De la misma forma que
creer a ciegas lo que nos dice la publicidad no nos parece una buena idea,
sobre todo teniendo en cuenta que ni anuncios ni fabricantes son imparciales en
la información que ofrecen, repetir a ciegas todos los argumentos que se ponen de
moda tampoco nos parece muy adecuado. Este es el caso de la leche de vaca, que
en los últimos años ha sufrido un repentino desprestigio, en algunos casos por
razones más que convincentes y en otros casos utilizando argumentos que no lo
son tanto.
Quizá lo más apropiado
sea echar un vistazo a la situación general y confrontar los argumentos y
estudios más importantes con el sentido común, a ver qué podemos sacar en claro
sobre la leche de vaca.
Lo que dice la ciencia
Pues la ciencia dice
muchas cosas y a veces completamente contradictorias. Realmente nos gusta echar
mano de estudios científicos porque, dentro de lo que cabe, ofrecen cierta
garantía de ecuanimidad con respecto a las afirmaciones sujetas a intereses
económicos. Pero haciendo un profundo ejercicio de honestidad y valentía (ya
que lo más cómodo es siempre “creer a ciegas”), la verdad es que dependiendo de
distintos factores como:
Quién financia el
estudio, y
De qué hipótesis se
parte
… es fácil que la
ciencia se decline hacia un lado u otro de la balanza, obviando argumentos y
variables que “no interesan” por el motivo que sea.
Lo que dice el sentido
común
El sentido común y la
reflexión sí nos parecen aliados en los que se puede confiar a ciegas y a los
que hay que recurrir en caso de duda. A continuación echaremos un vistazo a los
principales argumentos que ofrecen algunos estudios en contra del consumo de la
leche de vaca. Muchos de estos argumentos tienen un fundamento difícilmente
rebatible, sin duda, pero nos gustaría tener claro si verdaderamente es tan
peligrosa como para hacer el esfuerzo de desterrar de nuestras vidas
definitivamente el delicioso café con leche de las mañanas…
Leche de vaca, calcio y
osteoporosis
Un estudio publicado en
la prestigiosa revista American Journal of Public Health en 1997 asegura que el
consumo de leche no evita la osteoporosis. Es más, una mayoría aplastante de
estudios asegura que en los países donde más leche se consume, es donde más
osteoporosis se sufre. Por esta razón cabe reflexionar y desconfiar sobre el
tan vendido argumento del calcio contenido en la leche. Todos los estudios
están de acuerdo en que la leche es un alimento muy rico en calcio. Lo que no
tienen tan claro es si el organismo humano lo absorbe bien o no y si la
proporción de minerales, vitaminas y otros nutrientes esenciales en la leche es
la más acertada.
Expertos como el Dr.
Signalet, el Profesor Felipe Hernández, el Dr. Pérez Calvo Soler, Profesor de
la Universidad Ramón Llull de Barcelona o William Ellis, ex-presidente de la Academia
Americana de Osteopatía Aplicada, entre otros y otras, observan dos
inconvenientes en la asimilación del calcio de la leche:
Aunque la leche
contenga mucho calcio, las proteínas lácteas producen una acidez general en la
sangre que el organismo solo puede neutralizar “robando” calcio a los huesos.
La absorción de calcio
depende de la presencia en mayor o menor grado de otros minerales como el
fósforo o el magnesio. La desproporción de estos minerales en la leche hace que
su asimilación no sea eficaz.
Obviamente, si el
organismo neutraliza la acidosis de la sangre con el calcio de los huesos, no
tiene mucho sentido tomar leche con la finalidad de obtener calcio eficiente.
