida diaria.
Lo que causa la guerra
son la codicia, el deseo de poder, de posición, de prestigio, de dinero, así
como, la enfermedad del nacionalismo, la enfermedad de la religión organizada,
el culto a un dogma, las creencias, las ideas. Todo eso causa la guerra. La
guerra es una mera expresión externa de nuestro estado interno, una
amplificación de nuestra actividad diaria.
Vosotros y yo somos
responsables de la guerra. Vosotros y yo podemos ver qué es lo que engendra las
guerras, y si nos interesa detenerlas, podemos empezar a transformarnos a
nosotros mismos, que somos las causas de la guerra. Si cambiamos en nuestra
vida de relación, la sociedad cambia.
Solo puede haber acción
verdadera cuando hay verdadero pensar; y no hay verdadero pensar cuando no hay
el conocimiento propio. Si no os conocéis a vosotros mismos, no hay paz. Si os
dais cuenta del sufrimiento, si veis la urgencia de la acción inmediata y no la
aplazáis, entonces os transformaréis; y la paz vendrá tan solo cuando vosotros
mismos seáis pacíficos, cuando vosotros mismos estéis en paz con vuestro
prójimo.
JIDDU KRISHNAMURTI
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