IX El uso de la nada.
Abandonemos
las cosas a sí mismas, no las llevemos hasta su último extremo.
Una
hoja permanentemente afilada pierde su filo.
¿Quién
puede vigilar una habitación llena de oro y piedras preciosas?
Riquezas,
honores y orgullo conducen a la destrucción cuando el poderoso se
vuelve
altanero.
Acabada
la obra y enaltecido el nombre, es bueno retirarse.
Ese
es el Tao del cielo.
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