Por otra parte, los estudios más rigurosos nos dicen que el consumo de leche no
mejora la osteoporosis, es decir, que su calcio no nos enriquece, pero tampoco
señalan a la leche como culpable del aumento de osteoporosis, sino a un
conjunto de hábitos alimenticios perjudiciales que se siguen en los países
donde más se sufre esta enfermedad. En definitiva, con respecto al asunto del
calcio podemos sacar una conclusión clara:
El calcio de la leche
no es demasiado eficiente y su consumo abundante no combate la osteoporosis,
pero tampoco se ha demostrado que sea la causante directa de una falta de
calcio en los huesos.
La caseína de la leche:
un pegamento en el organismo
La caseína es una
fosfo-proteína presente en la leche. Como cualquier macronutriente, el
organismo debe hidrolizarla (es decir, descomponerla, desmenuzarla) para poder
obtener sus elementos más sencillos, en este caso los aminoácidos, y
absorberlos para ser utilizados.
Pero parece que hay
acuerdo entre especialistas sobre que la caseína no siempre es fácil de
digerir. Cuando no hidrolizamos bien esta proteína, se acumulan mucosidades en
el intestino y otras partes del cuerpo que impiden la absorción del calcio,
causando distintas enfermedades alérgicas o respiratorias. Con el paso de los
años, la renina gástrica (la enzima encargada de descomponer esta proteína)
pierde su eficacia y esta parece ser la razón principal de que nuestro
organismo, con el paso de los años, se haga más intolerante. Pero la Universidad
de Zurich publicó un estudio en la revista Journal of the American College of
Nutrition en el que aseguraban no saber qué factores exactos son los que
desencadenan la mucosidad al beber leche de forma habitual.
Como conclusión podemos
añadir que, mientras nuestra renina gástrica funcione, no hay problema en
consumir leche con moderación puesto que las proteínas bien metabolizadas no
suponen ningún conflicto para el organismo. El problema surge con el paso de
los años y la disminución de nuestra capacidad para hidrolizar los distintos
nutrientes, ya que el consumo abundante de leche hace que esta proteína dificil
de digerir se comporte como un pegamento de mucosidad en nuestros tejidos.
El ser humano es el
único que bebe leche de otro animal
Despreciar la leche
porque contiene elementos dañinos para nuestra salud es muy razonable, sin
duda, pero criticar su consumo argumentando que el resto de animales sólo bebe
leche materna de su propia especie, no tiene mucho sentido. El ser humano hace
infinidad de cosas que otros animales no hacen porque tenemos un cerebro
desarrollado que nos permite pensar y sacar partido a los elementos básicos que
nos proporciona la naturaleza para desarrollar un modo de vida más beneficioso.
El sentido de la justicia con el que el ser humano utiliza su desarrollado
cerebro es otro asunto, pero al margen de nuestra moralidad y ganas cambiar el
mundo, lo cierto es que la tecnología, la agricultura y la educación, por
ejemplo, son patrimonio exclusivamente humano y no animal y, bien utilizados,
pueden mejorar nuestra calidad de vida considerablemente sin hacer daño a nadie
ni a nada.
Si la agricultura puede
proporcionar alimentos a más personas, ¿por qué no cultivar? Siempre y cuando
se respete el modo de cultivo, el mercado, el planeta y las personas que en él
viven. Si la leche de vaca puede proporcionar nutrientes y salud, ¿por qué no
ordeñar una vaca? Siempre y cuando se respete a esa vaca, su momento, su
proceso, su cuidado, etc.
Los antígenos de la
leche
Olga Cuevas, famosa
Doctora en Bioquímica especializada en Nutrición y Salud, asegura que las
distintas proteínas de la leche proporcionan un alto contenido en antígenos que
saturan el sistema inmunológico y nos hacen más proclives a sufrir enfermedades
infecciosas o relacionadas con el sistema inmune, fatiga o alteraciones
intestinales diversas.
De entre todas las
proteínas de la leche, la caseína y la gammaglobulina bovina son las más
antígenas, es decir, las que más anticuerpos generan.
