Eunice Newton es hoy la admirada
pionera que anticipó la tragedia del calentamiento global y un faro del
feminismo.
Ese día de agosto de 1856, la lámpara
incandescente y el teléfono (versión del italiano Antonio Meucci) eran casi
recién nacidos, a la bicicleta le faltaba un lustro –lo mismo que al
dirigible–, y bastante más el termómetro clínico, la máquina de escribir, el
automóvil, la Coca Cola… ¡y la pastilla de jabón!
Pero ese día, una mujer, Eunice
Newton Foote, norteamericana de Connecticut, nacida en 1819, se animó –se
atrevió– a presentar una investigación ante la Academia Americana de Ciencias y
Artes: “Circunstancias que afectan al calor de los rayos del sol”.
Para llegar a esa hipótesis usó tres
campanas de vidrio de 76 centímetros de largo. La primera, llena de vapor de
agua. La segunda, de dióxido de carbono (CO2). La última, de aire. Las expuso
al sol, y comprobó de que modo el calor solar modificaba el contenido de las
campanas.
Suenen trompetas: según lo sucedido
en la segunda…, descubrió el drama –la tragedia, en verdad–, del cambio
climático y el calentamiento global.
Sin embargo, no pudo (no le
permitieron) subir al estrado y advertirle a la humanidad la lenta pero
inexorable catástrofe que se abatiría sobre el planeta. ¿¡Una mujer en ese
ámbito sagrado y dominado por hombres!? Anatema…
Y mucho más si predecía, como una
bruja o un ente demoníaco, la contaminación del aire, el aumento de temperatura
en los océanos, el deshielo de los glaciares, la muerte de especies, y la
avalancha de basura generada por los humanos…
No tuvo otra salida que acepar que su
trabajo fuera expuesto por un hombre: el profesor norteamericano Joseph Henry.
Sus palabras antes de empezar:
–La ciencia no es de ningún país ni
tiene sexo. La esfera de la mujer no sólo abarca lo bello y lo útil, sino lo
verdadero.
Pero el físico irlandés John Tyndall,
que unos años después publicó un trabajo similar –con mínimas modificaciones–,
ignoró el hallazgo de Eunice. Con total desfachatez, dijo: –Hasta hoy no
existía un experimento similar.
El 11 de septiembre de 2019, a 163
años del aquel episodio, un grupo de mujeres encabezado por Mary Robinson,
presidenta de Irlanda, lanzó un comunicado que es también un claro acto de
justicia: “El movimiento climático no puede tener éxito sin un incremento del
liderazgo de las mujeres en el mundo. Mujeres y niñas ya están liderando
audazmente la justicia climática, abordando la crisis de manera que cure, en
lugar de profundizar, las injusticias sistémicas. Sin embargo, esas voces, a
menudo, están poco representadas, y sus esfuerzos no son suficientemente
respaldados. Es el momento de reconocer la sabiduría y el liderazgo de estas
mujeres”.
Un largo camino…
Al parecer, Eunice apoyó su
investigación en el clima del período cálido del Devónico tardío y el comienzo
del Carbonífero, 360 millones de años antes. Algo que había sospechado dos
décadas antes el médico y filopaleontólogo francés Adolphe Theodore Brongniart.
Ambos coincidieron en asegurar que
–según la vegetación fósil de ese período– la atmósfera tenía un altísimo
contenido de dióxido de carbono.
A pesar del vacío sufrido por Eunice
al intentar presentar su hipótesis, un mes después, en una columna de la
publicación Scientific American titulada “Scientific Ladies”, alguien escribió:
“Algunos no sólo han mantenido, sino incluso expresado, la idea de que las
mujeres no poseen la fortaleza mental para dedicarse a la investigación
científica. Debido a la naturaleza de las obligaciones femeninas, pocas de
ellas han tenido el esparcimiento o la oportunidad de dedicarse a la ciencia de
manera experimental, pero las que han tenido el gusto y la oportunidad de
hacerlo han demostrado tanto poder y habilidad como el hombre”.
Pionera del Efecto Invernadero,
Eunice murió en 1888, a sus 69 años. Elisha, seis años antes.
Tuvieron dos hijas: Mary y Augusta.
La primera, artista y escritora, llegó a presidenta de la Asociación para el
Sufragio Femenino, de Misuri. Su hermana escribió el libro The Sea at Ebb Tide
(El Mar y la Marea Menguante): estudio de los organismos que hay en las playas
norteamericanas.
Extracto del Infobae - 28 de
Septiembre de 2019-publicado en Cronicas de la Tierra sin Mal
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