La iluminación, si es
que existe, se alcanza a través de la comprensión de nuestra auténtica
naturaleza. No es meditando, y mucho menos aferrándose a algún tipo de técnica,
ritual, tradición o “ismo”, sea el que sea. Escribe Emilio J. Gómez.
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elenaray
Las técnicas, los
rituales, las tradiciones y los “ismos”, cualquiera que sea su índole, terminan
por convertirse en obstáculos a la comprensión de la naturaleza esencial. De
esta manera, aquello que en un principio pudiera haber servido de ayuda,
termina por verse convertido en un entorpecimiento que hay que saber erradicar
a través de Viveka, el discernimiento.
Ciertamente, hay que
ser muy fino a la hora de aplicar el discernimiento para saber captar cuándo ha
llegado el momento de saltar, de ir más allá, de trascender aquella escalera
cuyos peldaños nos sirvieron un día de apoyo a la hora de elevar el nivel de
vibración de la energía y por extensión de la comprensión.
Es bien cierto, tales
peldaños han sido de gran utilidad durante un tiempo más o menos largo y hasta
cierto momento, pero el camino no ha terminado. Así pues, no es meditando,
haciendo yoga, realizando una determinada técnica o ritual, ni siguiendo una
tradición en particular como se llega a la comprensión última de nuestra
auténtica y común naturaleza.
Tal naturaleza se
encuentra más allá de la mente. Por ello no es posible aprehenderla a base
esfuerzos, técnicas, rituales o creencias… ni tampoco con sentimientos basados
en la “pertenencia» a una determinada tradición, comunidad, grupo, asociación,
etc.
La auténtica naturaleza
tan sólo es posible serla. Ser y nada más. Para ello basta con permitir que tal
comprensión suceda. Entonces es posible darse cuenta que nada ni nadie queda
para comprender algo. Los demás pueden denominarlo “iluminación”, pero aquel
que tiene tal experiencia se limita a sonreír y callar.
Emiio Gomez
Fuente: Silencio
Interior
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