Cuando una persona está
sana, las proteínas que no se hidrolizan pasan por el intestino y se expulsan,
Pero con el paso de los años y las dificultades para metabolizar bien los
alimentos, según la doctora Cuevas es muy probable que algunas proteínas, como
la caseína, que no han podido ser completamente hidrolizadas, pasen al torrente
sanguíneo favoreciendo enfermedades como artritis reumatoide, problemas
circulatorios, asma o cáncer.
La leche, las hormonas
y los antibióticos
Aquí tenemos otro
sólido argumento, aunque no en contra de la leche de vaca en general, sino de
la leche que proviene específicamente de la ganadería industrial. Si nos leéis
a menudo, sabréis que siempre decimos que la inclusión de sustancias químicas y
métodos poco ortodoxos que favorezcan la producción en serie y abaraten costes
para que unos pocos se beneficien, no puede ser muy bueno para nuestra salud
como consumidores.
Inyectar a cualquier
animal hormonas para que crezca más rápido o fabrique más leche nos parece una
aberración moral en primer lugar. En segundo lugar, jugar con la naturaleza nos
parece una ruleta rusa demasiado peligrosa. Una cosa es desarrollar la
agricultura y estudiar el entorno para beneficiar nuestro estilo de vida y otra
muy diferente alterar el orden natural a costa de la salud y el bienestar de
los animales y las personas, solamente para que las multinacionales se
enriquezcan.
Con los sistemas
actuales de ganadería industrial, los animales se vuelven mucho más propensos a
sufrir enfermedades infecciosas de todo tipo. Esto obliga a las ganaderías a
hacer uso habitual de antibióticos para prevenir y curar estas infecciones. La
alteración hormonal, los antibióticos y
otros medicamentos, los efectos de la alimentación transgénica de la ganadería
industrial, los pesticidas… todo este cocktel pasa directamente a nuestro
organismo a través de la carne, los huevos, la leche y cualquier otro producto
animal que comamos.
Este argumento nos
parece más que válido, no para dejar de consumir leche por completo, sino para
consumirla exclusivamente proveniente de agricultura ecológica que rechace el
maltrato animal y beneficie nuestra salud y la del planeta en su conjunto.
Aprende a comprar ecológico.
Conclusiones
Son muchos los estudios
y especialistas que, al igual que la Doctora Cuevas, nos ofrecen un sinfín de
motivos por los que se desaconseja el consumo de leche de vaca. La OMS advierte
que un consumo excesivo y precoz (infancia) de leche de vaca puede desencadenar
problemas de riñón y aumentar el riesgo de anemia.
Por otra parte, también
son muchas las personas expertas (como Josephine Wills, Directora General del
Consejo Europeo sobre la Alimentación) que defienden este alimento, que
destacan el poder nutritivo de la leche y aseguran que su consumo moderado no
solo no genera enfermedad alguna, sino que favorece los principios de una
nutrición equilibrada.
Parece razonable
suponer que tanto el desarrollo de una enfermedad como el hecho de disfrutar de
una salud impecable no dependen de un sólo alimento, sino de una serie de
hábitos o costumbres alimenticias que hacen que la balanza se decante hacia la
salud o la enfermedad.
Teniendo en cuenta el
sabor de la leche y sus nutrientes, un consumo muy moderado de este preciado
alimento no parece tener demasiados inconvenientes, sobre todo para aquellas
personas con un sistema digestivo más o menos saludable. Una pequeña cantidad
de leche al día o a la semana pude resultar un auténtico placer al gusto y, si
mantenemos una dieta equilibrada de nutrientes y un estilo de vida saludable,
no tiene por qué suponer ningún trastorno para la salud. Eso sí, procurando
siempre que se trate de leche proveniente de ganadería ecológica. Las personas
con enfermedades, con un sistema intoxicado, con desequilibrio ácido-alcalino,
problemas de la piel, alergias, etc… mejor hacer el esfuerzo de desterrarla
para siempre.
Esta es nuestra humilde
opinión.
Fuente: Vida Naturalia
No hay comentarios:
Publicar un comentario