III.-
Apaciguar al pueblo.
No
alabes al sabio, verás que el vulgo no rivalizará con él.
No
valores las cosas difíciles de obtener, verás que nadie se entregará a la
codicia.
No
mires lo que provoca tu deseo, verás que tu mente no padecerá confusión.
Por
éso, cuando el sabio gobierna, vacía la mente de los hombres y llena sus
vientres.
Debilita su ambición y fortalece sus huesos.
El
pueblo queda limpio: no conoce lo que es malo ni desea lo que es bueno.
Así
se impide el triunfo del astuto.
El
sabio gobierna sin acción; luego, nada queda sin gobierno.
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