EL PIVOTE
El
Tao se ve oscurecido cuando los hombres comprenden tan sólo uno de un par de
opuestos, o se concentran tan sólo en un aspecto parcial del ser. Entonces, la
expresión clara se ve también enturbiada por meros juegos de palabras, al
afirmar un aspecto cualquiera y negar todo el resto. De aquí las disputas entre
los confusianos y los mohístas; cada uno niega lo que el otro afirma, y afirma
lo que el otro niega. ¿Qué utilidad tiene esta lucha por oponer el
"No" al "Sí", y el "Sí" al "No"? Es
mejor abandonar tan desesperado esfuerzo y buscar la verdadera luz. No hay nada
que no pueda observarse desde el punto de vista del "No-Yo". Y no hay
nada que no pueda ser visto desde el punto de vista del "Yo". Si
comienzo observando cualquier cosa desde el punto de vista del
"No-Yo", entonces no la veo realmente, dado que es "No-Yo"
el que la ve. Si empiezo a partir de donde estoy y la veo como yo la veo,
entonces también puede ser posible que pueda llegar a verla como la ve otro. De
aquí la teoría de la inversión ,i de que los opuestos se producen el uno al
otro, dependen el uno del otro y se complementan el uno al otro. Sea como sea,
la vida viene seguida de la muerte; la muerte viene seguida por la vida. Lo
posible se convierte en imposible; lo imposible se convierte en posible. El
bien se convierte en mal y el mal en bien; el flujo de la vida altera las
circunstancias y, así, las propias cosas se ven alteradas a su vez. Pero los
disputantes continúan afirmando y negando las mismas cosas que siempre han
afirmado y negado, ignorando los nuevos aspectos de la realidad presentados por
el cambio de las condiciones. El hombre sabio, por tanto, en lugar de tratar de
demostrar esto o aquello por medio de disputas lógicas, ve todas las cosas a la
luz de la intuición. No se ve apresado por las limitaciones del "Yo",
dado que el punto de vista de la intuición directa es, a la vez, el del
"Yo" y el del "No-Yo". Por tanto, ve que a ambos lados de
cada argumento existen tanto la verdad como el error. Ve también que al final son
reducibles a la misma cosa, una vez que han sido relacionados entre sí por
medio del pivote del Tao. Cuando el hombre sabio se sustenta en este pivote,
está en el centro del círculo y ahí se mantiene mientras el "Sí" y el
"No" se persiguen en torno a la circunferencia. El pivote del Tao
pasa a través del centro, donde convergen todas las afirmaciones y negaciones.
Aquel que abraza el pivote está en el punto fijo desde el cual todos los
movimientos y oposiciones pueden ser vistos a la luz de su correcta relación.
Por tanto, ve las ilimitadas posibilidades tanto del "Sí" como del
"No". Abandonando toda idea de imponer límites o de tomar partido,
descansa en la intuición directa. Por esto dije: "¡Mejor será abandonar la
disputa y buscar la verdadera luz!"
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